El barrio de Santa Teresa hospedó ayer el mercadillo por primera vez y el resultado, en líneas generales, fue satisfactorio, aunque algunos comerciantes y usuarios echan de menos la Vega, el emplazamiento habitual durante más de veinte años. «Está mejor aquí», soltó al paso una señora que acababa de comprar en un puesto de productos variados, entre ellos, hilos, gorras y cinturones. «A mí me gusta más que en Duque de Lerma», añadía otra de las usuarias habituales del mercadillo todos los martes.
Los puestos se ubicaron en buena parte del aparcamiento de Santa Teresa, en la primera fase remodelada hace tiempo, cumpliendo a rajatabla con los cuatro metros de distancia entre uno y otro exigidos por las restricciones sanitarias. Y poco más tarde de las diez, los pasillos iban cobrando vida con un público que no quería perderse la cita por el cambio de emplazamiento provisional -puesto que en la Vega hay que estudiar y actuar en el arbolado tras el paso de la borrasca Filomena- y por el aumento del aforo, ya que ayer el mercadillo podía contar con la mitad de sus puestos, más de ochenta, según los propios comerciantes.
Sin embargo, no todos los vendedores autorizados para montar su tenderete ayer acudió y la ausencia se notó, sobre todo, en algunos amplios espacios vacíos que en principio se habían reservado para los puestos. Agentes de la Policía Local también confirmaron a La Tribuna a media mañana que el mercadillo no había alcanzado el 50% de actividad permitida, un 20%más que mantenía hasta ahora en Duque de Lerma, donde se ubicaba también temporalmente.
El 'martes' abre en Santa Teresa con público y poca venta - Foto: Yolanda LanchaEn líneas generales, la mañana transcurrió con tranquilidad y sin incidencias, según los efectivos de la Policía Local, que comprobaron que el cumplimiento de la normativa y realizaron labores informativas desde primera hora de la mañana.
Todo indica que una veintena de comerciantes decidió quedarse en casa o buscarse otra actividad ese día. «Es decisión de cada uno venir o no», explicaba uno de los jóvenes comerciantes. En esta situación tan atípica se han establecido turnos para montar el mercadillo, la mitad ayer y la otra mitad la próxima semana.
En buena parte de los casos los vendedores están satisfechos con esta localización temporal porque se trata de un barrio con mucha vida comercial y hostelera, a pesar de que la covid también lo haya castigado con dureza desde hace un año, hay suficiente aparcamiento y buena comunicación para facilitar la presencia de público.
El 'martes' abre en Santa Teresa con público y poca venta«Estamos mucho mejor que al 30%en una cuesta», explica la dueña de una zapatería ambulante. Le tocó montar ayer porque era el día de los impares y está agradecida porque el público respondió y acudió al mercadillo, aunque las ventas se están resintiendo mucho. «Febrero y marzo son malas fechas normalmente y ahora más». Vanesa lleva tiempo observando «que la gente tiene miedo y se guarda el dinero» porque la situación económica no es favorable, y espera que con el inicio de la primavera el negocio pueda estabilizarse o, al menos, salga a flote en la medida de lo posible.
Vanesa reconoce que el mercadillo pasa por malos momentos en Toledo y en otras muchas ciudades. Ella también monta el puesto en Fuenlabrada y en otras localidades madrileñas y con las ventas ocurre algo parecido. «En estos momentos es difícil vender calzado de verano porque el tiempo no es bueno ni de invierno porque pronto empezará a subir la temperatura».
Santos, el tendero del puesto de gorras y cinturones espera que con la vacuna pueda mejorar la situación este año porque «las ventas están flojillas». A él le gusta bastante la ubicación, sobre todo, por la facilidad de aparcamiento. Otros apuntan que todavía muchos ciudadanos no saben el cambio provisional del mercadillo y esperan que el público se multiplique cuando se ponga en marcha el autobús circular que conectará Santa Teresa con otras líneas de transporte urbano.
En lo que sí coinciden todos es en el hecho de que «se está castigando al «pequeño comercio» con medidas sanitarias muy exigentes, como ocurre en el mercadillo pese a estar al aire libre, «algo que no sucede en los centros comerciales».
Voces en contra. Algunos vendedores de los puestos más alejados aseguraron ayer que el cambio no es beneficioso porque por su fila apenas pasean los usuarios. Mostraron su descontento porque en la Vega el mercadillo está montado de una manera más acogedora y pueden trabajar de otra manera. «Aquí no nos han dejado tener las furgonetas cerca de los puestos y hemos tenido que aparcarlas en el barrizal», lamentaba uno de los comerciantes más jóvenes.
El mercadillo en Santa Teresa se estrenó con muchas luces y algunas sombras, según la perspectiva desde la que se analice.