La Hermandad del Santísimo Cristo de los Ángeles cerraba el Martes Santo bajo un cielo despejado en Toledo. La antigua talla del Cristo del siglo XVII procesionó sin contratiempos, acompañada por los penitentes vestidos con hábitos rojo púrpura y el emblema de San Agustín.
Destacó el momento único de la salida y entrada del Cristo en su sede canónica, donde los penitentes cargaron la cruz horizontalmente antes de colocarla en la carroza al son de los tambores. Carroza que contaba con una iluminación especial y en la que constan los seis ángeles que figuran en el retablo del convento.
Sobre la 1:30 de la madrugada, en la plaza de San Vicente, el Cristo de los Ángeles se encontró con el Cristo del Amor, intercambiando flores como gesto de respeto.
Una gélida noche, en la que las antorchas de los penitentes iluminaron las calles, acompañadas por el sonido de los tambores de la banda de la cofradía. Con apenas dos décadas de existencia, esta hermandad, fundada en 2001 por devotos vinculados a la enseñanza y la Coral Silíceo del Colegio de Nuestra Señora de los Infantes, cuenta con cerca de 140 miembros, un dato notable tras haber perdido cofrades el año anterior