A las 23:00 horas del Martes Santo, la iglesia de Santa Justa y Rufina abrió sus puertas con la esperanza en el horizonte. Las lluvias retrasaron unos minutos la salida del templo para dar paso a la procesión del Jesús de la indulgencia.
La cofradía, con casi mil años de antigüedad, se vio obligada a modificar su recorrido debido a los malos presagios de lluvia y las fuertes ráfagas de viento. Solo la imagen logró alcanzar la céntrica plaza de Zocodover antes de regresar a su sede canónica, a escasos 200 metros de distancia.
En la plaza, frente al Cristo de la Sangre, se llevaron a cabo diversas oraciones dirigidas por el sacerdote de Santa Justa y Rufina, quien contó con la compañía del deán de la Catedral de Toledo, Juan Pedro Sánchez Gamero. También estuvieron presentes el alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, y la presidenta de la Diputación, Conchi Cedillo.
El recorrido previsto de 500 metros adicionales, así como las paradas planificadas en lugares emblemáticos como la Puerta del Reloj, donde los devotos ofrecerían sus responsos, tuvieron que cancelarse debido a las condiciones climáticas adversas.
Los penitentes de la Santa Caridad lucían hábitos negros con capuchas, portaban cruces verdes en el brazo izquierdo y llevaban la medalla de la Cofradía al cuello, mientras sostenían faroles de vara. Un único tambor marcaba el paso durante la salida del Cristo de la Misericordia.