Hay un nuevo equipo en el Ayuntamiento de Toledo. Gente nueva, alguna, que llega a través de un pacto PP-Vox. ¿Son lo mismo, son iguales? De momento, y a nuestros efectos locales, es lo de menos, aunque ya se advierten signos inquietantes. Eso de ofrecer el bastón del Ayuntamiento a la virgen del Sagrario, suena a antiguo. Todo equipo nuevo genera expectativas. También tensiones. Las expectativas, subjetivas, podrán ser buenas o malas. Toca esperar antes de juzgar. Las tensiones no suelen ser subjetivas, sino tácticas, personales o de intereses contrapuestos. Veremos. Por ahora, alguna melodía entonada por alcalde parece sonar bien, pero una o varias melodías no hacen una sinfonía.
He leído con atención constructiva la entrevista que ha publicado recientemente La Tribuna. ¿Qué decir? Con generalidades pocos edificios sólidos se construyen. Sabemos que el Plan de Ordenación Urbana arrancará de cero. ¿Incorporarán a ese Plan los requisitos exigidos por un evidente cambio climático? ¿Se sustituirá al ladrillo como actividad especular para fijarse en la rehabilitación y adaptación de barrios, algunos muy deteriorados: el centro histórico, otros más recientes como el barrio de Santa Teresa, Palomarejos o algunas partes del barrio de Santa Bárbara? ¿Se incrementarán los espacios verdes, varios cinturones verdes que circunden la ciudad para no solo hacerla más habitable, sino también para disponer de una ciudad con calidad de vida? París lo va a hacer. ¿Lo podrá hacer Toledo con su problemática peculiar, pero no muy diferente a la de París y otras ciudades o se continuará la senda de los arcaicos planes de urbanismo? ¿Se rescatarán espacios cedidos a los automóviles para conseguir calles y plazas menos alquitranadas?
Toledo tiene pendiente el espacio de Vega Baja. Se debe completar su mapa arqueológico de una vez por todas. Rescatar el Circo romano, convertido ahora en un aparcamiento disparatado y preservar definitivamente, en sus diferentes perspectivas, un espacio singular de vegas y conos visuales, que explican a la ciudad renacentista. Pero además el centro histórico reclama – lo viene haciendo desde hace años- ser mejorado para ser habitado en el siglo XXI y siguientes. No es fácil ni barato. El equipo saliente lo inició. Varias de sus calles y edificios fueron transformados, pero quedan mucho más. El nuevo equipo debería continuar la línea trazada. No se puede, como un Sísifo neurótico, estar subiendo y bajando la misma piedra toda la eternidad.