Una vida sin techo en primera persona

Á. de la Paz
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Pablo Sánchez-Crespo recupera en 'Matices de: El espejo de lo moral' el año y medio que pasó en la calle y la posterior recuperación en Cáritas. «No te juzgan, te apoyan siempre»

El libro se presentó en la sala de exposición del Palacio Arzobispal de Toledo. - Foto: La Tribuna

Pablo Sánchez-Crespo vivía en la calle en 2013. Llevaba un año y medio en aquella lamentable situación. Le hablaron del albergue Cardenal González Martín, el lugar donde comenzó a revertir la situación. «A raíz de eso, hice un proceso de recuperación», explica, un camino que también incluyó una estancia en Cáritas de Ciudad Real.

Sánchez-Crespo relata sus andazas en Matices de: El espejo de lo moral, una obra autobiográfica. La pasión por la lectura y la escritura le acompaña desde joven. «He leído mucha filosofía», recuerda. Su entrada en la Casa de Abraham, la residencia de Cáritas en Daimiel, le animó a redactar el libro recién publicado, un compendio que incluye «todo lo relativo» a los últimos años del autor.

«Las emociones que sentía, el comportamiento de los voluntarios, lo que viví», enumera el escritor, forman parte de la obra. El texto fue presentado en el Palacio Arzobispal. Sánchez-Crespo agradece a Cáritas un esfuerzo que le devolvió la dignidad. «El cuaderno», como se refiere el creador a su propio libro, también incluye poesías y fragmentos de las charlas que ha dictado.

Aquellos días sin hogar sumieron a Sánchez-Crespo en el desconsuelo. «Me quedé aquí en Toledo tirado, sin dinero y sin bebida; un señor me informó de que existían los centros de Cáritas y tomé la decisión de salir adelante», recuerda.

Algo más de un año estuvo Sánchez-Crespo bajo el paraguas de los diferentes recursos de la institución diocesana, un periodo repartido entre Toledo, su primer refugio, y la provincia de Ciudad Real. Sus dos primeros días en la daimieleña Casa de Abraham, adonde llegó con «miedo», permanecen frescos en su memoria. Se detiene, y así lo cuenta en el libro, en las cinco lavanderas con quien hubo de compartir labores. «El primer día no tienes nada que hacer, solo ver el edificio. Pero el segundo día te mandan un trabajo para disciplinar tu cabeza», detalla. El encargo que le encomendaron le llevó a faenar junto a un grupo de mujeres «de edad avanzada, con las manos agarrotadas alguna». Fueron aquellas las buenas samaritanas que empezaron a tratarlo «como una persona normal», una actitud favorable que llevaba demasiado tiempo sin sentir.

«Yo hablaba con el Pablo negativo, que era el que tenía que pulir, y le decía: 'Pablo, si con estas personas que hay aquí, no eres capaz de salir de esta historia no lo vas a ser nunca'», rememora Sánchez-Crespo sobre sus diálogo introspectivos de entonces.

Aquel que tuvo hambre y le dieron de comer, el forastero al que recibieron, se deshace en elogios a Cáritas. «No te juzgan, te ayudan en todo momento», sentencia. 

UN FINAL FELIZ. El autor de Matices de: El espejo de lo moral ultima una novela que espera presentar en los primeros meses del próximo año. La temática de la ficción, con cuatro protagonistas, se centrará en la vida de quienes pasan sus días a la intemperie, sin techo bajo el que resguardarse ni contacto con otros. Los beneficios que se obtengan por la venta del libro se destinarán a prover de recursos a las personas sin hogar.

El Pablo actual es un hombre con una «vida normalizada» después de completar una satisfactoria transición. «Vivo en Ciudad Real; encontré trabajo en una finca y me ocupo allí desde que salí del proceso». En cualquier caso, la biografía rehecha de Sánchez-Crespo tiene unas pautas diferentes a las de antes. «He priorizado muchas cosas, dedico tiempo a todo esto», dice sobre la escritura, uno de sus amarres en épocas de tribulación.