La Escuela de Arquitectura de Toledo está celebrando sus 15 años de actividad. ¿Se ha recorrido mucho camino desde entonces?
No había escuelas de arquitectura en Castilla-La Mancha, ni pública ni privada. Teníamos una sensación rara, incluso me decían que no había futuro. Además, se sumó con la supercrisis del mundo inmobiliario de 2010, salvo para los grandes estudios y oficinas. Yo me empeñaba en responder que si no había futuro, nos dedicaríamos a estudiar. Había futuro, claro que sí, porque el futuro no es una cosa que venga, el futuro se construye.
Empezamos en la Fábrica de Armas con cincuenta estudiantes y tres o cuatro profesores. No había confianza ni siquiera en la gente de aquí. Imagino que lo mismo que ocurría con la Universidad de Castilla-La Mancha cuando empezó porque ya había otras universidades con prestigio. Afortunadamente, eso se ha superado y la UCLM y la Escuela de Arquitectura son una realidad.
La escuela ha ido atravesando distintas épocas hasta la crisis terrible de la pandemia, y se ha construido con gente extraordinaria. Descubrimos que el talento está bien repartido aunque el dinero no. Hay mucho talento en lugares que no crees que lo hay. Diría que el 100% de los estudiantes que han pasado por esta escuela son gente muy maja, sencilla, con ilusión y ganas de trabajar. Con ese material y un plantel de profesores serio y constante, tenemos una escuela sólida, aunque los espacios felices son frágiles.
Le escuchamos decir hace tiempo que el objetivo era que conectara con Toledo. ¿Se ha conseguido?
No sé si se ha conseguido, pero se está consiguiendo. Siento el cariño de la gente y su comprensión. Tenemos un objetivo muy claro, hacer pensar a todo el mundo, a los estudiantes, a los profesores, a nosotros mismos, a la sociedad, y progresar en una apertura mental. Queremos transmitir también modernidad o actualidad a la ciudad y sentirnos orgullosos. Esta sede, el antiguo Toletum, nos permite un edificio parlante en el que los alumnos colocan imágenes, diseños, rótulos y dibujos que transmiten.
Habla del edificio Toletum, actual sede de la Escuela de Arquitectura. ¿La infraestructura en este caso es una seña de identidad más?
Tiene que ser la sede muchos años. Es muy importante que lo sea para Toledo, la universidad, los estudiantes y el Ayuntamiento. Este edificio proviene de un momento estético que mira al norte de Europa, en concreto, a Holanda, pero el edificio tuvo la mala suerte de que no cumplía con las expectativas de uso y cayó un poco en el olvido y en la crítica. Después, llegó la pandemia, teníamos que dejar más espacio en el campus de la Fábrica de Armas, y vinimos aquí, aunque en principio teníamos en mente el edificio de Espoletas. Enseguida me di cuenta de que allí no íbamos a funcionar porque al edificio le faltaba espacio y rincones. Sin embargo, aquí hemos podido desarrollar el concepto de aula abierta. Queremos convertir este edificio en un referente en la arquitectura española y ejemplo de algo clave hoy en día, que el planeta no se estropee más, aprovechar lo que hay y sacarle partido sin un consumo excesivo.
Pero puede llegar el momento en el que el edificio también se quede pequeño. ¿Hay manera de resolverlo?
Si se quedara pequeño, sería un éxito porque todo el mundo querría estudiar en Toledo. Hemos descubierto que tiene un espacio semisubterráneo que podemos aprovechar. No se va a quedar pequeño porque la Escuela de Arquitectura debe mantener su tamaño. Ahora tenemos 70 alumnos. Hay mucha gente que quiere venir y me parece muy bien, pero es importante no morir de éxito porque al final las cosas se hacen ingobernables. Así tenemos una educación de calidad. No creemos en la enseñanza de la excelencia, en enseñar mucho a muy pocos, sino en la masa crítica. Odio esas universidades con 16 alumnos donde la excelencia es el objetivo. El objetivo es enseñar a todo el que puedas.
¿Toledo es un buena laboratorio para los estudiantes de arquitectura?
Es un gran laboratorio. Lo que se ha hecho aquí bien desde el primer día es poner a los estudiantes en la realidad. No les decimos que se pongan a construir un aeropuerto, ya hay demasiados, o en construir una torre que tenga 7.000 millones de metros porque es una tontería... Vas a hacer una silla, la casa a tus padres, o una farmacia. Queremos que los arquitectos sean como los médicos de cabecera y recuperar lo que haya que recuperar.
¿Que su trabajo tenga un equilibrio entre la creatividad y la utilidad?
Más o menos. La creatividad es la utilidad. Siempre digo que aquí nadie es creativo, que la creatividad se produce en la acción utilitaria. Para mí, la creatividad está en el trabajo de cada uno y solo si las cosas sirven, pueden tener un sentido creativo. Crear por crear, eso es una imagen dada de la profesión muy mala.
¿En Toledo las administraciones echan mano todo lo que deberían de la Escuela de Arquitectura?
Claro que deberían. Es importante que la Universidad se utilice para que políticos, constructores, promotores, y empresarios pregunten. Es vital, también lo es que lo entiendan. Hay mucho conocimiento y es una tontería no utilizarlo porque no hay intereses.
Recientemente, el alcalde visitó la Escuela de Arquitectura y le hizo un encargo a los alumnos, el diseño de un auditorio en el Valle. ¿Cómo se lo han tomado?
Fue muy bonito. Los alumnos ya están trabajando sobre ello. Nos vamos a encontrar cuarenta propuestas súper divertidas y bonitas. Uno de los objetivos que planteamos es que sea económico, que no atente contra el paisaje, que no se cargue el territorio. Quizá que sea desmontable... Ya veremos qué sale. Le agradezco al alcalde el encargo, que puede invitar a que haya más proyectos que consulten con la Universidad tanto el Ayuntamiento, la Junta o el mismo Gobierno.
¿Es viable un auditorio en el Valle?
Sí. En mi opinión, creo que tiene que ser desmontable, en una playa maravillosa, sin cargártela. Ese es el reto.
Si miramos atrás, ha habido una época con exceso de optimismo, donde parecía que toda la arquitectura tenía que ser sorprendente, impresionante, gigantesca, y carísima. Sin embargo, el buen ejemplo lo tenemos en las sinagogas, unos edificios sencillos y pequeñitos. Me parece que hay que tratar de pasar de lo macro a lo micro en arquitectura y en todo en general.
Ese tipo de arquitectura a lo grande responde al ego de los políticos y de los arquitectos de dejar huella, ¿no?
Sí. En España tuvo mucho éxito el Guggenheim, pero no se puede repetir el esquema sistemáticamente en todas partes. El efecto Guggenheim produjo en Bilbao un efecto positivo, pero también lo habría producido simplemente limpiar la ría. No hace falta montar tantos números. Hay momentos para un anfiteatro y otros para la pequeña casa patio. Si uno se fija, las dos casas más importantes del siglo XX en arquitectura son la Villa Saboye, de Le Corbusier, y el pabellón de Barcelona, de Mies van der Rohe. Son pequeñitos y la gente va porque son obras maestras.
Dice que hay que superar el efecto Guggenheim y el concejal de Planeamiento de Toledo, Florentino Delgado, apuesta por un edificio similar para el Casco Histórico.
Es un error porque el Casco no lo necesita. Toledo tiene un Casco impresionante y lo que necesita realmente es que los conventos no se mueran. También, que los jóvenes se impliquen y vivan en el Casco, que los alquileres no sean demasiado caros, que las casas patio sigan viviendo.... Pero un Guggenheim, con todo mi cariño a Florentino, me parece una tontería.
También el Ayuntamiento aprobó recientemente una propuesta para implantar un teleférico de puente a puente. ¿Es una buena iniciativa?
No sé si ese tipo de ideas encajan. Me parece otra tontería.
¿Cree acertado construir la Ciudad del Cine en Polvorines?
Me parece más importante que haya una escuela de cine. De hecho, el cine francés es mejor que el español porque hay más escuelas de cine. No haría una ciudad del cine. ¿Por qué no empezamos por lo pequeño? En España, faltan escuelas de cine y se nota en los directores. Nos empeñamos en hablar de una ciudad del cine, un Guggenheim en el Casco y un no se qué. Ese tiempo pasó. No es el momento. Es un error.
¿Tiene Toledo claro su futuro urbanístico?
Creo que no, pero quiero pensar que el alcalde quiere hacerlo bien. Cuando llegan las elecciones, tú votas a quien tú consideras según tu ideología. Cuando gana el que gana, hay que intentar apoyar para que le vaya bien al que sale. Y cuando termine, si no estás de acuerdo con él, vuelves a votar en contra. Pero no me vale estar enfadado cuatro años y voy a hacer todo lo posible para que se fastidie el que está gobernando, que representa la institución. Y lo digo del alcalde, de Pedro Sánchez y de todos.
Los planes urbanísticos son muy difíciles porque hay muchos intereses económicos. El dinero que hay en los temas urbanísticos es brutal. Desde aquí le diría a los empresarios que les tiene que ir bien, pero sin pasarse. Está claro que ha habido muchos abusos.
¿Le preocupa que Toledo esté dispuesta a crecer mediante PAUS, Perim y cambios de uso de suelo por falta de un POM actualizado?
El POM que se anuló era malo. El que llegará no lo conozco ni sé hacia dónde va, pero he oído voces muchas veces respecto a Vega Baja diciendo que hay que construir, al margen de los restos arqueológicos, Toledo tiene territorio donde construir. ¿Por qué hay que hacer las cosas siempre en el sitio peor? ¿Para fastidiar?
Vamos a pensar que la ciudad es un cuerpo y tiene heridas, con lo que los planes urbanísticos deberían estar preparados para suturarlas. Por ejemplo, este edificio, el antiguo Toletum, es una herida tapada, como también el del Quixote Crea, que está muerto de risa porque todo el mundo cree que terminar ese edificio vale una fortuna, pero se podría sin gastar demasiado dinero. Hay sitios donde intervenir, pero que el negocio no sea la obsesión.
También está claro que usar las infraestructuras que existen es lo más inteligente. Hay edificios vacíos que pueden cambiar su uso, como el antiguo hospital, y convertirse en residencia de estudiantes o en viviendas asequibles.
¿Qué condiciones tiene que tener el Plan de Ordenación Municipal?
El río es sagrado porque es el gran monumento de Toledo. También la Vega Baja es una oportunidad de oro. Ahí tenemos un Circo Romano que es casi tan grande como el Circo Máximo de Roma. Además, hay que tener cuidado con los espacios inundables, ya que hasta ahora sí se ha construido en estas zonas.
En vista de las inundaciones por las Danas que se están sufriendo en los últimos años, habrá que ser muy rigurosos con la normativa sobre terrenos inundables, imagino.
No se puede construir en zonas inundables, solo hay que ver lo que acaba de ocurrir en Valencia. Es algo de cajón. Aquí hay un antes y un después. Se ha construido a lo bestia en sitios donde no se podía construir, pero espero que ya no.
¿Qué posibilidades urbanísticas tiene Palomarejos?
Es el típico sitio para intervenir quirúrgicamente utilizando las infraestructuras que existen, y sería un lugar donde todo el mundo querría estar. El objetivo es rehabilitar viviendas, pintar, reparar, aislar, revisar, garantizar accesibilidad y cuidar la belleza. Por eso, queremos que los arquitectos y arquitectas tengan una mentalidad más social y no se enfoquen solo en la belleza por la belleza.
También es necesario disponer de subvenciones. La mayoría del parque inmobiliario de España no está preparado climáticamente porque no tiene aislamiento. No me extraña que la gente diga que paga mucha calefacción, pero es que se está prácticamente en la calle. Se dice que se van a poner muchos paneles solares, pero habría que empezar por poner aislamiento, que las ventanas cierren bien, algo que no pasa en sitios como Noruega porque hace 40 grados bajo cero y no se pueden permitir el lujo de tener una casa horrible.
Ahora somos más conscientes y tenemos que ir avanzando hacia una arquitectura sostenible. En España no se ha empezado a construir bien hasta hace ocho años por economía y porque se pensaba que teníamos un clima muy bueno y no hacía falta. Quizá no sean necesarios aislamientos de 30 centímetros como en Austria, basta con 10, pero tenemos que dejar de pensar que el aislamiento sirve únicamente para el frío, también protege del calor.
¿Cómo puede encontrar el Casco el equilibrio entre la actividad residencial y la turística?
Hay que tener muy claro por dónde hay que ir. Hay que generar las ganas de usar el Casco, tanto con los que vienen y se van, como con los que viven en él. Es difícil lograr un equilibrio. No se puede llenar el Casco de alquileres Airbn, es necesario regularlo y actuar con calma.
¿Se ha quedado muy obsoleto el Plan Especial del Casco Histórico?
No lo conozco en profundidad,. Me pasa como con la Constitución, más que cambiarla, habría que revisarla un poco. Hay que dejar todo lo que bueno que tenga y eliminar lo que esté mal. Lo que sí me parece importante es que el Casco se viva, se llene de vida porque es un sitio increíble para vivir, aun con sus dificultades.
¿Qué le parece el proyecto 'Toledo Emerge' para que la Diputación y el Ayuntamiento pongan en uso los inmuebles del primero?
Es una buena política, siempre que el reparto de trabajo no sea a dos personas. Le pediría a las administraciones dividir los encargos en pequeños trabajos porque cuando dedicas muchísimo presupuesto a una sola cosa, las posibilidades de error son monumentales. Y más que hablar y hablar, empezar a hacer cosas.
Hablaba antes de Vega Baja. ¿Se está dignificando este espacio con esos proyectos a tres bandas entre Cultura, la Junta y el Ayuntamiento?
A Vega Baja todo el mundo le tiene, por una parte, terror y por otra, ganas. No puedo entender y nadie entiende que ahí haya restos arqueológicos maravillosos y estén tapados. Si vas a Pompeya y te encontraras todo tapado, nadie entendería su importancia. Tampoco el argumento puede ser que si los destapo se estropean. No tenemos el Partenón ahí, está claro, más bien una manta de restos importantes que deben convivir con un parque natural, no con un jardincito cursi. Un parque natural que conecte con el río y hay que tratar el borde de la ciudad. Tenemos un espacio intelectual con unos restos arqueológicos con una importancia mundial, algo que escuché a Gregorio Marañón. Sin embargo, hay un montón de vallas absurdas.
¿Sería bueno estudiar si se puede delimitar el BIC en Vega Baja?
Tenemos un diagnóstico superclaro y ahí Florentino abre un melón muy peligroso, creando la expectativa de que se puede construir ahí y que ojalá el BIC sea más pequeño. Lo que hay que hacer es descubrir los restos y crear un parque arqueológico.
La ciudad está deshilachada. Es un archipiélago de pequeñas ciudades, salvo el Casco, bien delimitado con el muro y su río. Uno de los problemas de las ciudades modernas es no saber rematarlas, algo que la ciudad clásica hacía mucho mejor.
¿Has perdido la esperanza de recuperar el Circo Romano?
Un poco sí. No lo abordamos nunca. He dicho siempre que primero hay que quitar la valla, algo tan tonto como eso. Tenemos un proyecto de la escuela muy sencillo, creado por el profesor Javier Vellés, para construir un trocito. Cuando vas a Sicilia y ves alguno de los templos griegos puedes pensar que se ha conservado así, pero en realidad está reconstruido. Lo que no se puede hacer es un pastiche y convertir todo en un circo de broma. Reconstruir parte es lo que hay que hacer con la arquitectura moderna y clásica, pero estamos perdiendo una oportunidad de oro. Aquí ni siquiera hay un cartel que ponga que está el circo.
Para hablar de arquitectura hará falta diálogo y crítica, ¿no?
Fundamental, claro. El debate de la ciudad siempre se debe empezar de cero, pero no siempre se hace. Ahí nos deberíamos fijar en el funcionamiento de la escuela. Nuestros alumnos parten de cero y todos los días empezamos de cero.
¿Qué papel puede jugar la inteligencia artificial en la arquitectura?
Va a jugar un papel esencial en la sociedad, pero tenemos que entender que la vida de los sapiens y la nuestra no es muy diferente, pero tenían menos información. La inteligencia artificial no es un sistema que ayude al pensamiento, sino a la información. Aparecerán robots a los que tú les hables y te digan cosas, pero los desenchufas y se acabó. O sea, le quitas el enchufe, le quitas la carga y desaparecen. Los arquitectos tenemos que conseguir que tú vivas bien, como quieras vivir.
¿Ha cambiado mucho la arquitectura post-pandemia?
Tenemos una arquitectura más amable, sin duda. Hay muchas cosas que nos van a ayudar a cambiar en arquitectura, una es la pandemia y otra es lo de Valencia. Nos hemos dado cuenta de que no nos interesan las broncas políticas, sino la acción. También que la naturaleza tiene una fuerza brutal. También, todo el mundo necesita un espacio abierto, la naturaleza y una vida libre.