Teníamos alerta amarilla por grandes lluvias, por la mañana tormentas torrenciales arrasaron parte de la capital. No fue menos el coso de Mendigorría, que se quedó parcialmente inutilizado para celebrar un festejo taurino. Pero dos jóvenes, valientes comprometidos decidieron al unísono torear los seis novillos de Montealto, que había encerrados en los chiqueros para ellos.
Una vez que se anunció que la novillada se celebraba, una marea humana comenzó a repoblar los tendidos y las gradas de la plaza de toros, llegando a cubrir la mitad de su aforo. La lluvia no cesaba y los toreros cruzaron con el barro por los tobillos el ruedo para comenzar la tarde épica.
Saludaron ambos al respetable que, con una estruendosa ovación, les animaron y agradecieron la gesta por la fundación del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
Triunfo de Pérez y Rufo por Parapléjicos entre lluvia y barro - Foto: DominguinMarco Pérez debutaba en Toledo, a las puertas casi de su alternativa. Un novillero cuajado, poderoso, artista y muy inteligente que ha demostrado en las tres faenas el buen concepto que tiene del toreo. Rodilla en tierra, recibió el primer novillo de Agustín Montes, para sacarlo a los medios y rematarle de una media de enjundia. La faena la comenzó en el centro con un pase cambiado por la espalda, continuando con el toreo fundamental con la mano diestra. Poderoso y bajando la mano fue dibujando una faena que caló en los tendidos. Las tandas largas que el bravo animal acompañó las telas tantas veces como se las mostraba el salmantino. Mató en lo alto y el palco le concedió el primer trofeo de la tarde.
Al cuajado tercero de Montealto, segundo de su lote, Marco Pérez lo lanceó con gusto desde las tablas a los medios. Volvió a derrochar técnica y sabiduría por ambos pidones y los tendidos vibraron con su faena. La pena fue la suerte suprema que le cerró la posibilidad de tocar pelo. Al último novillo que le correspondió en sorteo lo recibió rodilla en tierra, siendo una faena de entrega de principio a fin. Desde el centro del ruedo genuflexo citó al utrero y comenzó a caldear los tendidos. Ya nadie se acordaba del agua, ni de la condición del ruedo. La gente enloqueció con el joven novillero de Salamanca, que hizo las delicias del respetable ante un bravo novillo. Estocada de efecto fulminante que le valió para cortar dos orejas.
Debutaba con picadores Pedro Rufo, novillero de Pepino y alumno de la escuela Taurina de Toledo. Lancéó entre lluvia y charcos a su primer ejemplar rematando con una media de gusto, que levantó los primeros 'olés' de los tendidos. Puso ganas y variedad en tandas cortas, pero de encaje rematadas con pases de pecho. Exprimió al novillo hasta el final, aunque el fallo con la espada le privó de inaugurar su marcador particular.
Triunfo de Pérez y Rufo por Parapléjicos entre lluvia y barro - Foto: DominguinYa sin los nervios lógicos del debut volvió a recibir con gusto por verónicas al cuarto de la tarde, un cuajado astado de Agustín Montes que derrochó bravura hasta su muerte. Rotundo estuvo el novillero de Pepino en su comienzo, doblándose por bajo y en las tandas tanto por derechazos y por naturales encajados. Se volcó tras la espada y consiguió su primera oreja del festejo.
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Triunfo de Pérez y Rufo por Parapléjicos entre lluvia y barro - Foto: Dominguin
Triunfo de Pérez y Rufo por Parapléjicos entre lluvia y barro
Sabedor que tenía que obtener trofeo para salir a hombros, salió a por todas Rufo en el novillo que cerró plaza, cuajó de salida con el capote al utrero y lo centró en la pañosa, sobre todo por derechazos largos y desempaque. Grandes momentos en el toreo bajo arrastrando las telas por el barro del coso de Mendigorría. Pese a no acertar a la primera con los aceros el público, le pidió con insistencia la oreja que el palco correspondió para que abandonara el coso en volandas con su compañero.