El futuro de la estación de autobuses de Toledo continúa siendo una incógnita y todo indica que tardará en despejarse el interrogante a pesar de los contactos entre la Junta y el Ayuntamiento. El concejal de Movilidad, Ignacio Jiménez, sigue muy encima de este asunto, pero todavía no hay una alternativa clara a pesar de que en los últimos meses se ha barajado la posibilidad de que finalmente la gestión pase a ser público-privada y una empresa entre en esta ecuación.
El concejal se reunió la semana pasada con el director general de Transportes, Rubén Sobrino, para continuar abordando distintas alternativas, pero explicó ayer que la decisión no está tomada aún, y continúan en pie dos alternativas para salva el convenio entre las dos administraciones, vigente hasta 2065. En este caso, o se acude a la gestión público-privada o el Gobierno regional se desprende de la competen cia de la estación de autobuses y la asume el Ayuntamiento.
Jiménez prefiere ser prudente en este tema porque aún no hay una decisión tomada, pero tiene claro que la estación no puede continuar sufriendo tantas deficiencias «porque es la imagen de Toledo».
En su opinión, la estación precisa una reforma integral, sea cual sea la opción que ambas administraciones acuerden cuando llegue el momento, y subraya que si finalmente se acepta una gestión público privada «ninguna empresa va a meterse en la estación» mientras no se acometa todas las obras necesarias que garanticen el buen funcionamiento y mantenimiento de este edificio al que se han puesto varios parches en los últimos meses para reparar algunas deficiencias.
El concejal de Movilidad es consciente de que la reforma integral de la estación es cara, puesto que únicamente la sustitución de las dos escaleras mecánicas ascendería a 282.000 euros. Si bien, Jiménez explica que la antigüedad de las mismas obliga a cambiarlas por falta de recambios. En principio, la sustitución de las escaleras parecía más compleja, según se detalla en un estudio técnico que maneja, por la posibilidad «de que hubiera que tocar forjado», pero no será necesario.
A las averías de las escaleras también se suma la del ascensor, que recientemente ha estado parado cuatro horas. Jiménez insiste en lo mismo, que la antigüedad de la máquina imposibilita encontrar piezas de recambio, con lo que también sería necesario sustituir el ascensor y plantear el resto de obras pendientes para que la estación de autobuses pueda operar con normalidad.