El sacerdote Marcelino Casas, natural de Miguel Esteban, conoció la discapacidad en su ámbito familiar e impulsó una respuesta de amplio calado para una realidad que tendía entonces a la invisibilidad. El cura, junto a un grupo de unos cuarenta maestros de las comarcas de la Mancha y la Sagra, trabajaron en la creación de Marsodeto, una federación provincial dedicada a la atención de las personas con discapacidad. Aquellas charlas sobre «temas que nos pudieron ayudar a cada uno a enfocar la vida», como el propio Casas las define, cristalizaron en la instauración de una marcha solidaria que se convirtió en el gran símbolo de identidad de la nueva institución.
El carácter «pionero» de la iniciativa, recuerda Carlos Martín-Fuertes, segundo presidente de la entidad tras Casas, y la causa que lo motivaba facilitaron asistencias y recaudaciones masivas: se llegaron a rozar los dos mil participantes y se superaron, en los primeros años de la década de los noventa, los cinco millones de pesetas de recaudación en donativos.
La primera marcha se celebró en 1983, cuando el entonces gobernador civil (cargo equivalente al del actual delegado del Gobierno) autorizó un acto al que sus antecesores habían objetado «por posibles alteraciones del orden público». Además de la barrera tantas veces merodeada de los dos millares de inscritos, Martín-Fuertes alude a aquellos itinerarios que partían desde el palacio de Tavera y, tras más de 30 kilómetros de recorrido, finalizaban en Cabañas de la Sagra. Posteriormente, la federación decidió establecer la vuelta al Valle toledano, a partir del colegio de Infantes, como trazado habitual del paseo solidario. «Lo que hicimos fue sembrar, dar los primeros pasos», dice quien cuatro décadas después mantiene su compromiso con aquel reto. De los inicios aplaude la acogida que les brindó Apanas, «la primera asociación que nos dejó su local» en el barrio del Polígono. Posteriormente, la federación tuvo sus sedes en locales de Palomarejos y Zocodover, antes de establecerse en el actual emplazamiento sito en la calle del Salto del Caballo.
La actual presidenta de Marsodeto, Trinidad Escobar, se afana en la restitución del brillo que tanto la federación como su jornada más célebre disfrutaron. El paraguas de la entidad acoge a 18 asociaciones, lo que la convierte en la única de carácter provincial en el conjunto de la región. Una mujer con discapacidad forma parte de la junta directiva de la institución, un paso más hacia «la vida normalizada» que todas las familias desean y que desde Marsodeto promueven desde hace más de cuatro décadas.
La propia evolución del léxico para referirse a la realidad del colectivo refleja el cambio con que la sociedad percibe a estas personas. De deficiente (la sílaba 'de' de Marsodeto aludía a tal término al inicio de su aventura) a disminuido, de discapacitado a persona con discapacidad, una nomenclatura tan asentada como consensuada y que el pasado mes de enero remplazó a la anterior denominación en el artículo 49 de la Constitución. «Han pasado muchos años; entonces se utilizaban unos términos y ahora, con el paso de los años, se han cambiado», subraya Escobar.
«La persona con discapacidad forma parte de la sociedad, no está aparte: van a colegios normalizados, hacen actividades deportivas como fútbol y natación y llevan una vida normal, que es lo que quieren las familias», expone la presidenta de Marsodeto.
PADRINOS. Miguel España, fundador de la empresa cárnica Embutidos España ha sido el padrino de Marsodeto durante el último año. El arzobispo Francisco Cerro tomará su testigo en los próximos días. La elección del titular de la Iglesia toledana es también una forma de «homenaje» a Casas, explica Escobar. La máxima responsable de la federación define al padrino saliente como un hombre«generoso y bondadoso»; a quien asumirá la distinción en próximas fechas le pide materializar la igualdad predicada. «Esto no es caridad, no se tiene que dar limosna», apunta Escobar, quien llama, además, a procurar padres adoptivos para los niños con discapacidad que así lo requieran.
La figura del padrino se instauró hace unos 30 años. Ana Rodríguez, entonces esposa del presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, fue la primera en responsabilizarse de tal honor. Políticos, empresarios y personalidades relacionadas con la cultura y el ocio han ejercido esta función a lo largo de los años.
«Lo que se pretende es llegar a todos los ámbitos de la sociedad para que la discapacidad la conozcan tanto políticos como empresarios; al final, el político nos ayuda con los recursos para que funcionen las asociaciones, pero el empresario nos ayuda contratando a las personas con discapacidad», desgrana Escobar. La inclusión de este grupo en los entornos profesionales facilita el desarrollo de un proyecto vital autónomo a partir de la remuneración que reciben por su desempeño laboral. «Es muy importante que se vea, que la gente que vive a nuestro alrededor sepa lo que hay», remarca.
España, por su parte, celebra una iniciativa que proyecta el valor de todos los ciudadanos sin menoscabo de sus capacidades. «Que se dé a conocer, que probablemente en el sector industrial no se conoce tanto y eso facilita la contratación».
FUTURO. Escobar recuerda que la labor de Marsodeto va más allá de su tradicional marcha, la que se celebra cada último sábado de abril, una fecha que fue elegida por ser víspera de las comuniones y confirmaciones que suelen celebrarse en los posteriores meses de mayo y junio. La federación, y tal es su principal cometido, provee asesoramiento jurídico, psicológico y educativo a quienes lo demandan. «Para ellos es siempre un poquito más», cuenta sobre la atención que requieren las personas con discapacidad respecto al común de la población.
A la trigesimoctava edición de la tradicional marcha, que se celebrará el 27 de abril, se le une en 2024 la primera carrera solidaria, un evento competitivo con el que se pretende sumar un buen puñado de participantes. «Fuimos los precursos de la federación y de la marcha, ahora, por aquello de renovarse o morir, damos paso a la carrera», agrega Martín-Fuertes.
El cambio de modelo trata de devolver el público a la cita popular con la solidaridad más longeva de la ciudad. «Empezamos con la filosofía de que cada marchante podía llevar a sus patrocinadores», rememora Martín-Fuertes. Sin embargo, tal fórmula se fue resintiendo a lo largo del tiempo. En la actualidad, las aportaciones que sufragan parte del trabajo de la federación en su día más señalado proceden de las inscripciones de los participantes.
«La mentalidad cercana a las personas con discapacidad se amplía con el deseo de todos aquellos que quieren mostrarles su apoyo», proclama Casas. Marsodeto es el fruto de aquellas «borracheras de amistad» que el sacerdote impulsaba en la década de los ochenta.