Rufo escribe su historia, la historia taurina de Talavera

Mario Gómez / TALAVERA
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El torero de Pepino triunfa en su encerrona en Talavera ante un gran encierro de seis ganaderías diferentes. Un toro de vuelta al ruedo, uno indultado y varios de buena nota para una tarde para la historia

Rufo escribe su historia, la historia taurina de Talavera - Foto: Mario Gómez

Cuando se acerca San Mateo o la festividad de San Isidro, en Talavera, desde hace unos años huele a toros. Ese particular aroma se desprende, gracias a un joven matador de toros, de Pepino, que ha sido capaz de ilusionar y reavivar la llama de la tauromaquia en Talavera y su comarca. 

Hablar de Tomás Rufo, es hacerlo de un chaval, que sin nada se presentó en Madrid y tras un certamen nocturno de novilladas de ensueño salió catapultado como figura del toreo. 

Tomó la alternativa, se sentó en la mesa de las figuras, y desde entonces no ha salido de ahí. Es por ello, que con solo verse anunciado él, ha logrado prácticamente un lleno en una plaza, que hace poco más de una década estaba muerta.

Tampoco es fácil encontrar calificativos para cada una de las tardes que Rufo ha comparecido en La Caprichosa, y quizá la de este sábado ha sido la que ha redondeado su trayectoria. Desde las cuadrillas, al orden de lidia, todo pareció estudiado al milímetro, y el éxito fue total.

El primero fue tocadito de pitones arriba y estrechito de sienes. El de Garcigrande salió muy frío y a pesar de que pareció venirse arriba en banderillas en el inicio con la muleta ya cantó la gallina. Huidizo-mansito y flojito de los cuartos traseros. Lo mejor de Rufo fue el quite por chicuelinas y los derechazos de mano baja muy al ralentí. Ello le llevó a los bajos de sol, donde abrochó la faena y dejó una extraordinaria estocada que le valió un justo apéndice.

El de Santi Domecq que hizo segundo era un zapato como para enamorarse. Más astifino que el primero pero con la misma justeza de fuerzas. Rufo quiso de rodillas en el saludo con una larga, pero en el quite hubo de abreviar. Quería más que podía y en las primeras tandas comenzó Rufo a cuidarlo. Se afanó en alargarlo por ambos pitones ante un animal mortecino y escuchó leves pitos. Mató a la tercera y todo quedó en silencio.

Se quiso desquitar Rufo y se fue a por el abrochadito tercero a la puerta de chiqueros. Lo marcó desde salida el de Victoriano del Río. 'Casero' era de categoría y apretó en el caballo, ante una gran vara de Bene Cedillo, y se arrancó de lejos colocando la cara haciendo el avión por ambos pitones. Brindó al propietario de la plaza con el feo detalle de que pisase el ruedo sin ser torero, antes de comenzar una faena en la que le apretó mucho desde el principio, seguramente en exceso, y la gente vibró con él. El de Victoriano se fue agotando, no sin antes permitirle disfrutar. Mató de una gran estocada a la segunda y paseó dos justas orejas tras una vuelta al ruedo al gran "Casero», mientras que Ricardo del Río corría por el callejón para llevarse las turmas, que conservó durante el resto del festejo en una bolsa.

La obra al cuarto fue para la historia de Rufo y Talavera. "Rebujino" salió haciendo el avión, y así estuvo hasta que volvió a corrales tras más de 15 minutos de pelea y entrega. El toro de la ganadería de El Juli fue un clamor en sus embestidas y sirvió para una faraónica faena de Rufo, ante un toro muy propio del toreo actual, repetidor en la muleta y con humillación. No se cansaba de embestir y la gente pronto enloqueció con el Rufo con más rotundo y con poso que se recuerda. Pronto lo vio el espada y se abandonó por ambos pitones y el público comenzó a pedir el indulto. «Yo pago la multa» se le leía a un Rufo emocionado ante la negativa del presidente. Montó la espada de ayuda para hacer un simulacro, y la gente aún se enfadó más. Entró el presidente en razón y asomó el pañuelo naranja. La mejor faena que podía haber brindado Tomás a un Tomás Rufo padre que le devolvió la montera tras el brindis aún más emocionado. Dio la vuelta al ruedo en lor de multitudes junto a El Juli, torero que ha dejado brillantes y memorables faenas y que triunfó en su debut en corrida de toros. Más que merecido que pisase el ruedo el torero. Trofeos más que simbólicos, porque no recibió nada más allá de un abrazo del alguacilillo.

El quinto se descordó tras el saludo y en su lugar salió un sobrero del mismo hierro de Daniel Ruiz. Era feo el titular y no mucho más guapo el suplente. Cuajo sí, pero una conformación de pitones muy estrecha que recordaba a otros hierros. Volvió a brindar al respetable, como ya hiciera en el primero y trasteó con solvencia a un animal al que faltaba un puntito más de vida. Seguía la muleta pendiente de lo que había a su alrededor cuando salía de cada embroque y estaba más metido Tomás en la faena que el propio animal. A pesar de ello, logró un notable trasteo que abrochó en un final sin ayudas, y que cerró con una estocada hasta la bola en la que literalmente partió a su oponente. Si el volapié era de premio y la faena lo merecía Ruffo sumó dos orejas más a su gloriosa tarde.

Volvió a tirar de raza y se fue a por el de Cuvillo a portagayola, y tras la larga cambiada recetó varios faroles de rodillas. Sorprendió Rufo con lo único que le faltaba, poner palos; y lo hizo de forma sensacional, dando ventajas al toro y variando las suertes. Brindó a los ganaderos y se echó de rodillas para dejárselo venir y torear en redondo. 'Aguaclara'" embestía a saltitos y la gente, entre gritos de torero, jaleaba a Rufo. Mención especial para la banda, por lo bien que sonó y a tiempo que lo hizo, reverencia del torero y un bis para cerrar la tarde. Se subió encima del toro y pudo las embestidas hasta meterse en los terrenos del toro y poderle para abrochar con una estocada su encerrona. Oreja, y clamor popular mientras Fernando Sánchez lo paseó en hombros antes de que lo cogiera su hermano, el novillero Pedro Rufo, y fuera sacado en volandas por la multitud hacia los exteriores.