La madre de Miguel Ángel lloraba a lágrima viva. «Hijo, te quiero, hijo», dirigía al hombre que parió el 1 de enero de 1977. Casi medio siglo después, este hijo de un electricista jubilado enfilaba, impertérrito, la entrada de la Audiencia Provincial. El rictus, tras dos años en prisión provisional, se mantuvo imperturbable mientras cruzaba la plaza del Ayuntamiento custodiado por dos agentes de la Policía Nacional. Dentro aguardaba Jero, con una cicatriz en el costado que comprometió su vida. Y complicó mucho la suerte del procesado, un adicto a la heroína y a la cocaína, en palabras de Milagros, su expareja.
La puñalada hizo una travesía corta pero peligrosísima en el cuerpo de Jero. Tanto, que alcanzó el pulmón y movilizó al personal quirúrgico del Hospital Universitario de Toledo en una intervención para conjurar el riesgo vital. El traslado del herido fue breve; vecino de los bloques de 'El parchís' del Polígono, el hijo de Milagros recibió la mojada en el espacio común del inmueble de Río Valdeyernos.
Miguel Ángel y Jero se conocían. Mucho. Jero es el hijo de Milagros, con quien se había ennoviado el procesado ocho años antes de aquel 8 de marzo de 2023. La mujer compareció ayer en la sección primera de la Audiencia Provincial como testigo y dibujó una relación entre esos dos hombres con una pátina de normalidad. Más «tóxico» era su día a día con el acusado . «Cuando me pegaba, se lo decía a mi hijo», detalló.
Pero aquel 8 de marzo de 2023, ningún incidente había perturbado a Milagros, que convivía con Miguel Ángel en la calle Tahona, en el Casco Histórico. Sin embargo, el procesado se enfureció. «Me dijo que iba a matar a mi hijo y después a mí», testificó.
Miguel Ángel, con antecedentes penales, negó esas amenazas. Y entenebreció el vínculo de Jero y su madre. El hijo reclamaba dinero a su progenitora, quien había cobrado una herencia cuatro meses antes. «Nos intimidaba a Milagros y a mí», aseguró. Es la base de su defensa: noquear el relato de la Fiscalía, que califica la causa como delito de tentativa de homicidio.
Jero y Milagros coincidían en esos malos tratos frecuentes en la pareja, pero desvinculan las supuestas agresiones de Miguel Ángel de los hechos de 2023. No obstante, el procesado y la víctima de la puñalada se pelearon aquel día. Y ayer hubo un cruce de acusaciones sobre a quién pertenecía el arma. Y quién blandió el machete de 18 centímetros de largo. «No noté nada. Sólo que me faltaba el aire», describió sobre la puñalada el joven, de 26 años por entonces.
«Vi que sacó un machete verde», aseguró Jero. Su testimonio está refrendado por el de su tía Rosa María, presente en la escena. Un arma blanca así, compatible con la herida, apareció en el coche que utilizaba Miguel Ángel.
La fiscal, Montaña Díaz, mantuvo la tentativa de homicidio y la petición de nueve años de prisión contra Miguel Ángel, encerrado desde el 16 de marzo de 2023. Una semana duró en paradero desconocido, hasta que se presentó en la Policía Nacional de Toledo.
La acusación particular, que defiende a Jero, se adhirió a la calificación de la Fiscalía. La defensa, por su parte, reclama la absolución de Miguel Ángel; e incluso pidió la eximente completa por legítima defensa. O al menos la atenuante de estar bajo la influencia de drogas y alcohol. De modo subsidiario, admite un delito de lesiones.
El juez Urbano Suárez decidirá. Tras tres horas, escuchó el turno postrero de Miguel Ángel: «No tenía intención de matar a nadie».
La fiscal acorrala a una testigo sorpresa que coincidía con la versión del acusado
Una vecina del barrio del Polígono se presentó en la Audiencia citada inesperadamente por la defensa. Afirmó que Jero sacó un cuchillo. «Si Miguel Ángel no se defiende, está muerto», dijo
La gravedad del caso atenuaba la comicidad de la última testigo del juicio. Se trataba de una vecina del barrio del Polígono que curioseó al escuchar alboroto en la zona de El Parchís. «Sí, cariño, me dio miedo y me fui», soltó a la fiscal. Antes de dar la media vuelta, afirmó que vio cómo Jero sacaba un arma blanca mientras agarraba del cuello a Miguel Ángel. «No sé qué hizo con el cuchillo. Pero si él (Miguel Ángel) no se defiende, está muerto», aseguró la mujer, que prestó testimonio por primera vez en todo el proceso policial y judicial.
La fiscal acorraló a la testigo sorpresa con la pregunta de cómo se enteró de la celebración del juicio y cómo se puso en contacto con el abogado de la defensa. «Estoy muy nerviosa y tengo ansiedad», alegó durante esos minutos para intentar explicar su incapacidad para dar más detalles en la sala de la sección primera de la Audiencia Provincial.
«Está en contradicciones», expresó incluso entonces el magistrado, Urbano Suárez.
La mujer repitió insistentemente que se tomó una pastilla contra la ansiedad y abandonó la escena de la agresión. «Ha venido a decir lo que ha dicho. No se salía del guion», reprochó la fiscal en las conclusiones sobre el testimonio de la mujer, novedoso dos años después de los hechos.
«No tiene el más mínimo viso de credibilidad», repuso la acusación particular. La defensa, en cambio, sí aprovechó el testimonio para intentar apuntalar que Jero sacó un arma blanca. «Se lo podía haber clavado en un forcejeo», señaló. Y sembró la duda, también, sobre la posibilidad de dos armas en la escena.