El presidente mexicano, Andrés López Obrador, le ha hecho un importante favor a Pedro Sánchez.
Cuando la política exterior tocaba fondo por sumar desaciertos, entre los que se incluyen el cambio de opinión respecto al Sahara y las consiguientes tensiones con Argelia, la pésima relación con Milei que ha provocado la práctica ruptura de relaciones con Argentina, y la ambigüedad respecto a Maduro que se aleja de la posición de la UE, entre otros frentes, AMLO promueve que la presidenta electa Claudia Sheinbaum, haya decidido no invitar al Rey Felipe a su toma de posesión. Su "pecado": no ha pedido perdón al pueblo mexicano por el trato dado a los pueblos indígenas en la época colonial, en el siglo XVI.
La situación es tan absurda, tan ridícula, tan falta de respeto al rey español, que incluso Pedro Sánchez la ha considerado inaceptable. AMLO ha dado así oportunidad al presidente español de adoptar una posición correcta en política internacional. Lo ha reconocido el propio PP que, por encima de su postura crítica al gobierno, es lo que aconseja el sentido común. AMLO -que es quien susurra al oído de Sheinbaum, que hasta ahora no ha hecho el menor gesto que indique que tiene un criterio propio- no solo representa una ultraizquierda fanatizada que pierde la razón, sino que disfruta haciendo ese tipo de políticas demagógicas en las que se insiste en el concepto de buenos y malos. Concepto absolutamente trasnochado e incluso cuestionado en el caso que nos ocupa, porque son numerosos, y sobre todo rigurosos, los estudios sobre la conquista española en el que los españoles cometieron salvajadas si se analizan con los ojos de hoy, pero también sufrieron tantas o iguales salvajadas por parte de los indígenas.
En cualquier caso, exigir a un jefe de Estado extranjero pida perdón por el comportamiento que tuvieron personas de su país, soldados y civiles, quinientos años antes, resulta insultante. Y el gobierno ha hecho bien en defender al Rey y anunciar, también, que el gobierno español no enviaría a ningún representante.
Pero el gobierno español sí tendrá "amigos" en el acto de toma de posesión de Sheinbum, que podrán presumir de ello, como hará el propio AMLO: Sumar -que forma parte del gobierno-, más Podemos y Bildu, socios de Pedro Sánchez, han aceptado la invitación. Lo que demuestra que Sánchez, con tal de gobernar, se alía con gentes que no solo hacen alarde de no respetar al jefe de Estado, sino que no coinciden en asuntos políticos de relevancia. Pero al presidente le es igual, lo único que le importan son los votos que le pueden prestar para mantenerse en Moncloa.
D. Felipe no cuenta con las atribuciones que le permitirían expresar su opinión, está obligado por la Constitución a acatar las decisiones del gobierno en política exterior. Al menos en esta ocasión el gobierno ha tenido buen criterio, lo que no siempre ocurre visto el deterioro de las relaciones con media docena de países.