El año que se cerró La Colegial y apareció el Puente Viejo

C. S. Jara
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El 7 de abril de 2004 la procesión del Silencio pasó por el Puente Viejo por primera vez. Este año falta uno de los grandes momentos de la Semana Santa talaverana

El año que se cerró La Colegial y apareció el Puente Viejo

Los talaveranos echan de menos este año una de las escenas que más conmueven de su Semana Santa. El paso del Cristo de la Espina atravesando el Tajo por el Puente Viejo, en medio del silencio e iluminado solo por los faroles de los penitentes. Ese momento especial se ha convertido en uno de los más esperados, pero el colapso del monumento lo impedirá.

Incorporado a la tradición nazarena en un tiempo récord, en realidad el Puente Viejo se suma a los recorridos procesionales en el año 2004. Desde 1950 la imagen tallada por José de Zazo en 1764 había salido de La Colegial, pero las obras en la iglesia de Santa María la Mayor impedían aquel año cumplir con la tradición de décadas. 

Era una de las novedades de una Semana Santa de 2004, el año del trágico 11-M, que traía también la primera representación de la Pasión de Cristo en vivo en Talavera. El público se congregó en las Murallas para ver la escenificación, crucifixión incluida, realizada por el grupo de teatro Aldahuí, de Alberche, con 70 actores a escena. El susto de la noche lo puso el actor que interpretaba a uno de los ladrones, cuando se vino abajo la cruz, afortunadamente sin mayores consecuencias, según cuentan las crónicas. 

El año que se cerró La Colegial y apareció el Puente ViejoEl año que se cerró La Colegial y apareció el Puente Viejo«Este año el recorrido de la procesión del Cristo de la Espina incorpora una novedad que arropará con más fuerza el profundo recogimiento con que los cofrades, los acompañantes o los espectadores viven la noche del Miércoles Santo. Los dieciséis cofrades que transportan en andas- son relevados por otros tantos congregantes a mitad del recorrido- la imagen del Cristo atravesarán por primera vez el Puente romano, por eso la procesión partirá del centro de Madre de la Esperanza», relataba La Tribuna el día antes de la procesión del miércoles santo.

Solo los cofrades podían acompañar a la imagen sobre el Tajo:  «Por motivos de seguridad, el Ayuntamiento nos ha recomendado que se limite el paso de personas, por eso comenzamos en el centro de Madre de la Esperanza y los acompañantes de la procesión nos esperarán en la Ronda del Cañillo, una vez que hayamos cruzado el Puente», explicaba a este diario Jorge Pérez, Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Espina.

La singularidad de la procesión había conllevado una preparación minuciosa que obligaba a la Cofradía a llevar a cabo todos sus ensayos en esta ubicación. «Medimos el tiempo y la dificultad que supone cada movimiento», explicaba entonces el propio Hermano Mayor.

Debido a la restricción en el número de personas que podían acceder al Puente, la banda de música y cornetas se incorporaban a la procesión en la otra orilla, desde la que interpretaban al paso de la imagen el himno nacional. 

El recorrido del Cristo de la Espina era de las novedades de aquella Semana Santa de 2004, que el entonces presidente de la Junta de Cofradías, Ángel Mariano García-Loarte, celebraba: «La Cofradía del Cristo de la Espina ha decidido cruzar el río, iniciativa que ha sido apoyada por la Junta de Cofradías, ya que nos parece muy bien». 

Entonces todavía era difícil calcular que ese momento se iba a convertir en uno de los iconos de la Pasión talaverana. Un total de 32 costaleros portaron la imagen, custodiados e iluminados por medio millar de cofrades, ataviados con túnicas negras sobre las que destacan los guantes blancos. A la solemnidad se unía el Arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, que presidía la procesión: «Quinientos  cofrades de la Hermandad del Cristo de la Espina asomaban por la puerta del centro Madre de la Esperanza. Prestos y con un silencio cargado de solemnidad fueron saliendo uno a uno en fila antes de que la sagrada imagen iniciará su novedoso periplo sobre el río Tajo. Al tercer golpe, el primer grupo de 16 costaleros auparon la espléndida imagen que iba adornada con un gran manto de claveles rojos con el único y desgarrador sonido procedente del golpeo de las baquetas en el tambor», relata la crónica del día. 

«Sin lugar a dudas, uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando la imagen cruzó sobre el río Tajo -una hora después del comienzo de la procesión- al son de los tambores que se entremezclaba con la bravura del agua que hacía remolinos en los ojos del puente al mismo tiempo que salía una luna espléndida. Una estampa nunca vista antes que desbordó la emoción de muchos cofrades y devotos», continuaba la información, que bendecía el recién estrenado itinerario: «Un acierto enorme que aportó nuevas estampas cargadas de sentimiento».