La patronal toledana respalda las movilizaciones del campo y defiende el marco argumental del sector primario. Desde Fedeto alaban la «valentía» de los tractoristas que acumulan dos semanas de protesta en las principales carreteras españolas y toman como propias las reivindicaciones de sus profesionales. «Tienen una razón absoluta, sin paliativos», proclama Manuel Madruga, secretario general de la organización empresarial de la provincia.
«El campo ha dicho basta y todos los demás deberíamos decir lo mismo», apunta Madruga. El responsable de Fedeto aplaude el mensaje que los agricultores están trasladando al conjunto de la sociedad. «España y los países de la Unión Europea no podemos importar productos manufacturados, elaborados y procesados con mano de obra esclava», remarca. La competencia de terceros países cristaliza en la llegada de mercancía de bajo coste, una realidad que distorsiona el mercado y empuja a las actividades agrarias a la ruina. Madruga critica que las jornadas laborales en estos países alcancen «hasta 14 o 16 horas» por un puñado «de euros al día». Las indecentes condiciones de los trabajadores, además de los menores estándares sanitarios que sus productos deben cumplir, propician el agravio comparativo. «No lo podemos consentir desde el punto de vista humano, porque sería hacernos los tontos, ni desde el punto de vista económico, porque nos hace idiotas», describe.
Madruga comprende la respuesta de los agricultores ante la amenaza exterior. «Les están abocando a ser también esclavos por todos los condicionantes que se les ponen», añade. La disparidad de criterios vuelve «incompetentes» a las explotaciones locales. En la patronal provincial creen que «en los despachos empiezan a reconocer» el malestar del sector, una movilización que una «parte mayoritaria» de la sociedad respalda.
Fedeto propone «corregir» los acuerdos suscritos con aquellos países cuyas directrices laborales y fitosanitarias permiten la producción de bienes a un precio muy inferior al que se pueden permitir los empresarios agrícolas locales. Asimismo, reclama el final de otras medidas, «obligaciones innecesarias y absurdas», como el cuaderno digital, una propuesta que solo sirve «para tener controlado al agricultor». La agenda medioambiental y ecologista, otra de las causas más señaladas por el campo en sus manifestaciones, también es reprobada.
El secretario general de los empresarios toledanos afea la existencia de «determinados compromisos adquiridos con determinados países», unos acuerdos por los que España se compremete a una regulación impuesta por «verdes de salón» que perjudica su productividad. Al mismo tiempo, ciertos acuerdos comerciales implican la compra de algunas referencias que también se producen en el territorio nacional, lo que perjudica a los agricultores locales. «Las imposiciones nos vienen de otros países y terminamos comprando lo que ellos quieren que les compremos».
Madruga estima que la mala situación del campo es «fiel reflejo de lo que ocurre en otros sectores». Entre el empresariado preocupa el futuro de un sector sensible que se constituye como la «base» de la pirámide productiva. El relevo se atisba improbable por las «malas condiciones y porque sus hijos no quieren ser empresarios del campo».
La patronal plantea reglas para una forma de globalización que consideran lesiva y alertan de la presencia de otros poderes, como los fondos de inversión, que ejercen una influencia negativa en el mercado. «Tenemos que cuidarnos a nosotros mismos», añade Madruga. «No puede ser que cuanto más trabajen más pierdan; si no hay una pronta solución, esto va a ir a más».