Esta semana recalamos en Santa Cruz de la Zarza para descubrir las respuestas que dio el 14 de agosto de 1787 el párroco de la iglesia de Santiago Apóstol don Alfonso Fronze, a las preguntas que le formuló Tomás López, nuestro ya recurrente geógrafo. El primer dato que ofrece el sacerdote es que, debido al deterioro de los archivos locales de Santa Cruz de la Zarza, no va a poder dar la información que debiera con la correcta exactitud. Las causas del citado deterioro de la documentación fueron principalmente dos, primero «el transcurso de los tiempos» y por otro las consecuencias de la guerra de sucesión que se vivió en España a principios del siglo XVIII y como bien dice el párroco, a causa de «las entradas de las tropas de nuestro rey don Felipe V y serenísimo don Carlos de Austria».
Comienza la declaración informando que Santa Cruz de la Zarza pertenece a la provincia de Toledo, partido de Ocaña y está a trece leguas al oriente de la capital. Se ubica en sitio desigual por ocupar elevadas colinas, pero «de clara y despejada atmósfera» y clima muy saludable. Se encuentra en el término de la Orden de Santiago y sujeta en lo espiritual al prior del real convento de Uclés y en lo civil es gobernada por dos alcaldes ordinarios, dos regidores y un síndico procurador, siendo estos cargos repartidos entre el estado noble y el general. El término tenía doce leguas en «círculo imperfecto», ocupando la tercera parte un monte encinar que surte de carbón y leña a las reales chimeneas de Aranjuez. Sus límites vienen dados por las villas de Tarancón, La Zarza, Fuentidueña, Buenamesón, Villamanrique y el despoblado de Belmontejo, entre otros.
El agua abunda en el término tanto en valles, como en cañadas y pozos y había tres fuentes perennes, siendo la principal de cinco caños de bronce para surtirse el pueblo y sus labores, fecundándose también con este agua un valle para hortalizas. En cuanto a la fauna destacaban las liebres, los conejos y las perdices. De los cultivos locales sobresalían los melones, las sandías y las habas, descritas como «de exquisito gusto» y la leche y el queso de «mantecoso paladar».
Noticias para la historia de Santa Cruz de la ZarzaSobre la ocupación de sus vecinos, muchos de ellos se dedicaban a la labor y otros se empleaban en la fábrica de cordellates (tejido basto de lana, cuya trama forma cordoncillo) y paños ordinarios. Las mujeres habitualmente hilaban y hacían medias de todos los colores.
En cuanto a la antigüedad de Santa Cruz de la Zarza por tradición se sabe que era un lugar antiquísimo y su antiguo nombre fue el de Velsinia (efectivamente en época romana esta fue la denominación del lugar apareciendo también como Belcinia). Parece ser que hubo un templo dedicado a la diosa Venus, algo por otro lado habitual en multitud de enclaves romanos. Aquel lugar de Velsinia se arruinó y volvió con el tiempo a repoblarse llamándose Vicus Cominarius (barrio de los Cominos). Posteriormente, parece ser que, pasando por un valle cercano a la población, el rey Recaredo I y sus tropas prendieron fuego a unos espesos zarzales y habiéndose consumido éstos, hallaron sorprendidos una cruz en el interior de las cenizas, la cual había quedado intacta después del fuego, por lo cual el nombre de la población pasó a ser Santa Cruz entre Zarzas y después por abreviarlo, Santa Cruz de la Zarza, según afirma el párroco. Las armas que usa en su sello son una cruz entre varias zarzas.
Los grandes maestres de Santiago siempre tuvieron predilección por este lugar, como se demuestra por la donación que hizo don Pelayo Pérez Correa (maestre de la Orden de Santiago nacido en 1205 y quien otorgó en 1253 el Fuero a Santa Cruz de la Zarza) de los despoblados llamados Testillos, Villarejo Seco, Villar del Saúco y Villaverde, los cuales fueron agregados a la población. Los dos últimos despoblados citados conservaban aun en el siglo XVIII sus ermitas, que anteriormente fueron iglesias; Villar del Saúco la de Nuestra Señora de la Paz y Villaverde la de Santa María de Villaverde. El citado Pelayo Pérez también concedió la celebración de un mercado todos los miércoles del año.
A finales del siglo XVIII la población era de algo más de cuatro mil vecinos, los cuales se repartían en dos parroquias, una la de Santiago el Mayor y la otra de San Miguel. También se cita la existencia de un convento de padres trinitarios descalzos que se fundó en 1682. En el interior de la villa hubo un hospital con poca dotación y una ermita con la advocación de San Pedro ad Víncula (San Pedro encadenado). También contaba Santa Cruz de la Zarza con otra ermita dedicada a Nuestro Padre San Francisco de Asís y en el término, a una distancia «a tiro de fusil» la de la Purísima Concepción y otra de San Roque, la que tenía otorgados cinco jubileos. Otras ermitas que se citan son las del Santo Sepulcro, otra de San Benito de Palermo, una de San Juan Bautista, otra de San Antonio Abad, una de Santa Lucía y otra de Nuestra Señora de los Remedios. Aun se podían apreciar en aquellas fechas restos de antiguas atalayas que resguardaban el castillo antiguo, sobre el que se levantó el palacio del comendador y que en 1787 pertenecía al señor conde Moctezuma (se refiere al VIII conde de Moctezuma don Joaquín Ginés de Oca Moctezuma y Mendoza). Había once molinos para aceite los cuales funcionaban todos y la villa poseía otro molino harinero de seis piedras en la ribera del rio Tajo «con ermita inmediata».
En cuanto a personajes ilustres que ha dado Santa Cruz de la Zarza, tenemos como militares a don Miguel Sánchez Cobo, armado caballero de la Orden de la Banda el día 22 de junio de 1442 o a Antón Gallo de Estrada, quien a principios del siglo XVI siguió la carrera de las armas y obtuvo el grado de Teniente General y escribió algunas obras de contenido castrense como «Bestierro de ignorancias de todo género de soldados de infantería» o «Regimiento militar». Don Fernán Mejía de Fominaya fue capitán en la conquista del Perú y fundó dos capellanías en la parroquia de Santiago de esta villa, falleciendo en la ciudad de Lima (Perú) el 15 de noviembre de 1574. Don Alonso Pastrana y Morón fue teniente de maestre de campo en el siglo XVII; don Francisco Crespo Ortiz fue mariscal de campo y gobernador de Lérida. En 1766 se fundaron varios regimientos de milicias provinciales y en el de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) fue su primer capitán don Hermenegildo Morales y Soto y teniente don Diego Sánchez Carralero.
Tradicionalmente y de padres a hijos, se ha dicho que en el lugar donde estuvo el castillo se dio martirio a los santos Leto, Efigio, Eutiquio y Máximo, dato que corrobora fray Gregorio Argaiz, monje benedictino, en la obra Población Eclesiástica de España. Don Tomás Palmero y Fominaya fue capellán de epifanía y racionero de la Santa Iglesia de Toledo y fundó capilla y patronato en la parroquia de Santiago de Santa Cruz de la Zarza. Otro de los varios religiosos que ha dado esta villa fue el reverendísimo padre maestro fray Fernando Sánchez Corralero general de la orden de Nuestro Padre San Bernardo y teólogo que murió en 1777.