Y sucedió. Así. Como acostumbran a ocurrir los fenómenos extraordinarios. Cuando no los esperas, cuando no cuentas con ellos. Porque hay cosas que no se anuncian, solo suceden. Ya, ya sé que es muy prematura la afirmación que da título a eta columna, pues estamos a comienzo del año y son numerosas las conferencias aún por desarrollar. Pero en esta del martes, día 13, la de Arturo Pardos Batiste, en la Biblioteca Regional de Castilla-la Mancha, superó lo habitual. En ella se mezclaron, sin chirriar, Aristóteles, Sófocles, Platón Panofsky, Freud o Levi Strauss, la geometría de la pintura, los arquetipos, teorías de la perspectiva, el punto de fuga en el arte, la matemática, la religión, la arquitectura, la pintura, el dibujo, con los garbanzos e ingredientes de un cocido de oro, él mismo como espectáculo (extraordinaria fotografía de él y su esposa, reproduciendo el Ángelus de Millet) o su imaginación surrealista (ya hubiera querido Dalí) para cuajar una intervención anárquica, con humor ácido, con un poquito de ayahuasca, simulada o real, pero sin perder el control de su intervención. Qué pudo decir otras cosas y las obvió, pareció evidente, pero es lo que pasa con la gente que sabe tanto, emplea una porción de su sabiduría con firmeza y además consigue que la gente sea feliz.
El hombre descrito no es un extraterrestre, ni un ser ajeno, vive aquí cerca, en Alcabón, un pueblecito al lado de Torrijos con urbanizaciones al calor de las odiseas modernas de un Madrid insoportable. Cuando le pregunté por qué Alcabón, tuve un respuesta bondadosa a mi pregunta indebida. Me dijo que en su juventud debió de haber cometido muchos pecados. Nada más, sin connotación negativa, donde, según contó, ha podido comer cocidos, buenísimos, los mejores hechos por la respectivas madres, con todos los vecinos del pueblo.
En fin, para quienes tuvimos el privilegio de escucharlo durante más de una hora y media ininterrumpida (el tiempo se había parado), un placer inesperado por su sabiduría y por sus bromas, cargadas del sentido inteligente y limpio de quien no necesita el humor soez para hablar provocando y que el oyente acepte el envite sin escandalizarse. Arturo Pardos Batiste permite creer que el mundo, a pesar de la redondez de la tierra, aún puede salvarse.