Purga de embajadores

SPC-Agencias
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El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha emprendido una depuración profunda del cuerpo diplomático y, en menos de un mes, ha destituido a los delegados consulares de Croacia, Bélgica y Corea del Sur

El titular de Exteriores, vistiendo el traje de gala en una recepción oficial - Foto: EFE

La Reina de Corazones es un personaje singular que aparece en la inmortal obra de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas. Se trata de una monarca con un perpetuo mal genio que condena a la pena de muerte a quien le rodea ante la ofensa más nimia. Una de sus frases más famosas es la que repite constantemente: «¡Que le corten la cabeza!».

No es de extrañar que el comportamiento de este personaje ficticio, por un paralelismo evidente, se haya asociado en las últimas semanas al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, por la afición que ha cogido a decapitar a todo diplomático que le desagrade por razones difíciles de comprender.

A finales de enero, relevó al embajador en Croacia, Juan González-Barba, después de que este escribiese un artículo en defensa del rey. Unos días después, fulminó al jefe de la diplomacia en Bélgica, Alberto Antón, por quedarse dormido durante un discurso suyo y esta misma semana destituyó al embajador en Corea del Sur, Guillermo Kirkpatrick, por reunirse con la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sin su permiso.

La inusual purga que está llevando a cabo el ministro Albares en las últimas semanas ha provocado que esté siendo cada vez más criticado, incluso con veladas acusaciones de nepotismo. Para numerosos representantes de la carrera diplomática ha visibilizado un giro autoritario que daña la imagen de un Ministerio que es el rostro de España en el exterior. De hecho, se le reprocha que ese afán controlador no casa con el de un mandatario que debe guiarse por la rectitud en todo lo referente a la diplomacia española.

El último cese decretado por el departamento de Albares se conoció esta misma semana, cuando decidió relevar al embajador español en Corea del Sur, Guillermo Kirkpatrick, tres semanas después de que este se reuniese con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, sin pedir autorización a sus superiores. 

Kirkpatrick fue recibido por Ayuso el pasado 10 de enero, justo en vísperas de la IX Conferencia de Embajadores que Exteriores organizó en Madrid y tras una visita oficial de la líder autonómica al país asiático. La reunión causó «sorpresa» en el equipo del ministro, según reveló un medio nacional en aquel momento. 

Incluso Díaz Ayuso se pronunció en tono muy crítico sobre la destitución del embajador español en Corea del Sur, país donde llevaba apenas dos años y medio. «Me ha sorprendido profundamente. Es paradigmático que a un embajador de Corea del Sur le traten como harían los gobernantes de Corea del Norte», sentenció la líder madrileña, que incluso acusó al titular de Exteriores de utilizar «el terror como aviso a navegantes».

Antes que Kirkpatrick, sin embargo, hubo otros dos damnificados. A finales de enero, Albares decidió relevar de forma imprevista al actual embajador en Croacia, Juan González Barba, sin que hubiese cumplido tres años de destino en Zagreb. Una decisión inesperada que sorprendió. Su cese fue vinculado por la carrera diplomática a un artículo que González Barba escribió el pasado 5 de enero en un medio digital sobre la proyección exterior de la monarquía parlamentaria y el destacado papel de Felipe VI en las relaciones internacionales.

Pocos días después, la guillotina volvió a funcionar. En esta ocasión, la cabeza que rodó de manera fulminante fue la del jefe de misión en Bélgica, Alberto Antón, por haberse quedado dormido durante su discurso del pasado 13 de enero en la Conferencia de Embajadores celebrada en Madrid, según revelaron fuentes diplomáticos. La charla de una hora que despachó Albares ante los 130 diplomáticas presentes, se le hizo a Antón muy larga. Las imágenes distribuidas por Exteriores mostraron al exembajador dando cabezadas en varios momentos, lo que le acabó costando el puesto.

Lejos de quedarse zanjado el tema Antón fue muy crítico esta misma semana con su jefe y le acusó de que su despido responde a una maniobra «torpe, ridícula y mezquina» que intenta «ensuciar y poner en entredicho» su reputación profesional. Además, justificó su pecado alegando que el día del «sueñecito» tenía gripe y estaba «bajo el efecto de antihistamínicos». 

La espiral de destituciones provocó reacciones inmediatas. Alberto Virella presidente de la Asociación de Diplomáticos, denunció censura y miedo en el departamento. Del mismo modo, la Asociación de Diplomáticos Españoles reclamó al titular de Exteriores «criterios objetivos» y una mayor transparencia en el proceso de selección de los embajadores ante las críticas y la frustración generada por la forma en la que se han venido produciendo estos nombramientos en los últimos años, apuntando a la arbitrariedad o el amiguismo en el proceso.

Albares, por su parte, terció en la polémica insistiendo en que hay normalidad y continuidad respecto a lo que han hecho otros ministros y que él no tiene en cuenta cuestiones políticas a la hora de elegir, aunque sí trata de promover la paridad. «Los nombramientos son competencia exclusiva del Consejo de Ministros», zanjó. Además, adelantó que realizará «una revisión del despliegue de España en el exterior de arriba a abajo, para garantizar que esa expansión es acorde con el peso de España en el mundo y con el lugar que España tiene en el mundo».