Dicho sea de paso, los 'ninis' no han dejado de multiplicarse. Y gracias a Sánchez no solo los mantenemos -los que pagamos cada vez más impuestos-, sino que además subvencionamos sus gastos en ocio.
Sigue creciendo el fracaso escolar y el abandono en edades juveniles de estudios reglados. Sigue existiendo una bolsa creciente de adolescentes que no se centran en buscar un porvenir a partir de una cultura de esfuerzo, trabajo y estudio.
Claro, es lo normal. Qué futuro les espera si en Castilla-La Mancha somos los que pagamos la ronda de los excesos de los que se aprovechan de nosotros. Vamos a ser los que sufraguemos los avances en tecnología agropecuaria a nuestros competidores del Magreb. Somos los que arrancaremos viñas y olivares porque no habrá relevo generacional y dependamos de mercados internacionales. Somos los que pagaremos las embajadas de Cataluña o País Vasco en detrimento de inversiones en infraestructuras necesarias para nuestra modernización y progreso.
Somos los verdaderos paganinis del festín que se están dando los más flojos y vagos de este país. Premiamos, sufragando sus atropellos, el que nos impidan progresar. Pagamos, con aumentos en impuestos, las dádivas que se acuerdan en cenáculos con oscuros intereses.
Y todo con la amenaza, por si tienes intención de protestar, de recibir múltiples vilipendios por tener sentido común y de la justicia. Pero eso ya está demodé. Ahora está de moda intentar ser lo más apátrida, los más apóstata, lo más antitradicionalista, en resumidas cuentas, ser lo más parecido a lo que no somos.
Hemos resuelto que, en este país, la toma de decisiones no se basa en el común, sino en el más privativo y personalista de los sentidos, aunque ello conlleve ser el paganini de todas las fiestas, todos los desvaríos y todas las excrecencias de una sociedad que se conduce a un precipicio.
En unos años nos echaremos las manos a la cabeza por no haber puesto pie en pared a tiempo, porque esto que está ocurriendo en España, a todas luces nos parecen graves y duras, pero más oscuras son las nubes que se ciernen sobre nosotros que nos harán notar que la tormenta no ha hecho más que comenzar y nos arrepentiremos ad aeternum de haber sido los paganinis de este maldito entuerto.