Quedan pocas semanas para que se estrene el nuevo curso, si bien las familias llevan tiempo inmersas en la gran odisea que supone la preparación de la vuelta al cole. Para no convertir la cuesta de septiembre en un verdadero infierno, en un momento en el que los precios están disparados, son muchos los padres que han querido adelantarse y han ido adquiriendo estos meses los útiles necesarios para sus hijos. Pero entre todos los gastos hay uno que siempre se deja para el último momento: los libros de texto, un verdadero quebradero de cabeza ante el gran esfuerzo económico que suponen.
Y no es para menos: de los alrededor de 450 euros que se destinan para el material educativo, más de 300 se utilizan para costear los manuales de aprendizaje. Con un precio medio de 22,15 euros, España es el país europeo con los libros escolares más caros, un desembolso especialmente llamativo si se compara con otras naciones con rentas notablemente superiores.
Según diversos análisis, las familias gastan un 30 por ciento más que en Alemania, Austria o el Reino Unido, donde se encuentran los textos más baratos -por debajo de los 18 euros-, mientras que Italia y Francia tienen precios similares, que rondan los 21.
Frente a ello, el mercado de segunda mano comienza a ganar cada vez más adeptos: el pasado julio, la demanda repuntó un 166 por ciento respecto a junio. También las alternativas digitales pueden suponer un ahorro de hasta 166 euros por alumno y curso, si bien el papel sigue siendo la opción preferida de las familias para que sus hijos aprendan.
No todo son malas noticias. Frente al caos que supuso el curso anterior la implementación de la reforma educativa, que modificó buena parte de los contenidos, este 2023 todas las etapas disponen ya de los manuales escolares, lo que supone un alivio para padres, profesores y también editores.
El caos de la LOMLOE
El conjunto de la comunidad educativa vivió hace un año una situación de incertidumbre a causa de la falta de aprobación de los decretos curriculares de gran parte de las regiones, obligadas a adaptarse a la conocida como Ley Celaá, y algún Gobierno autonómico los implementó muy avanzado el curso 2022-2023.
Las editoriales se vieron obligadas a trabajar con los borradores que les proporcionaron las respectivas consejerías de Educación, lo que complicó aún más la situación. Pero, en esta ocasión, «se ha podido contar con tiempo suficiente para desarrollar los proyectos editoriales y, por tanto, los libros ya están disponibles para todos los cursos».
Por ello, los responsables de elaborar los contenidos llaman a la calma y prometen «ajustar» los precios. En este sentido, el presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza, José Moyano, sale en defensa del gremio y afirma que «si hay una constante en la última década es que los libros de texto no han sido un producto inflacionario».