El entoldado delimita el camino que, una primavera más, recorrerá el Santísimo Sacramento. El majestuoso marco monumental por el que discurre el cortejo procesional se adereza con la magia efímera de los arreglos florales, los tapices, las banderas, los faroles y todos aquellos elementos que aparecen en los días previos a uno de los tres que relucen más que el sol y que se esfumarán a partir de la próxima semana, cuando para el Corpus de 2025 ya quede menos, cuando los toledanos descuenten meses para el siguiente. Miles de personas, vecinos y visitantes, creyentes en el Dios de Jesús o en la belleza que el humano alumbra para honrar al cuerpo de Cristo, pasearon el Casco histórico antes de que el tomillo alfombrara las calles y la Eucaristía se vistiera de asombro y oro.
La fiesta de la Eucaristía ordena el calendario de la ciudad. A su alrededor crece un programa festivo que mezcla lo divino con lo profano. Esa suerte de sincretismo convive en las calles del Toledo viejo en la noche previa a la gran procesión. Hay sacerdotes y religiosas junto a muchos otros de dudoso arraigo creyente; hay atuendos elegantes en la carrera procesional de las autoridades al lado de esa gran mayoría que viste ropa informal y colapsa las calles más estrechas; hay rezos en las templos abiertos y ruido en las terrazas; unos reparan en el motivo que desencadena tal explosión de belleza y otros la disfrutan por su mero carácter estético.
«Toledo es la capital del mundo para los cristianos en su Corpus», aseguró el alcalde en la ofrenda floral que instituciones, cofradías, capítulos y colegios realizaron en la puerta de reyes de la catedral en la mañana de ayer. La ciudad brilla, también en las improbables horas nocturnas, en su velada más especial, la que aguarda el paso inminente del Señor.
La tradición de la noche del miércoles se ha convertido en una de las estampas más reconocibles de la sociedad toledana, un hecho diferencial, una costumbre popular que hace más perfecta a la solemnidad del día posterior. Los recuerdos de tantos Corpus pasados se mezclan con el descubrimiento que trae la fiesta nueva. La tradición se renueva a la vez que la ornamentación: con la memoria como guía para lo que vendrá. Sirva como ejemplo la novedosa vidriera (adjunta) elaborada por la asociación de floristas que podrá contemplarse en diferentes rincones.
La muchedumbre se mueve a partir del trayecto que dibujan los toldos, mojados hace algunas semanas para cumplir la tradición legada. Algunos lo hacen en el sentido inverso que recorre la custodía; otros tantos, sin advertir tal aspecto, siguen los paños que cobijarán el paso de Cristo en la dirección que estiman adecuada. Más allá del orden escogido, es la concurrencia masiva la que determina, en muchos casos, hacia dónde ir, qué calles visitar, qué puntos del recorrido fotografíar y filmar y dónde, si es posible, sentarse a descansar o tomar algo.
El calor devolvió a Toledo la vigilia del Corpus de 2022, uno de los más calientes en lo meteorológico y el más esperado tras dos años sin procesión por la embestida de la pandemia. Poco recordó el tiempo al año anterior, lluvioso y fresco también en el desfile de la custodia.
El paseo de víspera, un símbolo compartido de ciudadanía en Toledo, colmó las angostas calles del Casco. El Corpus rebrotó una primavera más en la ciudad que más celebra la Eucaristía.