En el primer tercio del siglo XX, Talavera vivirá una etapa dorada para su comercio e industria, son muchos los emprendedores que inician y consolidan proyectos; la ciudad vive uno de sus momentos históricos de esplendor económico, social y cultural. En el caso concreto de los almacenes de coloniales, Talavera presentaba un amplio abanico de negocios, pero el que se llevaba la palma era el Almacén de Coloniales de González y Morales, con sus enormes locales en la calle Pi y Margall, que distribuían todo tipo de mercancías para media España, incluida la capital y que al final de esa etapa montarían la estación de servicio para automóviles en la carretera de Madrid, en aquel momento, sin duda, la más moderna del país.
La fama de González y Morales ha tapado el nombre de otro negocio del ramo emblemático de Talavera y coetáneo de aquel: Coloniales Hijo de García Iglesias. En 1895 José García Iglesias, natural de San Esteban del Valle, en la provincia de Ávila y donde tenía ya un gran comercio, referencia en todos los pueblos de la vertiente sur de la Sierra de Gredos, funda un almacén de coloniales en Talavera, exportando al por mayor productos de alimentación a todos los pueblos limítrofes y a las provincias de Cáceres, Badajoz, Ávila, Salamanca Ciudad Real y Toledo. Su hijo Cipriano, hereda el negocio -en los que mantiene como apoderados a sus hermanos Pedro y Castor García- y amplia considerablemente las ventas y los círculos de distribución compitiendo abiertamente con González y Morales.
Pero vengo a recordar en estas líneas a Cipriano García porque él es el último empresario talaverano que trata de hacer resurgir la antigua industria sedera que tanta fama dio a Talavera en el siglo XVIII con un proyecto potente y de mucha inversión. En 1924, justo hace cien años, se asoció con una empresa francesa del sector, visitó talleres, compró y montó maquinaria moderna de aquel país y ese mismo año empieza a fabricar piezas en sus telares. Su sueño no se cumplirá, el negocio no va a funcionar como pensaba y la empresa tendrá que cerrar al poco tiempo.
En aquellos años, el edificio de la antigua Real Fábrica de Sedas, aún bien conservado, era propiedad de Emiliano Alonso Serrano, que tenía instalada en una de sus naves mayores una importante fábrica de alcoholes vínicos.