Emilio Bravo: «Hay pocos pueblos con una fiesta tan arraigada»

A. L. Ramos
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La Fiesta del Olivo «es una celebración diferente, con una identidad muy marcada»

Emilio Bravo: «Hay pocos pueblos con una fiesta tan arraigada»

Emilio Bravo, alcalde de Mora, vive la Fiesta del Olivo con la misma pasión con la que la disfrutaba de joven, pero ahora desde la responsabilidad de que todo salga perfecto. El regidor explica lo que significan estas fiestas para el pueblo y cómo se prepara Mora para recibir a miles de visitantes con los brazos abiertos.

Lo primero, Emilio, ¿qué expectativas tiene para esta Fiesta del Olivo?

Expectativas, como todos los años, muchas. La verdad es que la Fiesta del Olivo generan una gran ilusión, no solamente en Mora, sino también en Castilla-La Mancha y en muchas otras partes de España. Siempre la vivimos con muchas ganas, con mucha ilusión, porque es cierto que hay pocos pueblos donde una fiesta esté tan arraigada, tan interiorizada por sus vecinos. 

La gente se implica, colabora, lo siente muy suyo. Esa es la clave del éxito, porque cuando todo un pueblo se mueve en la misma dirección, los resultados llegan. Por eso, cada año se generan muchas expectativas y, por supuesto, el reto es estar a la altura.

¿Qué significan estas fiestas para el municipio de Mora?

Lo significan todo. Mora es un pueblo olivarero, y esta fiesta nace precisamente como un homenaje al esfuerzo y al trabajo de los hombres y mujeres de Mora. Durante esos días, muchos vecinos que viven fuera regresan al pueblo, y lo hacen acompañados de familiares y amigos que quieren conocer esta fiesta tan especial. Es una celebración diferente, con una identidad muy marcada, en la que mostramos lo mejor de nosotros mismos. 

Siempre digo que quien viene a Mora en las Fiestas del Olivo, aunque sea de fuera, acaba sintiéndose un moracho más, porque así es como recibimos a todo el mundo.

Como viene siendo habitual, las Jornadas de NaturAceite darán el pistoletazo de salida a la Fiesta del Olivo

Sí, aunque en realidad llevamos mucho tiempo preparando la fiesta con otros eventos que ya se han celebrado, como el Concurso Nacional de Aceite o el Concurso de Poda.  Además, las peñas comienzan en enero a preparar sus carrozas. Tenemos naves municipales donde se organizan y trabajan durante meses para que todo esté listo para el gran desfile del domingo. 

No obstante, es cierto que el viernes, 25 de abril, con las Jornadas NaturAceite arranca el grueso de las fiestas. Es el momento en el que empezamos a hablar, de verdad, de aceite, de lo que significa para Mora y para Castilla-La Mancha. 

¿Qué se puede esperar de estas jornadas y quién participa?

Vienen muchas personas relacionadas con el sector, como representantes del Consejo Regulador, diputados de la Diputación de Toledo, expertos o productores, entre otros profesionales. Todos aportan su experiencia y conocimiento. Es un marco ideal para que se valore la importancia del aceite y del olivar en nuestra tierra. 

Mora es el principal productor de aceite de Castilla-La Mancha, y eso hay que ponerlo en valor. Económicamente, el olivar es fundamental para nuestro pueblo, y estas jornadas ayudan a que se entienda su dimensión.

¿Qué novedades trae este año la programación de la fiesta?

Siempre intentamos incluir cosas nuevas. La Fiesta del Olivo es muy dinámica, ha ido evolucionando con el tiempo. El otro día comí con los carroceros, con las peñas que hacen las carrozas, y me sorprendió muy gratamente ver la cantidad de jóvenes implicados. Eso demuestra que hay relevo generacional, que la fiesta está viva, que no se queda anclada en el pasado.

Muchos de ellos llevan desde enero trabajando en sus proyectos, y lo hacen con un orgullo tremendo. Aunque la fiesta tiene una estructura clara y un calendario ajustado de cuatro días, siempre hay margen para incluir cosas nuevas y seguir creciendo.

¿Cuáles son los actos más tradicionales que siguen emocionando a los vecinos?

El pregón es uno de los momentos más importantes. Este año lo dará una persona muy especial para mí y para toda una generación, Ángel Lumbreras. Era la voz de la fiesta, quien presentaba los actos más destacados como el desfile de carrozas o el pregón mismo. Fue trabajador municipal y colaboró desde los inicios con la fiesta. Su voz forma parte de nuestra memoria colectiva.

Además del pregón, tenemos el festival de folclore, concursos de migas o el de lanzamiento de hueso de aceituna. Cada actividad tiene su público. Todo es importante, y cada vecino tiene su acto preferido.

¿Qué papel tienen las reinas y damas en la fiesta?

Tienen un papel fundamental. En Mora hay muchas jóvenes que se presentan cada año con la ilusión de representar a su pueblo, y no todas pueden salir. Eso habla muy bien de la implicación que hay. En otros pueblos tienen que hacer esfuerzos para conseguir reinas o incluso pagar los vestidos. 

En Mora es todo lo contrario, muchas chicas quieren ser reinas o damas porque lo sienten de verdad debido a que participan en todos los actos de la festividad y a lo largo del año. Están presentes en el pregón, el desfile, la entrega de premios, incluso durante el resto del año en otros eventos como la feria o Navidad. Son una figura muy querida y respetada.

¿Este año habrá festival taurino?

No. Y no es una decisión fácil, sobre todo para mí, que soy muy aficionado. Hemos comprado la plaza de toros de Mora, que era de propiedad privada, y ahora estamos trabajando en su rehabilitación porque está muy deteriorada. Nos gustaría tenerla lista para la feria del año que viene. Mientras tanto, traer una plaza portátil no garantiza poder contar con grandes figuras, y Mora se merece un cartel de lujo.

La plaza de toros que hemos comprado no será solo para toros, sino también para conciertos, teatros y eventos culturales. Está en el centro del pueblo y tiene una historia preciosa, porque la construyeron los vecinos con su esfuerzo. Recuperarla es un homenaje a ellos y un gran avance para Mora. El proyecto está en fase de anteproyecto, va lento porque la administración tiene muchos trámites, pero estamos avanzando

¿Qué impacto económico tienen las Fiestas del Olivo en el municipio?

Muchísimo. En esos días pueden pasar por Mora entre 40.000 y 50.000 personas. Se llenan los hoteles, las casas rurales, incluso alojamientos en pueblos cercanos. Esas personas comen aquí, compran aquí, se divierten aquí. Este año, para poner un ejemplo, se han presentado doce ofertas para gestionar la barra de la carpa municipal, algunas de empresas de fuera. Eso demuestra el interés y la repercusión que tiene la fiesta. Es una oportunidad económica y también una forma de proyectar Mora al exterior.

¿Cómo se organiza la seguridad para un evento de esta magnitud?

Hemos celebrado una Junta de Seguridad con la Subdelegación del Gobierno, Guardia Civil y Policía Local. Nos preocupa, como es lógico, que todo se desarrolle con normalidad. Hay mucha gente, algunas personas no duermen y pasan toda la noche en el pueblo. Especialmente el domingo y el lunes son días críticos. El lunes, por cierto, es cuando más disfruto, porque ya han pasado los actos oficiales y puedo vivir la fiesta como un vecino más. Pero la seguridad es prioritaria, y contamos con el compromiso de refuerzo por parte de las fuerzas del orden.

¿Cómo vive la fiesta Emilio Bravo, como alcalde y como vecino?

Hay mucha diferencia, pero también ninguna; si me entiendes. He vivido la Fiesta del Olivo desde joven, desde las peñas, haciendo carrozas, desapareciendo el viernes y volviendo el lunes. Era la fiesta popular, la de estar en la calle, con los amigos. Ahora, como alcalde, la vivo también intensamente, aunque desde otra perspectiva. Me verás en los actos oficiales con traje y corbata, pero luego me pongo mi blusa y salgo a disfrutar como uno más.

Eso sí, el lunes por la noche no tengo voz, porque durante todos esos días no paro de hablar en el pregón, en las comidas oficiales, en la entrega de premios… Y después, con los vecinos. Me entrego por completo, y eso se nota.

Desde el punto de vista de la gestión municipal, ¿qué logros hay que celebrar durante estas fiestas?

Creo que estamos haciendo una buena gestión. Mora está cambiando, está creciendo. Ya estamos cerca de los 11.000 habitantes. Hay empresas que se están instalando, proyectos que se están moviendo, muchos con expedientes en la Junta esperando los permisos. Hemos comprado la plaza de toros, tenemos pendiente una obra muy importante en el arroyo y estamos mejorando muchas calles.

No podemos llegar a todo, es cierto, porque los recursos son limitados. Pero pedimos ayuda a otras administraciones, porque no se puede volver a cargar a los vecinos. Ya hicieron su esfuerzo cuando se asfaltaron muchas calles o se pusieron los saneamientos. Los ayuntamientos somos los que damos la cara ante los problemas, y necesitamos ese apoyo para seguir adelante.

Y para terminar, Emilio, ¿te vas a animar a intentar conseguir una nueva mayoría absoluta?

¡Una quinta! (ríe). Sé que está complicado. Faltan dos años, aún no lo tengo decidido, pero tengo la ilusión del primer día. Me siento muy agradecido por el apoyo de mi pueblo. He ganado cuatro veces por mayoría absoluta, y eso no es fácil en estos tiempos. He renunciado a otras oportunidades políticas por estar aquí, porque para mí, ser alcalde de Mora es lo mejor que me ha pasado en política. 

Me llevo los problemas de los vecinos a casa, los vivo como míos. Eso desgasta, claro, pero también da sentido a lo que uno hace. Ya veremos dentro de dos años, pero por ahora, aquí sigo, con ilusión, fuerza y muchas ganas de seguir trabajando por Mora.