Al recorrer la exposición temporal del Museo del Ejército '1898 el final de cuatrocientos años de Cuba y Filipinas españolas', dos fotografías me retuvieron y con curiosidad las contemplé, aunque por momentos dude si eran ellas las que me miraban a mí. En ambas había una persona que me seguía con la vista tratando de transmitirme algún sentimiento profundo. Eran fotos de estudio de la primera época de la fotografía. En la primera dos soldados de Infantería con uniformes de rayadillo con aspecto cansado, uno de ellos sentado y otro de pie con las piernas cruzadas y su brazo derecho caído confiadamente sobre el hombro izquierdo del que descansa sobre la silla, éste es el que te mira. Su mirada firme parece decirme: ¡Aquí mi amigo, mi camarada! Bajo la mirada y busco la cartela para identificar de qué se trata, 'Retrato de los soldados Marcelo Adrián Obregón y Loreto Gallego', ahora caigo y entiendo esa mirada, son dos de los soldados defensores de Baler, 337 días de asedio juntos, los héroes conocidos como 'Los últimos de Filipinas'
Escudriño la otra , hay seis personajes, cinco sentados en sillas y otro, el que te mira, en el suelo sujetando un cartel que pone 'al salir del cautiverio', tres portan divisas de oficial, los otros no. No son unos uniformes al uso, parecen prestados, incluso uno no parece uniforme. Hay uno que quiere esbozar una sonrisa que queda en mueca, pero sus ojos muestran alegría quizás porque ya intuye un futuro mejor, los demás desconfían si lo que les sucede es un sueño. El que sonríe presenta un pelo largo caído por su derecha que no es propio de los galones que luce y otros presentan barba descuidada y mirada perdida. Nos enseñan sus manos rudas, toscas y estropeadas por el trabajo y dos de ellos dejan caer su mano derecha sobre el hombro izquierdo del que tiene al lado, buscando su apoyo o señalando una camaradería profunda y duradera. Miro la cartela: 'Retrato del capitán Mariano Mediano, junto a un grupo de oficiales supervivientes de la guarnición de Tayabas'. Me siento desconcertado, no había oído hablar de ello, acudo a investigar, y descubro una joya que me ilustra. Tayabas es una bahía y población en el sur de la isla de Luzón en el archipiélago filipino. En junio de 1898, el jefe militar de la provincia, comandante Pacheco, tiene conocimiento de la insurrección filipina y ordena concentrar las tropas españolas en su cabecera Tayabas, el 12 de junio quince mil insurrectos cercan la guarnición, 450 españoles. El 15 de agosto, dos días después del final oficial de la guerra, agotadas las municiones, el agua, los alimentos y las medicinas, con el enemigo en las últimas trincheras, Tayabas capituló después de 63 días, 20 oficiales y 175 de tropa comenzaron su duro cautiverio. 17 meses después serían liberados por los norteamericanos. Sólo quedaban 5 oficiales y 55 de tropa. Ahora entiendo su mirada, ¡Los últimos de Filipinas somos nosotros!