Lo ha vuelto a hacer. Marcando distancias con el PSOE nacional y con el Gobierno a efectos puramente de mediciones electoralistas, Emiliano García Page ha salido diciendo que «no es tolerable pactar con delincuentes su propia condena y que los delincuentes no están arrepentidos, sino marcando su hoja de ruta hacia la independencia». Y todo ello después de que sus diputados y senadores de Castilla-La Mancha votaron, votan y votarán en Madrid todo lo que les ordene el presidente Pedro Sánchez en concordancia con los intereses y las directrices del Gobierno. De esta manera, por si acaso, amplía el PSOE sus horizontes electorales, ya saben, PSOE bueno, PSOE malo. Poli bueno y poli malo.
Lo de poli bueno y poli malo, tan habitual en el cine americano, consiste en esa trillada técnica de investigación policial en busca de una confesión o del arresto del sospechoso, lo que trasladado al tema que nos ocupa, no es más que el símil de una trampa en la que se involucran dos partes implicadas en el mismo objetivo: ganar elecciones como sea. El poli malo hace planteamientos demasiado duros, inaceptables, exagerados, rompiendo con las normas, con lo reglamentado y con lo ortodoxo, distorsionando la percepción sobre el resultado y aparentemente enfrentado y en total desacuerdo con el poli bueno, que se muestra como alguien más moderado, alguien en el que se puede confiar plenamente.
La técnica se centra en la percepción distorsionada que se crea entre ambos para que el destinatario baje el listón que su mente tiene sobre los planteamientos sacados de tono por el poli malo, con el fin de que las propuestas y la imagen del poli bueno parezcan sinceras, razonables y reduzcan la tensión ante las urnas respecto de cualquier barbaridad que se pueda perpetrar por el poli malo. En el caso concreto, se trata de hacernos caer en la idea, a la hora de votar el próximo mes de mayo en las elecciones locales y autonómicas, de que el partido de Page en Castilla-La Mancha se desmarca de la línea de la Ejecutiva nacional, como si se tratara de dos partidos políticos distintos que nada tuvieran que ver entre ellos una vez se cruzan las líneas fronterizas que delimitan la Región.
El caso es que este tipo de manifestaciones de Page siempre son agua de borrajas si nunca van acompañadas de cualquier medida real y efectiva que estuviera en sus manos, orgánica o institucional que, incluso a riesgo de poner en peligro su puesto, contribuyera de verdad a salvaguardar el mismísimo Estado de derecho y, de paso, liberar a su propio partido de la deriva totalitaria y reaccionaria en la que lo tiene sumido el 'caudillete' Sánchez.
Si no es así, las manifestaciones de Page tienen la misma naturaleza coprológica y trascendencia efectiva que las de Mónica Oltra, la exvicepresidenta primera del Gobierno valenciano, al afirmar que quiere hacer un curso de soldadura con grupo electrógeno.