En 1733 se abrió un proceso de fe en el Tribunal de la Inquisición de Toledo, seguido contra Josefa García (alias la Carreña), natural de la localidad toledana de Dosbarrios y esposa de Jerónimo de Roda, a la que se acusó de sortílega, maléfica y embrujada. El 25 de agosto de aquel año se determinó que se detuviera a Josefa y se la encerrase en las cárceles secretas (en aquellos años ubicada en el actual edificio Lorenzana), además de ordenar que a las demás cómplices se les tomase declaración.
Se trata de uno de los muchos procesos que la Inquisición abrió a determinados vecinos y vecinas a causa de provocar sortilegios y hechizos, en este caso iniciado por la denuncia que hizo María de Mora, la cual explicó que su marido -llamado José Montalbán-, estaba siendo víctima de un sortilegio, que tuvo comienzo cuando cierto día, José estaba jugando a los naipes y se enfrentó a Josefa García, por no quererle ceder su asiento. Aunque Josefa no llegó a tocar a José, parece ser que sí le señaló con la mano y al poco rato, uno de los compañeros de partida, le dijo que tenía algo en el carrillo, afirmando «que le tienes como una pez», le dijo. Al día siguiente, José se cruzó con la Carreña y ésta le comentó «anda errador, que con lo que me consuelo es que estás señalado de mi mano, haciendo jactancia de haberle puesto así». Ahí no quedó la cosa, ya que poco a poco, el matrimonio se dio cuenta de que él, se iba «inhabilitando para el uso del matrimonio», hasta que quedó completamente impotente. A este hecho se añade el lento deterioro de salud de José, hasta tal extremo que no pudo trabajar más.
En este punto de la historia, aparece una nueva protagonista llamada Ana Fernández, alias la Barrabasa, la cual dijo a María que sabía lo que tenía su marido, a lo que le contestó María que se lo dijera, pero la Barrabasa le dijo que lo que haría sería curarle. Parece ser que el enfermo mejoró levemente, pero la nueva hechicera contó que no podía curarla del todo, ya que otras personas lo impedían, debido al sortilegio que le habían provocado. Nos encontramos -de nuevo- con un caso más de prácticas hechiceriles y heréticas en las entrañas de los pueblos de Toledo y que vuelven a plasmar el terror social que había hacia determinadas personas que aparentemente tenían la capacidad de enviar sortilegios y maleficios a los vecinos y vecinas que no hacían lo que ellas quisiesen o que no les diesen todo aquello que requerían. A esto se suman otras declaraciones como la de una vecina, a la cual la Carreña le pidió una olla, pero como la vecina no se la dio, comprobó a los pocos días al levantarse, que su marido tenía «el miembro viril corbo». No sería solamente acusada Josefa, ya que también encontramos a una hermana suya, llamada Francisca, que era igual de amiga de las amenazas y los conjuros que ella, con lo cual había doble peligro en Dosbarrios ante las amenazas de estas dos hermanas. No olvidemos que ambas habían tenido una buena maestra, pues su propia madre, llamada Catalina, también tuvo fama de hechicera por todo el pueblo.
Escudo de Dosbarrios.En otra ocasión, habiendo ido la Carreña a pedir fanega y media de trigo a una vecina, le dijo ésta, que bien podría facilitarle un remedio para curar a su hermano que estaba enfermo, tras lo cual volvió la Carreña diciendo que San Antonio, le había dicho que si le daba el trigo, su hermano mejoraría inmediatamente, tras lo cual a los pocos días efectivamente comenzó a notar una mejora en su enfermedad. Este dato nos vuelve a revelar algo que era más habitual de lo que pensamos, es decir el unir cuestiones religiosas con tradiciones mágicas, encontrándonos por decenas de pueblos toledanos, con oraciones y ensalmos en los que aparecen santos, santas, la propia Virgen María y hasta algún apóstol.
En este proceso hoy analizado, intervino un fraile trinitario calzado llamado fray José Pacheco, quien fue el redactor de la delación o denuncia que realizó María de Mora, la cual confirmó tiempo después que todo lo que había dicho era cierto. Dijo también que en el pueblo no solo tenían fama de brujas Josefa la Carreña, su hermana Francisca, Ana la Barrabasa, sino también otras tantas mujeres, lo cual nos ofrece un panorama bastante curioso a la hora de estudiar el pasado brujeril de Dosbarrios. La declarante recordó al Santo Oficio, que había varias personas hechizadas en el pueblo, llegando hasta veinte los casos conocidos, como por ejemplo el de María Pedraza o el de Pedro Navarro que había muerto por esta causa, destacando lo sucedido a Pedro Pacheco quien también había fallecido tiempo atrás hechizado «con un pimiento», que es lo que comentaron todos los asistentes a su entierro. Por lo que respecta a la manera de hechizar que tenían nuestras amigas las brujas de Dosbarrios, encontramos diversas fórmulas; desde el pimiento antes citado, pasando por un trozo de morcilla (suponemos que envenenada), o a través de una mazorca de estambre llena de gusanos que una de las víctimas tenía escondida en su casa, aunque como decíamos al principio, la capacidad de hechizar a sus víctimas era tal, que no hacía falta ni tocarles para enviar los maleficios a aquellos que las contradecían.
Con todas las declaraciones en la mano, la Inquisición toledana, determinó que Josefa la Carreña era sospechosa de maléfica y embustera y por ello se ordenó su prisión y el embargo de bienes. Como hemos comprobado no es ni el primero ni el último de los cientos de casos de mujeres que conocedoras de las prácticas mágicas, intentaban sacar provecho de ese conocimiento y del miedo que causaban con sus amenazas al resto de vecinos, sobre todo hombres, que temían que su virilidad desapareciera con tan solo una mirada o un gesto de aquellas supuestas brujas o maléficas.