«Somos híbridos y hacemos música al servicio de la historia». Así, sin más, se define el toledano Alberto Torres, compositor, escritor y músico, un 'todoterreno' del sector que se ha ganado, con esfuerzo y muchas horas de estudio, de intentos y de grabaciones, un nombre en la industria cinematográfica en los últimos años.
Torres participó esta mañana, junto al conocido compositor Iván Palomares, en el primero de los cuatro Encuentros de Cine 'Reyes Abades', que ha preparado el Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) para esta semana, en el auditorio de Envases de Cartón del Campus de la Fábrica de Armas.
La música es el aderezo imprescindible en esta decimosexta edición del festival, «el espejo de la historia», subrayó Torres, que confesó en los primeros minutos de intervención que se considera «cineasta», como puede ser el director, el director de fotografía, los actores o los montadores de cualquier película.
El compositor toledano afincado en Madrid desde hace años experimentó con la música desde adolescente. Estudió en el conservatorio, formó grupos de rock, ha tocado muchos géneros, toca el piano y otros instrumentos, bucebaba «en esta esquizofrenia musical entre Bach y Nirvana», y se animó a participar en algunos cortos.
«El tercer corto que hice se hizo viral, con millones de visitas, y empecé a recibir premios», comentó sorprendido aún por la respuesta, pero acostumbrado al mismo tiempo a tener el foco puesto y a que sus bandas sonoras lleguen a festivales nacionales e internacionales de prestigio, como Cannes, Nueva York o San Sebastián. También tiene rodaje en recibir premios, como el Goya a mejor corto con 'Mama' en 2022, el mejor corto documental en el que participó como compositor musical.
«Descubrí en el cine que este camino raro que yo hacía con la música era un superpoder porque sabía escribir producciones. Poco a poco fue encontrando un estilo», apuntó ante cientos de alumnos de distintos centros educativos de la provincia.
La charla también tuvo otro protagonista que se ha convertido en compositor de cabecera en la industria «por el amor al cine». Iván Palomares hilvanó su recorrido profesional hasta la fecha para responder las preguntas del moderador del encuentro, Iván Caro, director de la Escuela Municipal de Música 'Diego Ortiz', también colaborador habitual de CiBRA.
Él también tenía un piano en la casa familiar, asistía a clases en el conservatorio -aunque no comulgaba con la disciplina-, y cursó sus estudios en el Conservatorio de Música de Madrid, en las especialidades de Dirección de Orquesta y Composición. Formación que terminó completando en Bélgica, Alemania y EEUU.
A pesar de su dilatada carrera formativa, Palomares se siente un músico «autodidacta» que aprendió en las salas de cine viendo películas e intentando imitar las bandas sonoras una vez que llegaba a casa. El compositor coincide con Torres y tiene claro que son «contadores de historias a través de la música». Ambos reivindican que la música debe ser protagonista desde el principio en los proyectos y no en «posproducción» como ocurre algunas veces.
Si bien, Torres lamenta «la falla sistemática que existe con la formación cinematográfica y con la música». Precisamente, aprovechó para reivindicar el acceso a estudios de cine «porque las escuelas son privadas o semiprivadas y destinadas a los bolsillos pudientes, con un precio de entre 5.000 y 9.000 euros el curso».
Por su parte, Palomares echa en falta mayor formación musical en el sector. «Lo que no se termina de hablar en las escuelas es de esa comunicación entre dirección y música». Ahí, Torres apostilló que el cine es «un arte coral» y la música aporta tensión, carácter, volumen y textura. Mucho más que unas notas en un pentagrama de cualquier escena.