El Monasterio de San Clemente no ha pasado nunca desapercibido para el Consorcio de Toledo, muy pendiente desde hace años de los problemas de humedades que sufre este Bien de Interés Cultural (BIC), uno de los monasterios que mayor superficie ocupa en el Casco Histórico.
Hace poco más de diez años, aprobó por necesidad un proyecto de rehabilitación en las calles San Román, San Clemente y la travesía de San Clemente para hacer frente a las humedades con el objetivo de que el subsuelo respirase y atajar los problemas de capilaridad, pero no se consiguió todo el efecto esperado y el Consorcio vuelve a estar de nuevo enfrascado en una obra de urgencia para evitar que las humedades sigan deteriorando la iglesia y el comulgatorio de San Clemente.
El Consorcio ha vuelto a entrar en el monasterio, tras la restauración paisajística de los claustros que ejecutó hace diez años, para poner freno a las humedades, limpiar paramentos, rellenar con morteros adecuados las zona más deterioradas y realizar una cámara bufa en forma de c, salvando únicamente uno de los laterales, alrededor de los paramentos que rodean el interior de la iglesia para lograr «ventilar esa humedad y que no afecte a los paramentos», al retablo de madera que preside el altar ni a las pinturas del comulgatorio, una pequeña bombonera que utilizaban las monjas de clausura a la hora de comulgar.
Intervención del Consorcio en San Clemente - Foto: Yolanda LanchaEl Consorcio se ha tenido que dar prisa y aprobar de urgencia la intervención, que cuenta con un presupuesto de 92.000 euros, para subsanar las humedades lo antes posible para evitar que el ciclo de lluvia afectase aún más al convento, según explicó recientemente el gerente del organismo, Jesús Corroto, a pie de obra, junto a uno de los dos arquitecto directores de esta obra, Roberto Fernández Díaz, que la codirige con Ignacio Barceló. Ambos apuntan la imposibilidad de reconducir el agua, dado que históricamente había un manantial subterráneo bajo el convento, por lo que la única forma de frenar el deterioro de los muros se consigue «buscando una ventilación forzada saneando los laterales de los muros para que respiren y crear una corriente de aire mediante este cajeado con una zanja con una profundidad de 80 centímetros».
El arquitecto asegura que la restauración que se llevó a cabo hace sesenta o setenta años utilizando morteros de cemento ha agravado los problemas de humedad, provocando a su vez el desprendimiento de los zócalos de mármol.
Sin embargo, la buena noticia para el arquitecto ha sido encontrarse los yesos originales, un hallazgo que posibilita aplicar un mortero de cal para que puedan respirar los muros y la humedad no afecte a zócalos ni a cualquier elemento decorativo que se encuentre a su paso.
Intervención del Consorcio en San Clemente - Foto: Yolanda LanchaNo es la primera vez que el Consorcio opta por este procedimiento. También eligió realizar una cámara de ventilación perimetral en la Capilla de San José hace tiempo por problemas de humedades para frenar la entrada de agua al edificio por el subsuelo, como ocurre en San Clemente. Esta opción también se tomó hace diez años en el convento de Santa Clara sin ir más lejos.
La Tribuna, testigo de la ejecución de estos trabajos de urgencia, ha comprobado el cuidado con el que se ha ido retirando el zócalo de placas de marmol grisáceas, combinadas con otras rojo alicante en las zonas donde no se han conservado las originales, para su posterior colocación una vez que se limpien, saneen y se restauren los muros de la iglesia.
La suerte con la que se han topado los técnicos es el buen estado del retablo de alabastro en la trasera de la iglesia, una pieza que ha resistido los problemas de humedad. En cambio en el retablo mayor de la iglesia, obra del escultor Andrés Sánchez Cotán, «hay elementos de madera afectados por pudrición», explica Roberto Fernández.
Intervención del Consorcio en San Clemente - Foto: Yolanda LanchaEl comulgatorio. Las obras del Consorcio en San Clemente avanzan a buen ritmo y está previsto que concluyan a principios de julio, puesto que cuentan con un plazo de ejecución de cuatro meses. Al margen de la intervención en la iglesia, un equipo de restauradores liderados por Miguel Bonache, trabaja al mismo tiempo en el interior del comulgatorio, enfrente del coro de las monjas, en la trasera del retablo de alabastro de la iglesia. Un espacio de reducidas dimensiones que llama la atención por su azulejería y las pinturas murales que se conservan, aunque la humedad ha puesto en jaque parte del interior de este habitáculo.
El equipo, integrado también por Eva Bajo y Natalia García, opera con detalle «el saneado del muro soporte», con lo que está siendo necesario retirar esta azulejería, que estiman del siglo XVI, la misma, según detalla Corroto, que la del arrimadero de las Comendadoras. Una vez subsanado todo, los restauradores recolocarán con sumo cuidado los azulejos.
Por otra parte, el equipo trabaja en limpiar y consolidar los muros con pinturas murales, aunque la restauración estética no entra en esta intervención del Consorcio, y se deja todo preparado, como indican los expertos, para futuras intervenciones. En este caso, Corroto aún no sabe si el próximo año habrá partida para continuar practicando labores de conservación en San Clemente, dependerá de la urgencia y la excepcionalidad para actuar en otros BIC, pero cree que si queda algún remanente se acometerá la restauración.
Intervención del Consorcio en San Clemente - Foto: Yolanda LanchaTambién Bonache explica que el equipo se ha encontrado parte de los muros con repintes posteriores a las pinturas originarias, quizá del siglo XVIII, fingidos de acabados de azulejería, con lo que todo indica que los problemas de humedades en el comulgatorio se perpetúan desde hace siglos y en distintos momentos se optó por restaurar con iconografías diferentes en lugar de intervenir en las pinturas murales primitivas.
Además, detalla otro hallazgo curioso e inesperado, una doble reja en el comulgatorio que las religiosas, una orden de monjas de clausura, usaban para recibir la comunión.
Cualquier intervención en un BIC puede dejar al aire descubrimientos sorprendentes y San Clemente no ha defraudado en ese aspecto. Durante el desmontaje de zócalos en las cercanías del comulgatorio se han topado con los restos mortales de Fernando Pérez de la Fuente, un influyente noble del siglo XVI, fundador del convento ubicado donde se encuentra el colegio Medalla Milagrosa.
En este caso, el arqueólogo Alejandro Vicente Navarro, codirector de la intervención junto a Natalia Muñoz, señala que está prevista la reducción de los restos para volver a colocarlos en el mismo sitio. Quizá el hallazgo no ha sido tan casual porque una lauda cercana al retablo de alabastro indicaba el enterramiento, pero lo que sí se desconocía era de quién se trataba.
El Consorcio lleva ya más de la mitad de la intervención prevista en el convento y en julio concluirá esta fase, pero seguramente volverá antes o después de nuevo a San Clemente para seguir cuidando un convento muy arraigado en la ciudad.