ETA desapareció. No, en cambio, la corrupción política, el nepotismo, la evasión de capitales, el despoblamiento rural, la lentitud de la Justicia, la desigualdad, la trata, el acoso escolar, las carencias de la Sanidad Pública, el enchufismo, el mal funcionamiento de la Administración en los canales de atención al ciudadano, el arboricidio urbano, el maltrato animal, los sobrecostes en la obra pública, el caciquismo, los burgos podridos, el trato denigrante a los ancianos en las residencias o, por ir concluyendo esta limitada relación de cuanto no ha desaparecido, la menesterosidad cultural y moral de quienes vivaquean, en beneficio propio o de intereses espúreos, en la política.
ETA desapareció, pero parece que a la derecha le interesa más su espectro en buena hora desvanecido que cuanto, no habiendo desaparecido, sume a nuestro país en el descrédito y en el atraso. Desapareció aquella banda asesina dejando un rastro de 800 muertos e incontables heridos, así los que sufrieron en sus cuerpos la metralla como los padres, madres, hermanos, huérfanos, viudas y amigos de las principales e irreversibles víctimas, pero lo que no ha desaparecido es la avilantez política que sabotea o estorba la superación de un suceso tan devastador y tan traumático. Unos, incluyendo en sus listas electorales a asesinos que, si bien pagaron su deuda con la Justicia, no merecen representar en los ayuntamientos a sus vecinos, ni a los correligionarios que entre estos hubiera. Otros, atizando locamente la infausta llama extinguida, utilizando el dolor de quienes de ella sufrieron las peores quemaduras, suponiendo que con ello recolectarán algunos votos.
ETA desapareció, dejó de matar, herir y extorsionar hace 12 años, y no puede ser que esos unos y esos otros traten de cubrir con su siniestra sombra lo que en democracia es siempre la acción más luminosa y jubilar, la de acudir a las urnas en busca, equivocándose o no, de un buen gobierno, en este caso regional y municipal. Queda por desaparecer, eso sí, toda la mugre que empuerca la gestión pública en la que, por cierto, en estas elecciones querrán aterrizar, mezclados entre probos candidatos, toda clase de vividores, inútiles y chorizos, y en la que querrán repetir los vividores, inútiles y chorizos que ya estaban.
ETA desapareció. No así, al parecer, la contumacia de algunos en revivirla.