Toledo y Washington DC se aproximan a través de la obra del artista Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965). La proyección internacional de este creador tan polifacético se consolida con la exposición 'La cabeza de Goya', que acaba de inaugurarse en la prestigiosa colección privada The Phillips Collection, en la capital estadounidense, al tiempo que los visitantes del Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha en Toledo pueden disfrutar, hasta el próximo 31 de diciembre, de las sorprendentes piezas que componen la muestra 'La cabeza incolora'.
Ambos trayectos expositivos entablan un enriquecedor diálogo entre dos museos que comparten la pasión por las corrientes más transformadoras del arte. Roig consigue lanzar un puente que convierte la distancia geográfica en cercanía, con dos propuestas, muy diferentes entre sí, pero que tienen en común la exploración de la identidad, de la memoria y el transcurrir del tiempo.
Si en el Convento de Santa Fe el artista mallorquín ha compuesto un recorrido que abarca la pluralidad de su universo creativo, abierto al dibujo, la escultura, la fotografía, el vídeo y la instalación, lenguajes diversos que le permiten construir un inquietante juego de espejos, de máscaras, en The Phillips Collection todo lo ocupa el dibujo, puesto al servicio de una obsesión, la figura y la obra de Goya, una fuente de inspiración permanente para él, un clásico al que vuelve una y otra vez, porque, según sus propias palabras, es «prácticamente imposible mejorar lo dicho por los artistas que amas».
Bernardí Roig, puente artístico Toledo-WashingtonFue en 2020, mientras estuvo confinado en su casa de Mallorca, a causa de la epidemia del coronavirus, cuando Bernardí Roig creó, día a día, utilizando carbón, grafito y ceniza, los 55 dibujos que componen la serie La cabeza de Goya. La incertidumbre de vivir en un mundo en el que la gente estaba aislada físicamente, con las amarras sociales cortadas, en muchos casos abocada a la muerte, condujo al creador a un proceso meditativo sobre un hecho histórico que le obsesionaba, el grotesco e inexplicable desmembramiento que sufrió el cuerpo de Goya, cuya cabeza desapareció tras su enterramiento.
Bernardí Roig se sumergió en la reconstrucción de los hechos: la muerte del genial creador, en 1828, solo en el exilio en Burdeos, en cuyo cementerio fue sepultado; el descubrimiento de la tumba, 60 años después, por el entonces cónsul español, que organizó la exhumación del cuerpo para enviar los restos a Madrid; la enorme sorpresa al comprobar que faltaba el cráneo... «Alguien robó la cabeza y nunca más apareció. Pero esa cabeza no desapareció de forma definitiva, sino que su aliento se instaló en el interior de otras mil cabezas, cientos de miles de cabezas de los que le admiraron, le amaron o le odiaron. También se insertó en las cabezas de muchos artistas, que, aplastados por la angustia de las influencias, no han podido librarse de su intensidad, ni de su ferocidad, como la mía», declara Roig.
Ese es el espíritu del trabajo que ahora se muestra en The Phillips Collection. Los 55 dibujos de la serie ya forman parte de la colección del museo, en diálogo con la única pintura de Goya de sus fondos, El arrepentimiento de San Pedro pintado entre 1820-1824, justo antes de partir para el exilio en Burdeos. La cabeza de Goya será el plato fuerte de la gala anual de la institución, que se celebrará el próximo 10 de mayo. El conjunto de dibujos ha sido descrito por su autor como «un intento de conformar un gran retrato imaginario, poliédrico y multifacial de la cabeza ausente de Goya».
Bernardí Roig, puente artístico Toledo-WashingtonAsimismo, Bernardí Roig ha sido invitado por Jonathan P. Binstock, actual director de la colección privada, a formar parte de su Comité de Artistas asesores, un plantel de creadores vivos involucrados con un museo que siempre ha cuidado el pasado sin dejar de estar muy atento al presente. En la obra del artista mallorquín, tanto en Toledo como en Washington, se demuestra el peso de la memoria y la fuerza de las obsesiones, que para él son un nutriente continuo.
El juego de las máscaras, de las identidades, «que ocultan y revelan a la vez», como dice el artista, puede ser apreciado por quienes se acerquen a sus creaciones en cualquiera de los dos lugares donde ahora mismo se exhiben. Se comprueba en el itinerario de La cabeza de Goya, del mismo modo que en el recorrido por La cabeza incolora, en el antiguo Convento de Santa, que se inicia con el espectacular vídeo Naufragio del rostro, cuatro autorretratos fotográficos del creador, que se van sucediendo; 365 instantes que discurren de forma ralentizada, con evidentes variaciones en el aspecto que dan cuenta de la evolución, de las transformaciones que ocasiona el paso del tiempo.
Beatriz Bolton, miembro del patronato de The Phillips Collection, que viajó a Toledo recientemente para visitar la exposición del artista en el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha, fue consciente de la potencia de ese impulso que mueve la obra de Roig. En un vídeo, difundido por el museo en sus redes sociales, Bolton expresa su fascinación ante las sorprendentes piezas que aguardan a quienes recorren las salas del Convento de Santa Fe, espacio que igualmente la cautivó con su cruce de culturas y tiempos, con el diálogo que el pasado entabla con el arte de vanguardia.