Entre las reflexiones, encontrándose a sí mismo, que Ernesto Sábato, Doctor en Ciencias físicas y matemáticas, reúne alfabéticamente en Uno y el universo incluye una dedicada a la simplicidad de las matemáticas. Se sorprende de que al común de los mortales las matemáticas nos parezcan una ciencia difícil, siendo la más simple. Cree que es esa simplicidad la causa de la paradoja, ya que "los razonamientos matemáticos equivocados quedan enseguida a la vista". Sin embargo, en cuestiones más complicadas, como la política o el arte, "es muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso" y "cualquier tonto se cree en condiciones de discutir sobre política, mientras mira la matemática desde una respetuosa distancia".
Pues es verdad que la política va más allá de la precisión jurídica y la matemática constitucional y por eso no es tan simple, ni carece de complicaciones y dificultades. Aunque, no es menos cierto que no deja de estar fundada en derecho, por lo que conviene preocuparse por tener unos mínimos conocimientos que te ayuden a participar con criterio en el debate público democrático. Así, probablemente, hablaríamos "con respetuosa distancia" de la conveniencia de las mutaciones constitucionales sobrevenidas, de la rendición de cuentas, de la intrascendencia de la modificación de los reglamentos de las Cámaras, de la desmesura en el empleo del decreto ley que hurta el debate en las Asambleas. De la evaluación de las políticas públicas con datos de calidad y transparentes para generar evidencias más sólidas que la burda agregación de datos con la que tributar al discurso de cada día. De si la renuncia a presentar los presupuestos generales por imposibilidades políticas no implica la dimisión de un Gobierno o, al menos, solicitar la ratificación de aquellos que representan al pueblo español o de si la igualdad va de la mano de la no discriminación, de la participación, de la equidad y de la ecuanimidad o de porcentajes matemáticos.
A las matemáticas, precisamente, se dedicaba el jueves pasado. Día del número Pi(?) por ser el día catorce del tercer mes del año y ser 3,14 las primeras cifras de Pi. Las matemáticas son la demostración de la capacidad humana para investigar sobre los interrogantes del mundo y la compresión del número Pi es un reto para la mente. Siendo un número trascendente, irracional, con una secuencia de dígitos de naturaleza aparentemente aleatoria y que aparece, siendo útil, por todas partes, lógicamente es un desafío para el pensamiento desde la antigüedad.
Recuerdo a mi profesora, contándonoslo con tal entusiasmo que veíamos a Arquímedes de Siracusa con sus artefactos, concentrado y abstraído, midiendo todas las circunferencias y diámetros que le salían al paso para acotar la proporción entre el perímetro y el radio, hasta llegar a la conclusión de que siempre vale lo mismo, sin importar lo grande o pequeña que sea la circunferencia.
Quizás ahora carecemos de esa curiosidad necesaria con la que interiorizar el saber, también el político, que te da capacidad crítica para observar y actuar en consecuencia.