80 centros de Castilla-La Mancha se encuentran probando un programa que busca evitar que el talento en las aulas se pierda por no haberse detectado. 'Mejora de respuesta educativa para el alumnado de altas capacidades' es la iniciativa que se puso en marcha el año pasado desde la Consejería de Educación y que se encuentra, en estos momentos, en su ecuador. Comenzó el año pasado con la designación de centros y los alumnos que formarían parte del programa, continúa este año con una criba, para determinar qué alumnos tienen altas capacidades y se cierra el que viene, con la edición de una guía y con el desarrollo de una propuesta educativa adaptada a cada estudiante.
«El decreto de inclusión educativa, 85/2018, recoge, por primera vez, la necesidad de atender al alumnado que presenta altas capacidades», indicó a La Tribuna el consejero de Educación, Amador Pastor, quien señaló que siempre se había trabajado con los que tienen alguna discapacidad o barrera en el aprendizaje, pero esa norma abrió las puertas a otros estudiantes. El problema es que «la detección de las altas capacidades era complicada» y, por este motivo, la Junta se puso a diseñar un protocolo, que lanzó el curso pasado, con este programa a tres años.
El objetivo de este programa es triple. En primer lugar, plantear cómo se detectan las altas capacidades, importante el plural, porque puede haberla en materias científicas, artísticas musicales o lingüísticas y su detección es diferente. Como segundo aspecto se quería destacar cómo actuar «una vez que se han detectado las altas capacidades», por lo que el programa lleva implícito una formación a docentes.
El consejero de Educación, Amador Pastor, explicó a La Tribuna que en los centros se eligió al alumnado que participaría. Después, se hizo una primera criba, que podrían tener altas capacidades, por la evaluación realizada en los centros. Si todos esos alumnos tuvieran altas capacidades, supondría duplicar las cifras actuales de estudiantes diagnosticados, que son 942 según el último informe del Ministerio de Educación. «Lo que se tratará de hacer con ellos es una evaluación psicopedagógica, con pruebas más específicas, para ratificar» su alta capacidad, dijo Pastor.
La tercera fase implica el desarrollo de «la respuesta educativa» que se le ofrece a ese estudiante. Por ejemplo, si es necesario pasarlo dos cursos por encima o hacer un programa de fortalecimiento curricular en aquellas materias donde hay más fortalezas. «El programa educativo de ese alumno se tiene que diseñar de acuerdo al potencial educativo que tiene por sus altas capacidades», obviando la edad o el curso en el que se encuentra. En este sentido, Pastor comentó que es clave que se ajuste a cada estudiante, porque es importante el componente emocional. «En el inicio del próximo curso estará publicada la guía educativa para la respuesta al alumnado con altas capacidades» y que sirva para desarrollar ese acompañamiento a los estudiantes, indicó el consejero.