En Toledo el verano hay que pasarlo, sobrevivir mayormente, huyendo a climas más benignos o aletargándose a remojo, respirando despacio y tratando de no mover ni las pestañas. Wake me up when september comes, remedando la imbatible canción de Green Day.
Uno de esos despertares coincide con 'La Noche del Patrimonio', una celebración coral de las quince ciudades españolas declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Distinción que los toledanos pregonamos a todo aquel que nos quiera, o no, oír (nos lo hayan preguntado o no, todo hay que decirlo) con ese mantra tan tierno y arrogante de «porque usted sabrá que Toledo es Patrimonio de la Humanidad».
Una bonita iniciativa para visitar rincones desconocidos y conocidos de los que ignoramos historias y anécdotas, pasear, ver monumentos, recrearnos con vistas, sonreír con representaciones, deleitarnos con conciertos.
Toledo es una plaza complicada en la que igual estás tres días en barbecho cultural como que se te junta perversamente obra en el Rojas, concierto en la plaza de Toros, recital en la Catedral, pasa calles en la senda del Tajo y tres presentaciones de libros, todo a la misma hora.
Nunca fuimos muy de coordinarnos colectivamente y el batiburrillo institucional tampoco ayuda mucho a engrasar esa quimérica agenda cultural integrada que nunca acaba de despegar.
Vivimos un momento de efervescencia cultural que podría hacer de Toledo un referente real y duradero más allá del ombliguismo inevitable de ciudad con abrumadora Historia.
Llevo un tiempo oyendo hablar de la candidatura de Toledo como capital cultural. Bien, correcto. A nadie escapa que Toledo en los últimos años tuvo dos hitos referenciales: Carolus y el año del Greco. No estaría mal analizar pasado y presente para cimentar un trabajo colaborativo, no simplemente de aluvión.
Tendemos a culpar siempre a las instituciones, que si el Ayuntamiento es de uno, que si la Junta es de otro, que si el Estado ni está ni se le espera, que si la Diputación está para lo que está que nunca nadie supo explicar muy bien lo que es… pero también se tendría que habar de la implicación del tejido empresarial, asociativo, hostelero, de grandes bancos, eléctricas y corporaciones que tienen sucursales potentes en Toledo.
Todo retorno implica una inversión. Irrita y frustra que ciudades sin tanto marco nos aventajen en carreras de este tipo. Se hacen muchas cosas muy buenas. Sabemos gente muy válida que empeña tiempo y dinero, pero me temo que falta una red de contactos generosa, en la supuesta era de las redes, y un paraguas de patrocinios e implicaciones públicas y privadas que genere una perspectiva honesta que todos sientan como propia.
La Cultura debe dejar de ser esa madre que sonreímos y de la que nos aprovechamos, que da tanto a cambio de muy poco, a la que apenas echamos cuentas, de la que presumimos, pero solo visitamos de Pascuas a Ramos.
Más en un sitio como el nuestro que debe de ser consciente de lo que tiene para saber fijar hacia dónde quiere ir.