El presidente del Gobierno ha realizado una gira por tres países africanos. La venta de este viaje era un intento de buscar soluciones a la avalancha migratoria hacia las costas españolas. Sin embargo, sorprendentemente en cada uno de los países visitados, Sánchez nos ha ofrecido una "solución". Primero nos habló de la inmigración circular, como que llegaran a España de forma legal unas 250.000 personas para aprender un oficio y que en un tiempo volvieran a su país para poner en práctica lo aprendido. Algo así como una beca o un erasmus. El anuncio rápidamente se convirtió en una torpeza, una insensatez, una llamada a las mafias, una estupidez. Tanto es así que no se sabe muy bien cómo, quizás una llamada de alguien superior consiguió que lo que podía convertirse en un coladero pasó a ser devoluciones masivas, lucha contra las mafias, freno a la migración irregular.
La realidad es que en sólo tres días el gobierno ha demostrado que no tiene una política migratoria a pesar de los aumentos insostenibles de llegadas de ilegales menores y no menores; que no saben cómo frenar la llegada por todas las vías de centenares y centenares de personas que arriesgan su vida. El caos es tal que la humanidad y solidaridad de la que farda el gobierno y por la que insulta a la oposición, muestra a las claras que los que adolecen de humanidad y solidaridad son los que gobiernan. Los emigrantes menores o no son hacinados y distribuidos por España sin el consenso de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos receptores de estos inmigrantes. Y, por supuesto, sin recursos extra para su atención.
España necesita mano de obra, claro que sí, pero legal. Con su contrato en origen y con formación o capacidad para aprender un oficio. Por qué entonces tienen meses en el limbo a miles de emigrantes latinoamericanos. Tendrían un contrato, pero no pueden firmarlo porque no son legales y no tienen papeles porque no tienen contrato. Un círculo vicioso para una emigración que se integra sin más y que comparte idioma y forma de vida. Países de nuestro entorno como Alemania, Italia o Suecia se han puesto manos a la obra para regular la emigración. Por qué en lugar de dar bandazos que no resuelven, sino que agravan la situación, miran a su alrededor, hablan con CC.AA. y alcaldes y dejan los anuncios y las fotos.