Allá por donde pasa la devastación, tiempo después, arraiga la vida. Es el ciclo habitual de la naturaleza, algo que también se puede extrapolar a los conflictos bélicos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania inició un proceso de recuperación hasta convertirse en la potencia que es actualmente. Por el camino, numerosas políticas y ayudas económicas y laborales levantaron a una nación germana en ruinas. Uno de esos acuerdos implicó la adquisición de mano de obra extranjera por la alta demanda de trabajo que existía. Además de España, entre otros, Turquía fue uno de los países que más personas aportó para llevar a cabo labores de baja cualificación. Muchos no regresaron e iniciaron una nueva vida al otro lado de Europa y sus hijos y los hijos de estos, algunos de marcado sentimiento teutón, como Ilkay Gündogan, continuaron su legado. Algunos, además, con una pelota entre sus pies. Es el caso de Kenan Yildiz.
Nacido en Ratisbona, tierra bañada por un Danubio que parece transportar unas aguas mágicas que aportan propiedades futbolísticas superlativas, Yildiz se crió en el seno de una familia de clase trabajadora y pronto supo que su destino estaba sobre un 'tapete verde'. Con apenas ocho años ingresó en los equipos infantiles del club de su ciudad y pronto fue captado por los 'tentáculos' kilométricos de la academia del Bayern de Múnich.
En Baviera creció y allí comenzó a desarrollarse como futbolista. Pasó por todos los equipos de categorías inferiores del 'gigante' germano hasta que, descreídos de lo que su progresión apuntaba, los muniqueses se desprendieron del turco y la Juventus se hizo con sus servicios en calidad de hombre libre. Como 'bianconero' despuntó en el conjunto sub'19 y en el primavera (el filial), hasta dar el paso definitivo hacia la primera plantilla este curso.
El paso definitivo
Massimiliano Allegri sí confía en el atacante otomano, a contrario que en Múnich. El técnico de una escuadra al alza actualmente en la Serie A cree que Yildiz se «convertirá en un jugador maravilloso», y sobre todo hace énfasis en la «increíble tranquilidad» que tiene.
Una expresión muy manida cuando jugadores jóvenes derriban la puerta de la titularidad en un equipo grandes es hacer referencia a que no aparenta la edad que tiene por lo bien que se desenvuelve en el terreno de juego. El otomano cumple a la perfección esa afirmación.
Su carácter, más allá de sus innegables cualidades futbolísticas, quedaron patentes hace algo más de una semana, cuando Turquía se presentó en el Olímpico de Berlín para disputar un amistoso contra Alemania, partido en el que el joven futbolista volvió loca a la defensa de la nación que le vio nacer y que dejó marchar tiempo después.
Sorprende de Yildiz el físico portentoso que presenta con tan solo 18 años recién cumplidos, lo que le permite poder acomodarse sin problemas a casi todas las posiciones del ataque, aunque actualmente suele partir desde uno de los extremos. De hecho, fue desde el costado izquierdo desde donde partió en el encuentro ante el combinado teutón, al que le marcó un auténtico golazo llegando desde ese sector.
Turquía, una de las sorpresas de la fase de clasificación para la Eurocopa 2024, se plantará en Alemania con la intención de reverdecer viejos recuerdos, y lo hará con un Yildiz que quiere 'profanar' la tierra que le vio nacer.