Genaro Pedro Gil recibirá a título póstumo el Premio Ciudad de Talavera al Deporte compartido con el también fallecido Javier Dorado. De sus cuatro hijos, será Roberto quien recoja el galardón por ser el que más ha seguido los pasos como colegiado de fútbol del padre: «Ha heredado todo ese amor por el deporte y por el arbitraje, aunque ya está retirado», asegura a este diario Javier, otro de los vástagos del premiado junto a Mamen y Sara; anuncia que toda la familia acudirá al acto.
Está convencido de que del Premio Ciudad de Talavera «estaría orgullosísimo y, sobre todo, muy emocionado, porque era una persona muy sentimental, por recibir este premio por parte de la ciudad que le vio nacer, donde vivió la mayor parte de su vida». Era tan de su tierra que «decía que tenía la sangre blanquiazul y no solo por el fútbol, sino por todo lo que amaba de Talavera».
Javier Gil asegura sobre su padre, fallecido de Covid en 2021, que «tenía tres amores: por supuesto su familia, su ciudad, Talavera de la Reina, y el fútbol, aunque cualquier deporte en general». Y, como es lógico, lo ha vivido en primera persona: «He visto fútbol en mi casa desde que nací hasta que mi padre lamentablemente falleció». Es más, el deporte rey estaba tan presente en el hogar de los Gil que «cualquier tema versaba siempre en torno al fútbol y cuando era pequeño, acompañaba a mi padre a todos los campos».
Genaro Pedro Gil empezó a arbitrar con 16 años en campeonatos locales y a los 20 se inscribió en la Federación Castellana de Árbitros de Fútbol, comenzando su labor oficial en la recién creada Liga Comarcal de Toledo. A continuación, en 1965, viene su experiencia alemana de la que su hijo Javier resalta que «mis padres estuvieron ocho años viviendo en Alemania, con lo que tuvo que abandonar el fútbol profesional en España». Por tanto, «se dirigió a la Bundesliga donde le acogieron y estuvo arbitrando durante ocho años en el estado Baden-Wurtemberg».
Recogió distintos galardones como en el 83 cuando el Comité Castellano de Árbitros le concedió la medalla de oro, que solo la tiene él en la provincia y que «la recogió de manos de Lamo Castillo y que pocos poseen porque se da a personas que han dedicado toda su vida al arbitraje». Junto a esto, recibió varios homenajes por parte del colectivo de colegiados y de equipos de fútbol.
Genaro Gil se resistió a abandonar el arbitraje: «No quería retirarse; la edad máxima para arbitrar son 48 años y estuvo peleando por continuar; así lo hizo en ligas locales». Cuando abandonó definitivamente su labor como colegiado, fue nombrado informador de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) por la Comisión Técnica de Árbitros: «Estuvo vinculado al fútbol hasta el último día». Y también como aficionado: «Era seguidor acérrimo del Talavera».
Javier cuenta que mientras que su padre fue árbitro, «nunca quiso desvelar de qué equipo era y solo cuando dejó su tarea como informador de la Federación, se reveló seguidor del Atlético de Madrid». Un detalle del carácter de Genaro en el que quiere incidir: «Mi padre nos inculcó a sus hijos y nietos una moralidad y una rectitud totales junto a su amor por la ciudad de Talavera y por el fútbol». Aunque esa neutralidad no alcanzaba, por supuesto, al Talavera que, además, es una de las entidades que ha impulsado la candidatura y de la que era el abonado número 56: «Cuando tenía 7 años, en 1941, mi abuelo ya le hizo socio y siempre ha estado ahí».
Pero el nombre de Genaro Pedro Gil apareció en los periódicos con pocos días de vida ya que «fue el primer niño que se bautizó en Talavera cuando volvieron a abrir las iglesias en 1936». Y también será recordado por regentar la tienda que en su momento abierta enfrente de los institutos y a los estudiantes que «no tenían dinerillo para comprarse el bocadillo, les reservaba unos cuantos, con lo que ha tenido siempre ese aspecto solidario que nos hace quererle como padre y ahora como premiado».