Un tesoro visigodo en Toledo: Guarrazar'. Se trata del título de la conferencia que impartirá esta tarde en el Museo de los Concilios dentro del ciclo de novela histórica 'Toledo, luz de Europa'. Imagino que de este tesoro podría usted hablar horas y horas.
Es mucho lo que se sabe del tesoro de Guarrazar y de las vicisitudes que ocurrieron con él una vez que fue descubierto de manera casual, como ha ocurrido muchas veces en la historia con grandes descubrimientos de tipo arqueológico. Hay una gran cantidad de información.
¿Qué aportará su conferencia sobre este tema siendo un escritor que publicó hace seis años la novela histórica 'El último tesoro visigodo'?
Quiero poner de manifiesto la importancia de la orfebrería en el mundo visigodo. El tesoro de Guarrazar está configurado por coronas votivas, piezas de orfebrería extraordinarias. Probablemente hubo otra clase de piezas, cruces, algún cetro, de las que hay algunas referencias, pero como una parte importante de ese tesoro se perdió antes incluso de que se tuviera noticia pública de él, no podemos afirmarlo con seguridad.
También hablaré de la importancia del tesoro como tal porque es uno de los elementos que nos recuerdan el mundo visigótico con más intensidad y por qué se colocaban las coronas votivas en las iglesias. En este caso, Toledo era la capital de la España de aquel momento, del reino de los visigodos, y en las poblaciones de alrededor pudo haber determinadas construcciones y lugares donde se alzaron edificios importantes que nos ponen de manifiesto la realidad de aquella época desde el punto de vista arquitectónico y cultural.
Además, contaré las circunstancias en las que se produce el descubrimiento casual y el recorrido histórico del tesoro. También recordaré la figura de Amador de los Ríos, comisionado de la Real Academia de la Historia, para que investigase el lugar donde se habían encontrado las piezas de este tesoro y el resultado al que llega con esta investigación. Y es importante destacar que una parte de este tesoro, que permaneció en Francia cerca de setenta años, regresó a España tras la negociación entre el Gobierno de Franco y el mariscal Petáin y se acordó un intercambio de piezas, entre las que se incluyó la Dama de Elche y seis de las coronas votivas de Guarrazar.
Se ha referido a la investigación arqueológica de Amador de los Ríos, pero las investigaciones han seguido su curso y hace solo cinco años el arqueólogo Juan Manuel Rojas descubrió que esta finca de Guadamur había sido un complejo religioso en época visigoda.
Son unas aportaciones extraordinarias porque durante muchísimo tiempo se pensó que esas piezas habían podido estar en iglesias muy importantes de Toledo por la propia riqueza. Se pensó que ante el avance musulmán y el peligro de que las iglesias fueran saqueadas los clérigos toledanos se desplazaron a Guadamur y allí buscaron un lugar para ocultarlas. Sin embargo, hoy empieza a sostenerse que no fue tanto una cuestión relacionada con iglesias toledanas que trataron de poner a salvo las coronas, que podían ser uno de los grandes objetivos de los invasores musulmanes, sino que allí se levantó un complejo palatino-religioso, una especie de residencia veraniega de los monarcas visigodos y una parte importante de las coronas estaba en esta zona de Guadamur.
¿Al tesoro de Guarrazar le queda mucho que contar todavía?
Es algo imprevisible y difícil de precisar. Si pensamos en las circunstancias del descubrimiento del tesoro, que fueron casuales, nadie puede saber en qué momento puede producirse otro descubrimiento que puede sorprender muchísimo. Teniendo en cuenta el importante fondo visigótico que hay en Toledo y en sus alrededores es algo que podría ocurrir.
¿Este tesoro invita a buscar otros tesoros en Toledo capital o en otras poblaciones cercanas?
Siempre existe la posibilidad de que algo se haya escapado. Conforme va pasando el tiempo las dificultades pueden ser mayores porque el recuerdo ha desaparecido por completo. Yo soy de los que sostienen que la memoria es muy frágil y en tres o cuatro generaciones se pierden muchos datos. Si hablamos de la época visigótica, que tiene su final a comienzos del siglo VIII, el recuerdo y la información que se pueden tener son nulas, aunque casualmente puede aparecer algo porque pensemos que Toledo fue la gran urbe que los visigodos convirtieron en su capital una vez que han sido derrotados por los francos en el sur de Francia y trasladaron su capital de Tolosa a Toledo.
Sobre ello, existen numerosísimas leyendas en relación a piezas valiosísimas. Por ejemplo, Alarico saqueó Roma y se habló de tesoro que pudo traerse de allí a Toledo, pero eso ya forma parte de las leyendas, que siempre tienen un fondo en su origen histórico que da pie a la construcción y después se le van añadiendo elementos que, incluso, a veces pueden deformar el principio de esa leyenda.
Fue muy notorio el regreso a España de las seis coronas votivas que mantuvo Francia casi setenta años. Sobre este hecho histórico se ha hablado mucho y hay quienes le atribuyen el logro directamente a Heinrich Himmler, uno de los principales líderes nazis, mientras otros creen que fue fruto de las buenas negociaciones de Franco. ¿Es blanco o negro?
No merece la pena este debate porque lo verdaderamente importante de estas piezas tan valiosas que constituyen probablemente el referente más importante de orfebrería visigoda en el mundo es que regresaron después de 70 años, también que fracasaron esas peticiones diplomáticas que se realizaron en el siglo XIX. Si la negociación se llevó a cabo inmediatamente después de una visita de Himmler hace a España o si se hizo a través de Franco no es tan importante. También hay que destacar que regresó la Dama de Elche y hoy tenemos todas estas piezas en el Museo Arqueológico Nacional, no en un museo parisino, y para disfrutarlas no hay que desplazarse fuera de España.
La gran incógnita por mucho que se investigue sobre Guarrazar sigue siendo quién o quiénes ocultaron el tesoro en la zona de Guadamur.
Todo apunta que fue un ocultamiento ante el temor que había desatado la invasión musulmana. A Toledo llegaron noticias muy pronto de lo ocurrido en la batalla que se había dado muy cerca de Algeciras, en la Batalla de Guadalete, donde el ejército que manda Don Rodrigo fue gravemente derrotado y por tanto los invasores musulmanes no tuvieron grandes obstáculos para avanzar por la Península.
Los rumores que pudieron llegar a Toledo de ese avance debió hacer pensar a quienes tenían la responsabilidad de custodiar los lugares donde se encontraban estas coronas votivas, es decir, esas ofrendas que realizaban grandes personajes e incluso los propios reyes en cumplimiento del voto o promesa.
Tengo pocas dudas y quizá eso también explique una hipótesis. Cuando se ocultan estas piezas pudo existir en la mente de quienes las ocultaron la posibilidad de volver a por ellas en algún momento. En el caso de que hubieran renunciado y pensasen que no iban a volver nunca es posible que se las hubiesen llevado consigo.
¿Cree que el tesoro de Guarrazar está suficientemente protegido y valorado a nivel patrimonial? Llama la atención que hasta 2021 no se constituyera la Fundación Guarrazar enfocada a la investigación, difusión y protección.
Lo que queda hoy de ese tesoro está expuesto en el Museo Arqueológico Nacional con la protección adecuada. Hay una corona más que está en el museo del Palacio Real, donde se produce la pérdida de una de las piezas en el siglo XX y después no se han tenido noticias y únicamente se conservan fotografías. Otra cosa distinta es que se haya dado la difusión que merece y se haya impulsado una institución que se encargue de potenciar y difundir la importancia de ese tesoro en cuanto a su conservación.
Otro de los planteamientos y debates se centran en dónde deberían estar esas piezas, pero creo que el Museo Arqueológico Nacional es un buen sitio más allá de que haya personas que piensen que debería estar en Toledo atendiendo a ese debate de que cada pieza tiene que estar en el lugar donde ha aparecido. Otros defienden que la existencia de un gran museo es lo mejor porque se pueden exponer piezas de muy distinta procedencia.
Hablando de Toledo, ¿Debería la ciudad promocionar más el valor cultural y patrimonial de haber sido la capital visigoda?
Soy una persona que siente un atractivo particular por Toledo por diferentes circunstancias, he visitado la ciudad en numerosas ocasiones e incluso pasé un verano en la Academia de Infantería haciendo parte de mi servicio militar. Me parece que es una ciudad con un peso histórico tan importante desde el punto de vista artístico y monumental que todo lo que se haga por impulsar el conocimiento de la misma me parece extraordinario. Lo que ocurre es que el mundo visigodo es menos conocido que otros periodos de nuestra historia.
En alguna ocasión he señalado que la España visigoda ha tenido la dificultad de encontrarse entre dos momentos particularmente esplendorosos de nuestro pasado, la Hispania romana, una de las grandes provincias del imperio capaz de dar emperadores, filósofos, escritores, etc, y la época musulmana. Por eso, el mundo visigodo ha quedado emparedado entre los otros dos y probablemente se le ha dedicado menos atención de la que se debería, pero tengo la impresión de que en los últimos tiempos está adquiriendo una revalorización importante lo que significó en el conjunto de la historia de España. Así que todo lo que se haga en Toledo por revitalizarlo va en beneficio de la ciudad y de nuestra historia en general.
En Toledo hay una propuesta ciudadana para dar una digna sepultura a los restos de dos reyes godos que están en la ciudad, Recesvinto y Wamba, y se pide incluso un acto institucional a la altura de dos jefes de estado. ¿Qué le parece?
Reivindicar nuestra historia siempre es importante e interesante. Desde mi punto de vista nos lleva a un mejor conocimiento y a sentirnos herederos de ella, pero muchas veces se pretenden sacar las cosas de quicio. No quiero decir que no se haga, pero que se lleve a cabo con el debido cuidado. Todo lo que sea poner el punto de mira en el pasado histórico va en beneficio de nuestra sociedad, no solo por un mejor conocimiento del pasado, también por la realidad de nuestro presente.
Como escritor tiene más de veinte novelas históricas a sus espaldas, un género exitoso que no pasa de moda como otros. ¿El enganche de la novela histórica se debe a que a la sociedad le interesa más la historia de lo que parece o conocer parte de ella de una manera más amena?
Hay algo de verdad en las dos cosas. Es cierto que la novela histórica es un curioso fenómeno de pervivencia literaria. Ha habido momentos en los que la novela ha tenido un contenido social, épocas de novelas realistas, costumbristas y de distintos géneros, pero desde que Walter Scott escribió 'Waverley' hace ya más de dos siglos, la novela histórica ha gozado del favor del público, sigue haciéndolo y es el género de novela más demandado por los lectores en general.
Desde el punto de vista académico creo que las obras de divulgación se han menospreciado durante muchísimo tiempo y eran consideradas como una cuestión menor y de poca importancia. Nuestros ensayos académicos, extraordinariamente importantes para que una ciencia avance y para tener un conocimiento más profundo, han descuidado el dirigirse al gran público, pero la novela histórica ha venido en parte a rellenar este hueco para conocer el pasado y hacerlo de una manera más amena y más atractiva.
Aun así, la novela histórica tiene que ser respetuosa con los hechos históricos aunque hay quien pretende que esté basada en acontecimientos que no estén respaldados o los alteran y eso será otro género. Además, un lector tiene que saber cuando tiene en sus manos una novela histórica que se trata una novela y no es un libro de historia porque aparecen elementos de ficción.
Para escribir novela histórica habrá que dejar fuera ideologías y tener claro que no se puede ser políticamente correcto, ¿no?
Estoy de acuerdo. Un escritor de novela histórica tiene que tener presente que la gente de otro tiempo pensaba de manera diferente que la gente del tiempo presente. También había una escala de valores diferente. Por ejemplo, el honor era algo muy importante en una sociedad del siglo XVI o siglo XVII, pero tengo la certeza de que hoy el dinero está muy por encima en la escala de valores al honor. Cuando juzgamos a gente de otro tiempo con los criterios que nosotros tenemos nos estamos equivocando porque se pensaba de manera diferente, tenían objetivos distintos y su ideal de vida era diferente aunque haya muchos elementos que coincidan en todas las épocas, como el amor, el odio o el deseo de venganza, etc.
Además, tratar, por ejemplo, de ver feminismo en el siglo XVI o en la época de los visigodos no encaja en ese momento histórico. Tratar de encajar un lenguaje que se está imponiendo en nuestra época tampoco tiene sentido.
También el tuteo, que se ha convertido en una realidad incontestable en la sociedad y los alumnos hablan de tú a los profesores, pero yo que tengo cierta edad no se me habría ocurrido, ha sustituido la manera de dirigirnos unos a otros y hay que pensar lo que eran hace mil años o más, las relaciones y la manera de hablar era diferente. Todo esto hay que tenerlo presente en la novela histórica porque se está en otro tiempo. Los españoles del siglo XVI se dirigían a vuesa merced y yo mismo me he hecho alguna pregunta escribiendo novela histórica que no deja de ser curiosa. ¿La gente se hablaba de vos... y en la intimidad? No lo sabemos.
En sus novelas reivindica el papel de la mujer en la historia, que ha estado en segundo plano. Imagino que su hermana, la exministra socialista Carmen Calvo, estará muy contenta por ello.
No escribo para tratar de satisfacer a nadie en este sentido. Me han atraído muchísimo las mujeres que rompieron con los convencionalismos sociales de su época, pero también los hombres que lo hicieron. Mariana de Pineda, por ejemplo, se reunía por ideología política de noche con hombres en lugares apartados y no quiero imaginar lo que podía suscitar en la sociedad de la época. También me han atraído personajes como el Gran Capitán, que siendo un segundón rompe los esquemas de su tiempo y termina mandando grandes ejércitos, algo que debía estar encomendado a alguno de los grandes títulos del reino, como el Duque de Alba o el de Medina Sidonia.
Acaba de publicar una nueva novela histórica, 'El rey regente', que se sitúa en una época del Imperio, desde la muerte de Isabel La Católica hasta el fallecimiento de Fernando. ¿Qué se puede esperar de esta nueva novela?
El lector se puede introducir en ese tiempo en el que después de haber muerto Isabel parece que la presencia de los Reyes Católicos ya ha concluido, pero Fernando sobrevive hasta 1516, más de una década, en la que ocurrieron hechos extraordinarios. Cisneros va a expandir la monarquía hispánica por el norte de África, las campañas de Orán, Bujía, Trípoli y Túnez; al otro lado del Atlántico Nuñez de Balboa se da cuenta de que Colón no ha llegado a las Indias porque al otro lado de la tierra descubierta hay otro mar y están más allá.
Además, se elaboraron las leyes de Indias redactadas en Burgos. Uno de esos artículos dice que cuando una nativa de a luz en los tres años siguientes no trabajará porque debe estar dedicada a la crianza de su hijo. Eso lo están diciendo los juristas españoles hace 500 años, otra cosa es que se llevara a la práctica, pero pensamos que estamos descubriendo muchas cosas en nuestro tiempo cuando, a veces, vamos a remolque de lo que han planteado otros.
El lector puede descubrir una época apasionante y por sus páginas desfilan personajes como Felipe el Hermoso, Juana La Loca, entre otros. Además, también hay una trama importante. ¿Hizo Enrique IV testamento? Pues en la novela andan buscándolo a ver si existe.
¿Se atreverá algún día a tocar temas históricos más reciente en sus novelas, como la Guerra Civil o el franquismo?
Creo que no. Para escribir novela histórica los acontecimientos históricos que se cuenten deben estar alejados del levantamiento de pasiones y que los contemplemos como hechos del pasado. Y ni la Guerra Civil ni el franquismo están suficientemente asentados. Muchos españoles se alinean a favor y en contra, desde una perspectiva u otra... Para mí, los límites están ahora a finales del siglo XIX. He dedicado un par de novelas a la segunda mitad de este siglo, 'Sangre en la calle del turco', cuyo tema central es el asesinato del general Prim, y 'El año de la República', sobre 1873.