Cuando el imperio español luchó contra apaches y comanches

Á. de la Paz
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El general César Muro reconstruye la presencia de España en el sur del actual Estados Unidos en 'Fronteros en América. La Caballería Española entre apaches y comanches', una novela histórica que revisa el mito de la conquista del oeste

Cuando el imperio español luchó contra apaches y comanches - Foto: Pilar Cembrero. / Museo del Ejército

El virreinato de Nueva España estructuró las posesiones españolas en el norte del continente americano. Esta división administrativa, con centro en México, incluía porciones de territorio que hoy integran Estados Unidos y Canadá. Bajo el reinado de Carlos III, en la segunda mitad del Setecientos y casi tres siglos después del Descubrimiento, la Corona renovó sus intenciones colonizadoras: la metrópoli pretendía extender unos poblamientos que al norte del río Grande escaseaban. Eran dos las fronteras fluviales que marcaban la posible influencia hispánica: desde el Grande hasta la ribera occidental del Misisipi -hacía el este se había establecido el dominio británico- existía una vasta extensión ocupada por diferentes pueblos nativos. «Y estuvimos 25 años en lucha con apaches y comanches», explica el teniente general César Muro Benayas.

El militar retirado se ha reconvertido en escritor de novela histórica. Su última obra, Fronteros en América. La Caballería Española entre apaches y comanches, aborda los pormenores de la colonización española frente a los pueblos apache y comanche, «tribus salvajes que impedían la colonización». El texto se desarrolla en las últimas décadas del siglo XVIII, en una etapa histórica marcada por el nacimiento de Estados Unidos en la fachada atlántica de Norteamérica, un hito al que continuó en el siglo posterior la conocida conquista del oeste. «Sabemos de estos indios por Hollywood», indicó el teniente general refiriéndose a los apaches y comanches. «Todos hemos jugado a indios y americanos». Sin embargo, muchos años antes de que estas tribus se enfrentaran a los colonos del nuevo país ya se habían topado con soldados españoles.

El esfuerzo de las armas españolas para mantener la paz en sus nuevos poblamientos resultó tan costoso como improbable en el medio plazo: había de custodiarse un frente de 2.400 kilómetros, «una distancia similar a la de Madrid y Moscú», y un territorio de 2 millones de kilómetros cuadrados, «unas cuatro veces el tamaño actual de España». La amplia distancia de los presidios en el frente, de unos 200 kilómetros entre cada uno de ellos, limitó el efecto de la acción militar. En cualquier caso, el ejército español hizo frente a la crueldad de apaches y comanches, imponiéndose a los primeros y pactando con los segundos.

La investigación de Muro ensalza la figura de Juan Bautista de Anza, diplomático y capitán de caballería, que luchó contra ambos grupos. Los dragones de cuera, entre quienes también se enrolaba población indígena, se convirtieron en el precedente de las tropas regulares. El autor comenzó a escribir la novela que ayer presentó en el Museo del Ejército durante la pandemia. Sus fuentes históricas han sido las diferentes tesis doctorales escritas en Estados Unidos, México y España sobre esta época.