Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Feijóo

29/09/2023

Alberto Núñez Feijóo tenía el derecho, fue el más votado, con 16 escaños de diferencia sobre Sánchez, pero también el deber de intentar su investidura como presidente del Gobierno. Aunque supiera que le era imposible el conseguirla.
No haberlo hecho hubiera sido una total dejación y aún peor, descalificarse a sí mismo como el líder que España va a necesitar para enfrentar el momento y la amenaza que se ciernen contra su propia esencia como Nación, contra la soberanía del pueblo español y contra la igualdad de sus ciudadanos.
Porque eso es lo que viene ahora y no tengan la más mínima duda de que así va a ser la presidencia de Sánchez, rehén ya no solo de la extrema izquierda sino del separatismo y los herederos de ETA, a quienes entrega la Constitución y nuestros derechos, para que la pisoteen a su entero gusto y poder seguir él en La Moncloa.
Ténganlo claro de una vez. No es España quien tiene necesidad de arrodillarse ante Bildu, Junqueras y Puigdemont. Ninguna. Es Sánchez quien la tiene. Sólo él y su ambición.
Y que lo va a hacer, que lo ha hecho ya, es algo que solo quienes lo saben bien, que son quienes más nos lo intentan ocultar o los que no lo quieren ver, cegados y abducidos, se atreven a negar. Van a dar bula a un prófugo y salvoconducto a todos para poder reincidir cuanto y como quieren en los delitos cometidos y proseguir su tarea de desguace y demolición de España y su Constitución. Lo que, para más mofa, befa y escarnio, declararán 'constitucional'. Los mismos y con total desvergüenza y descaro el descaro que ayer mismo, se escandalizan y hacían ascos y protestas de que en ello pensaran, ni que fuera posible ni que lo fueran a consentir.
Lo que viene, lo que ya está en marcha, no tuve duda alguna de que así iba a ser desde la noche del 23-J es lo más grave que ha sucedido en nuestro país, y contra él, desde el año 1977 en que empezó a alumbrarse la Democracia. Por la puerta de atrás, con alevosía, mentira y nocturnidad, pero letal. De hecho, es la piedra angular del intento de reventarla y que de su edificio no queden sino los escombros.
Para enfrentarse a ello, Feijóo debía ir al Parlamento y decirle a la Nación que existe alternativa a esa verdadera locura en que como Estado y como sociedad nos van a meter. Lo hizo con convicción, coraje, contundencia, claridad, mesura y educación. Que mantuvo, aunque le echaran un mulo dando coces, que es lo que suelen hacer tales especímenes tras rebuznar. No se olvide que las acémilas tienen de burro la mitad y en este caso es, sin duda, el gen dominante.
Feijóo salió del Parlamento mejor que como entró. Diría que recuperado del trastazo de una expectativa que no se llegó a cumplir y los dejó, a partido y votantes, en shock. Pasado el trance lo que emergió fue un líder fiable, con capacidad y decisión de ponerse a la tarea de lo que le espera y convertirse así en la esperanza de muchos. Un líder con una gran fuerza y poder detrás. La gran mayoría de las Autonomías y de las grandes ciudades son suyas, un poder territorial que no lo ha habido mayor nunca en manos de un partido. Y que está claro va a tener mucho que decir, como algo la segunda Cámara de representación, el Senado
Le queda todavía una prueba, pero también un cartucho más. Y no por la segunda y descontada votación del vienes, sino cuando ya Sánchez haya de comparecer y esta vez ya no le quede otra de salir él. Esa será la primera y ya crucial batalla de las que vamos a asistir. Mas allá del resultado de la votación, entregará, traicionará y mentirá cuanto sea menester para conservar el poder, lo importante será ver cuál es el primer veredicto a los ojos de la población. Porque ese día se comenzará a jugar ya la definitiva suerte de España como Nación y de todos nosotros como ciudadanos e iguales en derechos y deberes.
Puede que buena parte no sean aún conscientes. De ello se trata y ello tratan de hacer creer. Que 'no pasa nada' que poca cosa y que todo es exageración. También se decía de cuando comenzó la murga en Cataluña. Ahora los diputados llevan al cuello un pinganillo, pero a los niños catalanes no les dejan estudiar en castellano, español en el mundo.