Julio Urdiales Camacho se despedirá el 18 de febrero de sus labores como jardinero del Municipal El Prado y de la Pista de Atletismo. Y es que ese día, cuando el CF Talavera reciba al Guadalajara, se jubila después «de 41 años y medio de servicio», como apunta a este diario. A medida que llega el día en el que pondrá fin a su vinculación como trabajador del Ayuntamiento, confiesa que «empiezo a sentir nostalgia porque es un trabajo que me ha gustado siempre». Y, por descontado, recibe muchos mensajes recordándole que su jubilación está próxima. Porque Julio Urdiales es toda institución.
Recuerda perfectamente su contacto inicial con el terreno de juego de El Prado: «El primer día que entré fue el 15 de abril de 1982 y, por casualidades de la vida, ya que no tenía ni idea de esto, me tocó segar el Municipal El Prado con maquinilla y era la primera vez que se segaba».
Fue su primer contacto con la jardinería, una materia de la que no tiene estudios, pero en la que es todo un maestro gracias «al día a día y a leer libros». Eso sí, deja claro que «me gustó desde el primer día; se ve que era lo mío». Asegura que ha tenido siempre buen entendimiento con el Ayuntamiento, independientemente del color político que imperara. Y destaca que los distintos concejales de Deportes «se han dejado siempre asesorar por mí con respecto al campo».
No ha ocurrido lo mismo con los entrenadores del Talavera: «Hay algunos que querían entrenar todos los días en El Prado como Fran Alcoy, con lo que era imposible tener un campo en condiciones». Por contra, Pedro Díaz, actual técnico blanquiazul, es muy consciente de que tiene que preservar el césped: «Como el domingo jugó fuera, no entrenó durante la semana en El Prado, con lo que da margen al campo para oxigenarse». También recuerda con cariño a otros preparadores como Paco Parreño, Máximo Hernández, fallecido en 2020, Miguel Ángel Iglesias, Ángel Bernabé o Gregorio Manzano.
Cuenta que el Osasuna llegó a entrenar en El Prado únicamente para que estiraran los jugadores camino de su destino liguero en tierras extremeñas. El equipo estaba dirigido por Miguel Ángel Lotina, quien prometió al jardinero que no tocarían el césped y así lo hicieron porque colocaron unas esterillas en las que los futbolistas realizaron sus ejercicios.
Pero lo que es un hecho es que el césped ha sido un constante caballo de batalla. Explica que se debe a que «cuando se cambió por primera vez, tenía que haber llevado la base de arena que tiene actualmente». Pero en ese momento «no se hizo porque al meter mucha arena los rulos se atascaban»; ante esto, la solución fue que «quitaron la arena y trajeron tierra del Cerro Negro para hacer botijos, con lo que era arcilla pura». Pues el tepes aguantó 17 años, periodo que «ha sido inviable con un terreno de juego porque no filtraba, con lo que tuvimos miles de problemas».
Mientras, el terreno de juego actual se plantó entre mayo y junio de 2020 a cargo de una empresa especializada, Royal Verd: «Se puso el suelo que reclamaba siempre, que eran 20 centímetros de arena».
Por otro lado, no puede evitar sentirse partícipe de los éxitos del CF Talavera, «aunque el que gana es el equipo». E incide en que «cuando han perdido, hay veces que me he llevado también las culpas por el estado del césped».
Su relevo después del 18 de febrero llegará de la bolsa de trabajo del Ayuntamiento: «Va a tener tarea», apunta. Porque insiste una y otra vez en que «el campo es un ser vivo». El césped requiere de una temperatura media que oscila entre los 17 los 21 grados. Precisamente ante las altas temperaturas durante el estío en Talavera, «se le puso la bermuda porque es una hierba de verano».
Toda una lección de una autodidacta de la jardinería que ahora dice adiós a un terreno de juego del que ha sido su ángel de la guarda.