Es un paso más hacia la conservación del patrimonio, que como añadidura trae consigo una mejora estética de una de las entradas principales al núcleo urbano, la carretera de Madrid. Porque el Cabildo Catedralicio ha comenzado esta semana la recuperación del tapial del entorno de la ermita de San Eugenio, del siglo XII.
La intervención, explica el deán, Juan Pedro Sánchez Gamero, afectará tan solo al muro de la calle Marqués de Mendigorría, muy deteriorado desde hace años, y si es necesario, se harán las mejoras pertinentes en el patio. Cumple así el Cabildo con la petición del Ayuntamiento ante el mal estado del muro «y hemos tardado porque hasta que no hemos tenido la licencia no hemos podido comenzar la obra». Una actuación que está ejecutando con una empresa especializada. Pero el templo en sí, de momento, no se va a tocar, dado que se encuentra en buen estado, y existe un proyecto del Cabildo, que tuvo que paralizar por la pandemia, para hacer allí una intervención importante, valorada en un millón de euros. Lamentablemente, dada la situación actual, apunta Sánchez, «es imposible pensar en hacer un proyecto así, como muchos otros, vamos a adecentado y ponerlo en condiciones».
La ermita de San Eugenio, edificio del siglo XII, utilizado en su día como almacén, es un Bien de Interés Cultural (BIC) en su categoría de monumento, desde el 30 de marzo de 1993. Desde hace tiempo, vecinos y redes sociales han estado denunciando el mal estado del muro que da a Marqués de Mendigorría, con erosiones y hasta agujeros, lo que llevó al Ayuntamiento a solicitar al Cabildo una restauración. Presentaba importantes humedades en la antigua puerta tapiada junto al ábside, donde además se vía un gran agujero. La tapia del patio lucía ya muy desgastada desde hace tiempo, a pesar de dudosas reparaciones con ladrillo hace poco se desprendieron allí algunas piedras del entorno del enorme portón.
El Cabildo adecenta el muro exterior de San Eugenio - Foto: Yolanda LanchaAfortunadamente, es un problema estético sobre el muro exterior , que no afecta a la ermita en sí, sobre el que ya existe un proyecto para su restauración. El Cabildo encargó a finales de 2019 el proyecto a sus arquitectos. Pero entonces estaba embarcado en la obra de restauración de la torre de la Catedral, y decidió esperar a su término. Llegó la pandemia y con ella paró todo. Ahora el problema es la falta de presupuesto, porque la actuación superaba ampliamente el millón de euros de presupuestos.
Se da la circunstancia de que al estar fuera de lo que estrictamente es Casco histórico (termina en Tavera), no puede contar con la ayuda del Consorcio. Además, Junta y Ayuntamiento ya se están volcando con la Catedral, que en estos momentos está recuperando el Transparente, por lo que es difícil que también aporten aquí.
El gran sueño que desde hace tiempo tienen en el Cabildo es convertir esta antigua ermita en el taller de Organería de la Catedral. Se trata de una nave con los techos a gran altura, lo que permitiría desplegar los grandes tubos.
Historia. Según el Catálogo de Patrimonio Cultural de la Junta, la ermita de San Eugenio es un edificio construido en el S. XII, con motivo del traslado de la reliquia (brazo) de San Eugenio en 1156 a Toledo procedente de Saint Denis, como regalo del rey de Francia Luis VII a Alfonso VII. El templo se levantó extramuros de la ciudad, en la zona norte, un lugar destinado históricamente a enterramientos, primero en época visigoda y posteriormente en época musulmana.
Actualmente solo se conserva el ábside de la época en que fue construido. Éste pertenece al estilo mudéjar toledano, donde se dan formas tan típicas de este estilo como son los arcos de herradura y lobulados, similares por otra parte a los que aparecen en otros templos de la ciudad como por ejemplo el templo del Cristo de la Luz, levantado en la misma época.
Reformado posteriormente en el S. XVI, de esta fecha son una casa para el capellán o santero, el atrio o patio, las puestas de madera o un retablo realizado por Hernando de Ávila en 1569.
El inmueble en un edificio ermita que consta de una nave central con un ábside que se manifiesta al exterior. El acceso que se realiza por el atrio tiene columnas poligonales, la puerta es de madera que comunica con la nave central de muros enlucidos y techo de madera de par y nudillo con tirantes. Estos muros están decorados con seis molduras de escayola.
La cabecera está separada de la nave por un arco de medio punto y otro apuntado, siendo la cubierta una bóveda de cuarto de esfera con dos ventanas que dan algo de luz al interior, predominando el macizo sobre el vano. También en el ábside se ve a la derecha el acceso a la sacristía que tiene forma rectangular y una ventana para la iluminación.
El ábside, en el exterior, está realizado totalmente de ladrillo y se compone de un zócalo de mampostería y dos series de arquerías ciegas distribuidas en dos cuerpos superpuestos. En el cuerpo superior las arquerías están formadas por arcos de herradura apuntados cobijados por otros lobulados y sencillos frisos en esquinilla como remate en el alero.
La Junta declaró la ermita Bien de Interés Cultural en su categoría de monumento, el 30 de marzo de 1993. En la declaración, publicada por el Boletín Oficial, consta que «existieron una serie de bienes muebles que ya no se conservan 'in situ' por su uso industrial como taller de marmolista».
La ermita de San Eugenio, junto con la de Santa Leocadia de Afuera, son referentes para comprender la evolución del enterramiento cristiano extramuros entre el siglo XII y el XV. En el caso de San Eugenio, su entorno cementerial se encuentra bajo los barrios San Antón y San Lázaro, sin que hasta el momento haya sido posible determinar su extensión exacta y su conexión con otros cementerios cercanos.