Hace 50 años, en pleno Yom Kipur, el día más sagrado del judaísmo, Israel pasó de la absoluta calma a la máxima tensión. Siria y Egipto atacaron por el norte y el sur en una ofensiva que cogió al país y el Ejército desprevenidos y derivó en 18 días de guerra, la más traumática para el Estado judío, que perdió a 2.600 soldados.
Los ecos de ese conflicto, resonaron ayer con fuerza en todo el territorio hebreo, que afronta ahora un nuevo estallido en una escala sin precedentes con las milicias del grupo islamista Hamás que, al igual que en 1973, le ha pillado por sorpresa y con la guardia baja. «Claramente, la inteligencia militar ha fallado a la hora de detectar este ataque», aseveró Eyal Hulata, asesor de seguridad nacional del anterior Gobierno (2021-23) y expresidente de Consejo de Seguridad Nacional.
«Es un fallo devastador. No hay duda de que nos ha cogido por sorpresa», agregó convencido de que las milicias de Gaza probablemente buscaban imitar el trauma de hace medio siglo.
Ignorando alertas de seguridad, la inteligencia militar israelí menospreció entonces las capacidades de Siria y Egipto, que llevaban días acumulando tropas en sus respectivas fronteras con Israel y lanzaron un ataque conjunto el 6 de octubre de 1973, iniciando 18 días de la que todavía es la guerra más cruel para Israel
«Hoy es un día muy duro, estamos otra vez en lucha y, desgraciadamente, vemos que todo es muy parecido», afirma el mayor general retirado Giora Eiland.
Según este exmilitar, a Israel le ha tomado completamente por sorpresa «este ataque muy bien coordinado de Hamás», con el lanzamiento de miles de cohetes durante 12 horas, y con incursiones de milicianos por tierra, mar y aire que les permitieron infiltrarse en territorio israelí, tomaron decenas de localidades, asesinando a civiles por las calles y en sus casas, además de secuestrar a medio centenar de hebreos.
Milicianos de las Brigadas de al Qasam, brazo armado de Hamás, indicaron que lanzaron un «ataque simultáneo contra 50 posiciones» y que todavía combaten con tropas israelíes en una veintena de zonas del sur de Israel.
El portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari, confirmó que solo unas pocas comunidades «se han liberado de terroristas», pero que aún hay 22 lugares con presencia de milicianos palestinos que siguen combatiendo con tropas israelíes, mientras el lanzamiento de proyectiles desde Gaza no ha cesado en todo el día.
Sin embargo, el Ejército no se ha pronunciado todavía sobre los posibles fallos en su inteligencia que han conducido a este desastre sin precedentes, ya que nunca antes Hamás había sido capaz de movilizar a cientos de sus hombres para penetrar a Israel, atacar ciudades y apresar a civiles.
Por aire con alas delta
De hecho, varios comandos entraron por el aire en alas delta motorizadas que hubiesen sido fácilmente eliminadas si se hubiesen detectado. «Fueron capaces de sorprendernos tácticamente y causar mucho daño con cientos de víctimas. Civiles han sido asesinados en sus casas, en sus camas. Esto no tiene precedentes. Hamás nunca ha podido hacer nada así», indicó Hulata, quien cree que ese episodio va a dejar un fuerte trauma en el imaginario colectivo israelí, similar al de la guerra del Yom Kipur.
«Israel va a tomar todas las medidas propias de dos naciones en guerra. No solo suspenderá el paso de personas desde Gaza a Israel, sino que frenará el suministro de gasolina, electricidad, comida o agua», vaticinó Eiland.
«Será un cerco total y muy fuerte sobre Gaza», agregó el militar, quien opina que su país solo accederá a un alto el fuego si se entregan a todos los rehenes israelíes y cuerpos retenidos.
Tanto Eiland como Hulata creen que la guerra se va a dividir en dos fases: primero en poner fin a los combates dentro de Israel y liberar las localidades tomadas por los milicianos de Hamás; y segundo, una fuerte respuesta en represalia sobre Gaza, que ayer ya sufrió intensos bombardeos aéreos por aviones hebreos.