Peleas, el pan nuestro de cada día

J. Monroy
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Trabajadores y usuarios de la estación de autobuses critican una situación repetitiva de inseguridad a la que se une la falta de mantenimiento de las instalaciones

Peleas, el pan nuestro de cada día

Para pasar a la estación de autobuses por la puerta principal, pasamos por el pequeño pasillo tras la decoración de óxido, un espacio repleto de chicles en el suelo y basura, da la sensación de que no se limpia. Una vez en la entrada, un cartel avisa de que una de las dos puertas corredizas ha dejado de funcionar. Alguien ha aprovechado la ocasión para dejar aparcado un carrito de la compra con mantas y otras pertenencias.

En el interior, usuarios y trabajadores nos cuentan que se trata de las pertenencias de la persona que el pasado día 2 detuvo la Policía por robar el móvil a una mujer. Se supone que ya no puede dormir allí, ni acercarse a la estación, comentan, pero por ahí anda. Es seguramente la persona que más problemas está dando, comentan.

Con el frío, explican, el Ayuntamiento permite a personas sin techo dormir en la estación. El problema es cuando algunos de ellos no respetan las normas de convivencia. Hay peleas, se lamentan, que algunos días suelen ser reiteradas. A lo mejor comienza un incidente y las personas de información, que son las que se encargan de estas cosas, avisan a la Policía. Esta interviene «y cuando no han llegado a Bisagra, están a tortas otra vez, un día se pegaron dieciséis veces», explican testigos que no entienden que no se pueda poner una solución a este caso «porque yo ya estoy acostumbrado y sé que no va a más, pero es muy mala imagen para quien llega a Toledo de turismo».

Peleas, el pan nuestro de cada díaPeleas, el pan nuestro de cada díaLos testigos informan de que la Policía Nacional está pidiendo la documentación a los implicados continuamente, pero su presencia no puede ser constante. De ahí que no sean pocos los que, como hicieron los trabajadores en su concentración del pasado año, pidan que la estación de autobuses de Toledo cuente con una vigilancia continua, como la que hay en otras.

Espacio olvidado. Mucho dice de la estación el hecho de que solo tres de los locales esté abierto al público, el de Unauto, un quiosco y la tienda de chucherías. El problema, apuntan de nuevo usuarios y trabajadores, es que «esto está abandonado», insisten. No solo es que no haya seguridad, sino que no hay servicios y el mantenimiento del espacio deja mucho que desear.

Lo primero que a todos les viene a la mente es el problema de las escaleras mecánicas. Una de ellas está parada desde hace siete años «y está claro que ninguna de ellas va a volver a ponerse en marcha». No hay piezas de repuesto. El caso, apunta un trabajador, es que en realidad sí funcionan, pero entiende que son tan peligrosas que los responsables no se atreven a encenderlas. Habrá que ver cuándo se renuevan, aunque para eso tendrán que ponerse de acuerdo Junta, propietaria del edificio, y Ayuntamiento, que es quien lo gestiona. Cierto es que hay un ascensor, pero también se ha estropeado alguna vez, con lo que las personas que acuden en silla de ruedas tienen miedo de no poder utilizar los autobuses o de no poder salir.

Peleas, el pan nuestro de cada díaPeleas, el pan nuestro de cada díaLuego está el problema de la limpieza. Cierto es que hay un servicio continuo, pero en momentos puntuales, cuando llegan muchos viajeros, no le da tiempo a tener bien espacios como los baños.

Peleas, el pan nuestro de cada día
Peleas, el pan nuestro de cada día
También hay quienes se quejan de la organización y de los sistemas de información.