Casi todos los fichajes estelares de Florentino Pérez habían cumplido antes en nuestra Liga. Algunos marcaron en su primer partido de blanco (Figo, Ronaldo, Beckham, Cristiano, Bale o Bellingham); otros llegaron al tercero (Zidane o Benzema)… y la extrañeza de la afición por la sequía de uno de los grandes depredadores del gol, Kylian Mbappé, se alargó hasta la cuarta jornada (en la que marcaron otros como Kaká, James Rodríguez o el propio Hazard). El francés se desquitó con un doblete y envió a guardar la Liga al parón de selecciones con la sensación del desquite.
Las cifras y las sensaciones no eran las adecuadas para un futbolista que prácticamente desde su irrupción mantuvo una relación asombrosa con las redes enemigas: debutó como profesional sin haber cumplido los 17 años (con el Mónaco, cuando tenía 16 años y 347 días) y poco después (17 años y 62 días) anotaba su primer tanto, batiendo en ambos casos los récords de precocidad de Thierry Henry. Con los monegascos jugó dos temporadas y finiquitó la segunda, a caballo entre ser menor y mayor de edad, con 26 dianas y 14 asistencias. El PSG no dudó en tirar la casa por la ventana (180 millones de euros, segundo fichaje más caro de la historia del fútbol) porque la apuesta era segura: fueron 364 fabricados (256 propios y 108 asistencias) en 308 duelos.
337 minutos
LaLiga esperó 'más de la cuenta' al genio de París. Fueron 337 minutos (tres encuentros y 67 minutos) hasta que festejó su primer tanto, aprovechando una deliciosa asistencia de Fede Valverde para abrir el marcador. Antes de ese instante, Mbappé había realizado 24 remates: ocho a portería, seis fuera y 10 bloqueados. Era el jugador de las grandes competiciones europeas con más disparos sin gol y, según cálculos estadísticos de Opta, el que mayor desproporción acumulaba entre goles esperados (por la claridad de las ocasiones) y conseguidos.
La clave de su sequía, para muchos, estaba en un conflicto que se veía venir de lejos: su zona de influencia y la de Vinícius, dos de los mejores futbolistas del planeta, es la misma. No se trataba tanto de una convivencia humana (desde los primeros entrenamientos celebraban con abrazos, en el último encuentro 'Vini' le cedió el lanzamiento del penalti, han intercambiado elogios…) como táctica: ambos futbolistas necesitan espacios para sacar su mejor versión y la población habitual del centro minimiza su impacto.
«Ellos mismos decidirán sobre el campo» fue la explicación de Ancelotti: una aparente 'inacción' confiando plenamente en el entendimiento de los 'genios', como sucedía con aquel triángulo Casemiro-Kroos-Modric en el que se intercambiaban posiciones de forma natural, casi aleatoria, y los resultados fueron espectaculares.
Vinícius conserva intactos sus galones a pesar de la llegada de Mbappé. Se lo ganó a pulso en tres temporadas espectaculares, con 69 goles y 45 asistencias (a pesar de las lesiones de la pasada 23/24), con lo que el francés -al menos de entrada- ni podía moverle la 'silla'… ni el dorsal. Incluso esta campaña, en la que la 'asesoría' de prensa y el paraguas del club parecen haberle fallado, las críticas han arreciado a un jugador que dio las asistencias ante Atalanta y Mallorca, marcó el único gol a Las Palmas y provocó el penalti ante el Betis.
El francés, acostumbrado a llevar todo el peso ofensivo en el PSG y en Francia, tiene que aprender a convivir con el brasileño. No le fue bien la experiencia junto a Neymar Júnior (de hecho, se rumorea que en su última renovación pidió la salida del compatriota de 'Vini') y tampoco logró 'casar' con Leo Messi. Ni siquiera a base de tantos: el temor a que pasara lo mismo con el '7' merengue seguirá latente toda la temporada. Al menos ya ha abierto la lata y despejado su incógnita con la portería contraria.