Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Pasar el duelo

13/11/2023

El sacrificio obligatorio de miles de animales por la infección de la viruela ovina y caprina en la región hace meses, ha dejado abierta una profunda herida en el alma y en el recuerdo de los ganaderos afectados. Las pérdidas económicas fueron gravosas, pero la pena por los vaciados sanitarios está aún muy viva en la memoria de las familias que siguen buscando respuestas a lo que pasó, o preguntan por qué pasó. Probablemente a estas alturas, el único pensamiento reparador sea que ya pasó.
Por eso algunas explotaciones han optado por continuar introduciendo nueva reposición, comprando ganaderías, aprovechando algún cese, y adquiriendo lotes que van llegando estos días, cuando se cumplen seis meses desde la última matanza por el positivo de mayo en Casas de Fernando Alonso, (Cuenca).
Con las ayudas de la administración para cubrir esos gastos, o el adelanto del dinero hasta recibir la prometida subvención, hay explotaciones que permanecen cerradas, sin animales, porque siguen calibrando si merece la pena empezar de cero después del drama vivido durante los meses de contagio.
Hacía más de cinco décadas que España no tenía noticias de este virus tan tremendamente dañino, pese a que todos sabían que es endémico en países árabes con los que mantenemos relaciones comerciales. Es evidente que fallaron los controles en frontera para que saltara hasta Granada, y seguramente capacidad de reacción para que saliera de Andalucía y se colara por Cuenca en varias comarcas ganaderas de la región. Una situación inédita que el Ministro de Agricultura en funciones se comprometió a investigar en una entrevista 'A Pie de Campo'.
Los ganaderos de las ocho empresas perjudicadas por los envíos a matadero han sido reconocidas ahora como 'Grandes Manchegos' del año 2023 en un acto solemne, organizado por el Consejo Regulador del Queso Manchego, que posiblemente buscaba recomponer la hermandad de un sector estructurado por productores, cebaderos, operadores y veterinarios que, después de lo vivido, siguen mirándose de reojo entre si, con un silencioso recelo o desconfianza en algún caso, por no entender cómo pudo propagarse pese al duro confinamiento de toda la cabaña ganadera desde febrero, y las medidas de bioseguridad que todos debían cumplir a rajatabla.
El cuadro clínico dice que solo se propaga por contacto, y rara vez por el aire, solo en un radio máximo de 500 metros. A estas alturas, ya no resuelve mucho.
Pero algunas de esas familias reclaman tiempo porque necesitan 'pasar el duelo' mientras recomponen sus ánimos para restaurar un negocio que habían heredado de sus propios padres, o que habían levantado con todo su esfuerzo e ilusión pensando ya en la tercera o cuarta generación que representan sus hijos. Chavales que, con tan solo catorce o quince años, ya habían anunciado su compromiso para coger el volante algún día.
El presidente de la Denominación de Origen, Antonio Martínez-Blasco, arriesgó muchísimo organizando esta celebración, pero acertó al convocar a todas las partes en un formato de discreta fiesta, sabiendo -como ganadero que es- que las heridas de la viruela siguen sin cicatrizar. Por eso le honra, y muy especialmente a todos los galardonados e invitados que aceptaron y acudieron al acto con exquisito respeto, discreción y mucha dignidad, para participar en un homenaje que buscaba levantar el orgullo y la unidad que, durante los últimos 40 años, ha permitido obrar casi un milagro: preservar la raza autóctona ovina manchega, y vender, prestigiar y exportar el producto más reconocido internacionalmente. Por todo lo que han vivido, y por todo lo bueno que se merecen, mis respetos, mi apoyo, mi cariño y mi admiración.