El contacto de los jóvenes con las redes sociales a edades cada vez más tempranas explica el incremento de formas de ciberacoso detectadas en un colectivo especialmente vulnerable. «Un móvil sin control, con acceso a cualquier contenido, es muy peligroso», asegura Juan Pacheco, agente de la Policía Nacional adscrito a la Unidad de Familia y Mujer de Toledo. El oficial lamenta que muchos menores estén «sobreexpuestos» en internet y señala la importancia del control parental.
La falsa percepción de seguridad con que algunos niños y adolescentes se desenvuelven en internet es advertida por los potenciales acosadores. «Ponen muchos datos y no tienen perfiles privados», subraya el policía, una apertura que facilita el trabajo a los agresores sexuales en la búsqueda de sus víctimas. Los «grandes vacíos», el desconocimiento sobre los efectos del mundo digital en la vida real, desencadenan situaciones amenazantes.
Los «auténticos depredadores que hay en internet», como los define el representante policial, son «expertos» en la adquisición y transmisión de información comprometedora. A ellos, a diferencia de los jóvenes que tratan de extorsionar o desacreditar a sus semejantes, «es muy complicado hacerles un seguimiento».
Pacheco concibe como «mucho más peligroso que un joven menor de edad tenga acceso libre a internet que dejarle las llaves de un coche». El agente se cuestiona la pertinencia de que «una cría de 11 años tenga un perfil de Instagram» y plantea la necesidad de la vigilancia parental. «Sin llegar a fiscalizar, los padres tienen que tener cierto control», añade.
La Policía Nacional ofrece charlas formativas en colegios e institutos. Las fuerzas de seguridad refieren un aumento «exponencial» de las denuncias relativas a ciberacoso, incluidas las que afectan a violencia de género, bullying o estafas. «Antes, el malo robaba el dinero físicamente; ahora todo está en la red», cuenta Pacheco.
La mayor parte de las denuncias que protagoniza la población joven son aquellas que mezclan el ámbito digital con la violencia contra la mujer. Con carácter general, el acosador se sirve de las redes sociales para «ridiculizar e intentar hacer un maltrato» a la víctima. En estos casos, se tiende a compartir imágenes de carácter sexual como reacción a una ruptura. Sin embargo, en los niveles más graves, con agresores profesionales de por medio, el daño escala hasta el «chantaje».
FORMACIÓN. El sindicato CCOO ofreció una jornada formativa sobre Ciberacoso: gestión y prevención del delito, un encuentro presentado por Rosario Martínez, secretaria de Mujeres y Política Lgtbi del sindicato en Castilla-La Mancha. La responsable de la organización insiste en su «rechazo contra cualquier forma de violencia machista» y clama porque el «extendido» ciberacoso se cebe, de forma «particular» en las cohortes más temprana. Según los datos ofrecidos por el sindicato, el 60% de las chicas jóvenes «han recibido algún tipo de abuso [por internet], mayoritariamente, la recepción de contenido sexual no consentido o conductas acosadoras por su aspecto físico».
Asimismo, la irrupción de la inteligencia artificial permite la modificación de imágenes personales sin que resulte sencillo advertirlas. También genera «discriminaciones» en el ámbito laboral a través del «reclutamiento» para puestos de trabajo mediante «sesgos discriminatorios de género».
Martínez alerta de que «casi toda la ciudadanía usa medios digitales para comunicarse», lo que supone que «cualquier persona es susceptible de sufrir algún tipo de violencia a través de redes sociales, correos electrónicos o plataformas digitales».
Por su parte, Arantza Rodríguez, analista de ciberinteligencia y perito judicial en OSINT (inteligencia de fuentes abiertas), señala cómo internet «puede perfilar a una persona a través de todos los datos que se van dejando en el mundo virtual». Este reguero de información puede ser utilizado con fines espurios «no sólo por gente del entorno, también por las empresas comerciales, como en los casos de ciberacoso por spam».