Castilla-La Mancha, y en concreto Ciudad Real, ha sido la cuna del renacer de Ciudadanos (Cs), una opción política que aspira a volver a convertirse en lo que llegó a ser hace unos años: una seria alternativa a los dos grandes partidos del país. Pero su realidad actual es muy distinta, tras desaparecer del arco parlamentario español y también del europeo. La misión es los 'naranjas' parece complicada, aunque ese reto llena de ilusión y ganas de trabajar a la que fue elegida en esa asamblea como secretaria de organización, Mariana Boadella Caminal (4 de octubre de 1980, Barcelona), número dos del partido que ahora lidera el navarro Carlos Pérez-Nievas.
Veterinaria de formación, la que fue concejala de Sostenibilidad en el Ayuntamiento de Ciudad Real y portavoz del gobierno de coalición de PSOE y Cs (2021-2023), aterrizaba en la capital en 2007 para cursar una beca de doctorado en el IREC, y ya no se movió de aquí. Casada y con una hija, sus raíces manchegas son ya tan profundas como las ideológicas, heredadas de su padre, el actor, director e intelectual Albert Boadella. Cercana y terrenal, bromea durante la entrevista con La Tribuna sobre sus dos grandes pasiones profesionales, el medio ambiente y la política: «Me atrae la 'fauna salvaje'». Ahora le tocará compatibilizar una novedosa empresa de turismo rural de alquiler bicicletas eléctricas de montaña con el desafío de volver a convertir a Cs en una opción política atractiva para los españoles.
¿A qué se ha dedicado durante estos dos años, desde su final de etapa en el Ayuntamiento?
No he dejado de hacer cosas en mi vida. He montado una segunda empresa. Yo creo que los políticos tenemos que tener los pies en la tierra. No me gustaría vivir solo de la política, sino que me gusta poder hacer otras cosas y levantar negocios. Hay políticos que, como los saquen de la política, no saben qué hacer, y eso es un problema porque te hipoteca, te genera una dependencia al líder que elimina cualquier viso de crítica dentro de los partidos. Hay que tener espacios de debate y de crítica constructiva, y en eso Ciudadanos nos diferenciamos mucho, porque nadie vive de esto. Somos un partido hecho de gente de a pie, de personas que en un momento decidieron que había que hacer algo contra el nacionalismo catalán y dejaron sus trabajos para dedicarse a la política, y cuando terminan esas etapas, vuelven a su vida privada.
¿De eso adolecen los grandes partidos?
Así es. Las estructuras de los grandes partidos han generado realmente esclavos políticos, esclavos del líder, personas que no se atreven a llevarle la contraria al jefe. Es gente que a lo mejor lleva 20 años en política y si se ven fuera, no tienen nada que hacer, no podrían continuar su vida profesional, a no ser que se inventen chiringuitos para esas famosas puertas giratorias.
¿Qué sensaciones le dejó la asamblea celebrada en Ciudad Real?
Salí con muy buen sabor de boca. Creo que tenemos una base de personas muy implicadas en el proyecto, que no esperan nada a cambio. Tenemos representación solo en municipios y, por tanto, es gente que realmente está por sus valores, por querer mejorar España. Rodearme este fin de semana de más de 250 personas, que viajaron desde muchos puntos de España por un ideal, por una creencia, por unos valores y por un proyecto, a mí me ha dado muchísima energía.
¿Esto es un empezar de cero de Ciudadanos?
Es un renacer, sí, pero no empiezas de cero en la vida cuando tienes experiencia. Este partido tiene 18 años de vida, de buenos y malos sabores de boca. De lo que más aprendes son de los errores. Y creo que no partimos de cero, porque tenemos todo un bagaje de cosas que hemos hecho bien y cosas en las que hemos errado.
Después del mal resultado de las europeas, pasamos unos días malos, pero enseguida dijimos, es que hacemos falta, ¿no? Porque mucha gente te para por la calle y te dice lo necesarios somos. El hecho de bajar los brazos y no luchar por esto sería dejar a la sociedad huérfana. Este verano han pasado tantas cosas en la política española, se ha degradado tanto el panorama, con casos de corrupción, el chantaje de los nacionalistas... Creo que renacer es una obligación moral, hay que luchar por este proyecto tan necesario, por ese espacio que ahora mismo no está ocupando nadie, el espacio de la sensatez, de la unión, de llegar a acuerdos y a pactos nacionales.
¿Tan a la deriva ve la política nacional?
Tenemos un Partido Socialista con un líder desbocado dando concesiones totalmente injustas y desiguales a los nacionalistas chantajistas; una extrema izquierda dando lecciones de feminismo e incumpliendo sus propios sermones; una ultraderecha que tiene una visión muy radical de temas importantes como, por ejemplo, la inmigración ilegal; el PP navegando no se sabe por dónde, sin un proyecto para España... Estamos totalmente desnortados políticamente, con una democracia casi sujeta solo por el poder judicial. Creo que ese espacio lo tiene que ocupar Ciudadanos, y tenemos que rearmarnos internamente. Voy a tener trabajo para volver a conectar con la gente.
¿Eso cómo se consigue?
Esa es una gran pregunta. De momento, con mucho trabajo de conocer la realidad del partido, porque yo, a nivel organizativo, soy una cara nueva. He estado en el ámbito municipal, pero me toca salir y conocer, y conocer sobre todo el valor que tenemos, con casi 500 concejales y alcaldes en toda España, y ellos son una gran base. No tenemos ni un solo caso de corrupción en 18 años y hemos estado gobernando. Yo me siento muy orgullosa de este partido y, asumiendo los errores, vamos a aprender de ellos para reorganizar este partido de otra manera.
¿La mejor promoción para Cs la realizan el resto de partidos políticos?
Totalmente. Al tener tan desencantada la ciudadanía, yo creo que hay una oportunidad. Ciudadanos realmente nació en 2006 en Cataluña en un ambiente muy hostil, con la ciudadanía ahogándose con el nacionalismo, y ahora tenemos una situación parecida. Hay un hastío de la sociedad ante esta política tan del barro. Yo creo que si somos capaces de dar esa esperanza y de que la ciudadanía vuelva a confiar en nosotros, podemos ser decisivos y podemos ser esa herramienta útil que hará que los nacionalismos ya no tengan ese peso y que la extrema izquierda y extrema derecha tengan ese peso que ahora mismo tienen.
¿Cuál es el escenario electoral al que mira a partir de ahora el partido?
Nosotros queremos trabajar muy intensamente en los dos próximos años como máximo, estar ya muy reforzados y funcionando para las elecciones del 2027.
Ante la inestabilidad del actual gobierno nacional de coalición, nadie descarta unas posibles elecciones generales anticipadas. ¿Llegaría a tiempo Cs?
Este escenario lo tenemos enfrente y, en caso de que se anticipen las elecciones, nos hará correr y tendremos que tomar la decisión en ese momento. Pero Pedro Sánchez se aferrará a lo que sea para evitarlo, a un clavo ardiendo, porque sabe que después de esto se le acaba todo lo que tiene, y con un hermano imputado y una mujer imputada. Los nacionalistas catalanes son lo que son, ya no nos sorprenden, son gente un poco traidora por naturaleza.
En las generales de 2019 surgió la posibilidad de que Cs pactara con el PSOE, evitando así que el partido de Pedro Sánchez tuviera que buscar aliados electorales en los nacionalismos catalán y vasco. ¿Mariana Boadella apostaría ahora por ese pacto, si se repitiera ese escenario?
Creo que en la vida hay que dar segundas oportunidades, y si a Cs se le da una segunda oportunidad, seríamos capaces de no hacer pactos excluyentes. Somos un partido capaz de amalgamar toda la realidad política que salga de unas elecciones, para poder dejar de lado esos nacionalismos que tanto daño están haciendo ahora al resto de los españoles.
¿El bipartidismo podría volver o cree que ya pasó a la historia de la política española?
Creo que ya es parte de la historia porque en el momento que surgen nuevos partidos, ya es muy difícil que se alcancen esas mayorías y esos turnos en el gobierno. Esas mayorías absolutas creo que no van a volver, salvo casos puntuales como aquí, en Castilla-La Mancha, con García-Page. Los grandes partidos acaban siendo estructuras que son más bien agencias de colocación que pierden el objetivo por el que están, que es mejorar la vida de los ciudadanos para los que gobiernan.
¿Cuál es la salud del liberalismo ante las olas de extrema derecha que crecen en Europa, con la inmigración como elemento reactivo?
Aquí tenemos que hacer un ejercicio de reflexión. España tiene un problema si el único que habla de inmigración ilegal es la extrema derecha. Hay que poder hablar de forma adulta, sensata y sin extremismos de la inmigración y de todos los temas que nos afectan. Hay personas que tienen miedo, pero es un miedo que a mí me parece muy lógico. Los responsables políticos tienen la obligación de abrir el debate, de ver cómo podemos resolver este problema. En España todo el mundo se pasa la pelota y al final acabamos intentando poner un centro de inmigrantes ilegales en un aeropuerto en Ciudad Real.
¿Qué le pareció esa posibilidad, ya descartada?
Lo primero que me llamó la atención fue el intento del Gobierno de hacer un contrato con una empresa, en este caso CRIA, que tiene deudas con Hacienda. En este país cualquier empresa que quiera contratar con una administración pública, el primer papel que piden es que no haya deudas con Hacienda. Qué no habrá detrás de eso cuando ya se salta esa premisa. Y luego, me parece que hay espacios mejores para esto que un aeropuerto, por ejemplo, aquí en Ciudad Real el edificio del Seminario, con muchos metros cuadrados disponibles.
Desde Cs, ¿cómo se observa el 'caso Errejón', que ha puesto en jaque al socio del PSOE en el Gobierno?
A mí lo que me molesta son las personas que van dando lecciones de moral y luego surgen estos casos. Mal vamos si solo habla de inmigración ilegal la otra derecha y mal vamos si solo puede hablar de feminismo la otra izquierda. Lo primero que deberían hacer es dejar de dar lecciones de feminismo y asumir que el feminismo es algo mucho más amplio y que no son ellos los poseedores ni de la igualdad ni del feminismo, y claramente se ha demostrado que no lo son. Aquí hay dos temas, uno es de Errejón con ese comportamiento, y otro, muy grave, es lo que ha pasado en Sumar por no investigar más. Me cuesta mucho creer que no lo supieran.