El Museo del Prado presentó ayer, por primera vez desde su adquisición en 2011, una obra «inédita y única en su género» del pintor gallego Genaro Pérez Villaamil, uno de los más influyentes paisajistas del romanticismo español, y que recoge una visión monumental de Toledo muy particular.
Se trata de 42 vistas monumentales de ciudades españolas, aunque Toledo cobra especial protagonismo ya que tiene 23 de estas vistas dedicadas a la ciudad, dos en la hoja izquierda y las 21 de la hoja derecha de este díptico que fue adquirido por 100.000 libras en una subasta en Londres el pasado 2011.
El Museo del Prado las ha restaurado para sacar a la luz con un brillo renovado estas 42 piezas de 13 por 18 centímetros, realizadas entre 1835 y 1839, de óleo sobre láminas de hojalata, material utilizado por Pérez Villaamil “por su ligereza y facilidad para ser transportado”, ya que el pintor pintaba al natural.
Así lo explicó durante la presentación Javier Barón, jefe del Área de Conservación de Pintura del siglo XIX y responsable de este proyecto. Si la hojalata era habitual, el óleo “es poco frecuente” para la época por su dificultad de utilización al natural. Pero la originalidad también reside en los dos marcos que sustentan cada una de las hojas del díptico con 21 piezas cada una. Unos marcos “de estilo revival gótico” muy común en la Inglaterra de la época.
La restauradora del Museo, Lucía Martínez, consideró la obra “singular” y confesó a La Tribuna que, al recibir la obra en su estado original, “es un regalo para un restaurador” porque no ha sido alterado, algo que también supone “una responsabilidad grande”.
El objetivo de la operación, en la que ha participado la Fundación Iberdrola, consistió en devolver a las piezas de hojalata el esplendor que habían tenido pero sin apagar el tono pardo por lo que se ha utilizado un disolvente “que no quitara el barniz pardo tan característico de estas obras de Villaamil, que en otros casos sí que se ha perdido”. “La limpieza ha sido lo más destacado” para recuperar esos “valores de espacio y de luz” que se habían perdido tras 175 años.
Guía de Toledo. Para Barón, el caso de Toledo es particular ya que las distintas vistas siguen un recorrido como el que podría seguir hoy cualquier turista que visite la ciudad -y tenga buenas piernas-. Se trata de vistas sobre todo de monumentos, tanto de exteriores como de interiores, que siguen una ruta: entra por la parte norte de la ciudad, por la Calle Real del Arrabal a la que dedica una estampa costumbrista; luego sube por la Puerta del Sol para llegar a Zocodover, donde pinta el Alcázar y la propia plaza desde uno de los soportales.
Continúa por la calle ancha donde plasma la típica vista con la aguja de la Catedral a lo alto, y hasta la Chapinería donde recoge la escena con la puerta del Reloj al fondo; así llega a la Catedral, que rodea para entrar por la Puerta de los Leones; y pinta hata seis vistas del interior entre las que recoge la nave central, el crucero, el coro o la puerta a la Sala Capitular; cuando sale se va por Santo Tomé y baja al Palacio del Marqués de Villena, hoy Museo del Greco, que representa en ruinas; va a San Juan de los Reyes y finalmente baja al Puente de San Martín para llegar hasta el Artificio de Juanelo.
Es como “una guía turística” que configura un “recorrido enormemente interesante” una sucesión de postales o fotografías de esos lugares y monumentos concluye Javier Barón. Pero para el que no tenga Toledo tan presente en su memoria, se ha colocado junto al díptico un plano urbano de la ciudad con los puntos exactos donde están realizadas estas obras para que el espectador no se pierda en su recorrido.
La obra fue encargada a Pérez Villaamil por el entonces embajador de Inglaterra en España, George Villiers, IV Conde de Clarendon, que llegó a aglutinar la mayor colección de pintura romántica española en aquel momento. Villaamil “siente una gran atracción por Toledo” donde pasa varias campañas trabajando en estas vistas que serán el origen de cuadros importantes del interior de la catedral de Toledo en el Corpus o de las litografías de La España Artística y Monumental, un compendio del que se expone también una muestra en esta sala del Prado y que está abierta por la página en la que se ilustra el claustro de San Juan de los Reyes.
La muestra, que en septiembre de 2015 se incorporará a la exposición permanente del Prado, se completa con otras vistas de la ciudad de Sevilla, a la que el pintor también tenía gran cariño y donde vivió unos meses o Córdoba con una vista de la Mezquita. Eso de Pérez Villaamil, pero también encontramos dos pinturas del artista que puede que ejerciera más influencia sobre el gallego, el pintor escocés David Roberts, con una vista de la Torre del Oro de Sevilla y otra del Castillo de Alcalá de Guadaíra.