La N-400 reabrió ayer al tráfico tras permanecer parcialmente cortada desde el 2 de julio, fecha en la que se iniciaron la obras de reparación de los daños ocasionados por la DANA del pasado septiembre.
Las actuaciones de mejora han ampliado la capacidad de drenaje del arroyo de Ramabujas en torno al punto kilométrico 6,860 (dentro de la carretera TO-23). El arroyo que atraviesa el Polígono industrial fue uno de las cauces más afectados por las grandes crecidas que dejaron aquellas tormentas. La obra, dotada con una inversión de 1,89 millones de euros a cargo del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, preveía el corte de la carretera que comunica Toledo y Cuenca entre los kilómetros 6 y 12 hasta el 31 de agosto, aunque su reestreno se ha adelantado un mes.
Los trabajos ejecutados han consistido en levantamiento de barrera metálica bionda, demolición de firme o pavimento existente, excavación en desmonte en tierra con medios mecánicos sin explosivos, relleno localizado tratado con cemento en cuñas de transición, con material procedente de la excavación, relleno para ejecución de terraplén procedente de préstamo y/o cantera, colocación de marco prefabricado de hormigón armado de medidas interiores, construcción de muro de hormigón armado menor o igual a 6 metros de altura, terraplén o relleno todo-uno con material procedente de cantera, suelo seleccionado procedente de préstamo para formación de explanada, colocación de escollera en drenaje o protección fluvial y reconstrucción del firme de la carretera para una categoría de tráfico T1.
La apertura de esta vía devuelve la normalidad al tráfico en el arco este de la capital regional. En julio, el tráfico de la N-400 quedó desviado hacia la CM-4001 (carretera de Mocejón) y la A-42 (autovía Madrid-Toledo).