Me entero con gran tristeza que las religiosas Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl que había en La Guardia- dos últimamente- han abandonado el pueblo a finales de noviembre y se han ido a la localidad salmantina de Alba de Tormes. Sor Eugenia y Sor Rosalía se han marchado por la escasez de religiosas que existe en la actualidad, no solo en este rincón toledano, sino en otros muchos puntos de España y del mundo. Lo cual no deja de ser una noticia triste y una dura realidad.
Las Hijas de la Caridad llegaron a La Guardia en octubre de 1979 de la mano del entonces párroco local Marcelino Casas Puente, a quien la Corporación Municipal le tributó un multitudinario y cálido homenaje hace poco más de dos meses dedicándole un espacio en la plaza junto a la iglesia. Las monjas han permanecido durante 44 años en el pueblo colaborando con la Iglesia local en algunas de sus funciones y también con Homiguar, puesto en marcha por Marcelino, un taller ocupacional y asociación de discapacitados intelectuales que acoge no solo a algunas personas afectadas de la localidad sino también de algunos pueblos limítrofes. Homiguar también está integrada en la Federación Provincial Marsodeto. En sus comienzos hacían trabajos de peluche y otros objetos de regalo.
Las monjas han pateado la calle por todos los rincones del pueblo durante estos años trabajando, colaborando, como hemos dicho, por los marginados también y por los más débiles, como nos invita el Evangelio, derrochando amor a raudales Y ahora por falta de vocaciones se han visto obligadas a marcharse, pues dos personas resultan insuficientes. Desde su presencia en la localidad han sido 25 las que han pasado por aquí. Servidor ha tenido la suerte de conocer a Sor, Herme, Carmen y Gloria en la década de los 80. Maravillosas personas, algunas evangelizando aún en países del Tercer Mundo en misiones arriesgadas.
La Corporación Municipal de La Guardia cuya alcaldesa es Marta Maroto, por unanimidad, ha concedido una placa conmemorativa a la Compañía y se espera que en el próximo pleno se llegue al acuerdo de nombrarlas Hijas Predilectas. Un honor y título que sin duda merecen de sobra y que hace honor a ese refrán, «es de bien nacidos ser agradecidos». Y desde luego, con este detalle demuestran ser un pueblo agradecido a estas religiosas que durante las últimas cuatro décadas no han tenido horario para servir a la comunidad, para atender sus demandas sin distinguir si era día de diario o festivo. Y un diez a esa Corporación Municipal que demuestra ser muy sensible a las personas e instituciones que han servido a la población en uno u otro ámbito.