El bullicioso desfile-concurso de carros y carrozas engalanados de la Fiesta del Olivo envolvió nuevamente a todo un municipio en una atmósfera de alegría y celebración. Desde tempranas horas, Mora se despertó ayer para recibir el espectáculo con entusiasmo, mientras los alrededores del Ayuntamiento y la Glorieta resonaban con un estruendoso aplauso, acompañado por los acordes del emblemático 'Olivarito', un pasodoble que ha conquistado los corazones de los morachos y se ha convertido en un himno para la comunidad.

La originalidad fue la protagonista indiscutible del día, en perfecta armonía con el carácter festivo de los morachos, que se vistieron para la ocasión con camisas a rayas o negras, acompañadas por pañuelos al cuello, ya sea el tradicional de hierbas o el distintivo de cada peña, confeccionado especialmente para la ocasión. Por las calles, el aroma del buen comer impregnaba el aire, con delicias como queso, jamón y una generosa bota de vino que deleitaban a los asistentes y añadían un toque aún más festivo a la mañana.

La Fiesta del Olivo, arraigada en las tradiciones de los propios olivareros, surge como una celebración del fin de la campaña de recolección, donde las carrozas originalmente hacían referencia a los diferentes gremios de trabajadores. Con el paso del tiempo, el impulso de la festividad fue en aumento, con la inclusión de desfiles por los barrios, destacando las magníficas carrozas de Manzaneque y Delicias. Con el surgimiento de las peñas, la participación se amplió aún más, atrayendo a las nuevas generaciones y consolidando la fiesta como uno de los eventos más esperados del año.

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